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El Prado y el Thyssen salen del armario

Ambos museos estrenan itinerarios especiales de sus colecciones centrados en relaciones homosexuales y lésbicas e identidades sexuales no mayoritarias

«San Sebastián», de Guido Reni. Detalle MUSEO DEL PRADO
Natividad Pulido

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Con motivo del World Pride 2017 , que se celebrará dentro de unos días en Madrid, dos de las grandes pinacotecas estatales ( Prado y Thyssen ) han querido sumarse a la fiesta arcoíris con unos itinerarios especiales, una aproximación a sus colecciones centrada tanto en artistas que fueron perseguidos por su orientación sexual, como en pinturas, dibujos y esculturas cuyas historias reflejan relaciones íntimas entre personas del mismo sexo o identidades sexuales fuera de la norma. Maestros como Leonardo, Botticelli o Cellini sufrieron denuncias, amenazas y juicios públicos, acusados de sodomía. El último, hasta en tres ocasiones. Se libró de la cárcel gracias a Francisco I de Médicis. Botticelli llegó a quemar muchos de sus trabajos.

Las relaciones íntimas entre maestro y discípulo eran práctica habitual en el Renacimiento

Algún otro, como Caravaggio , fue denunciado por un colega celoso de su genio artístico. En el Renacimiento eran una práctica habitual las estrechas relaciones profesionales entre maestro y discípulo . Éste solía trabajar y vivir en casa del mentor. Relaciones que derivaban en muchos casos en apasionados y tórridos romances. Así ocurrió con Miguel Ángel y Tommaso Cavalieri -a quien escribió arrebatados sonetos de amor-, con Leonardo y Salai o Melzi, con Pontormo y Bronzino, con Cellini y Fernando da Montepulciano, con Caravaggio y Cecco, el modelo de su impúdico «Amor Vincit Omnia», que Vincenzo Giustiniani mantenía oculto tras una cortina en su casa...

«El Cid», de Rosa Bonheur MUSEO DEL PRADO

El Prado propone, hasta el 10 de septiembre, «La mirada del otro. Escenarios para la diferencia» : una selección de 30 de sus obras, distribuidas en cuatro recorridos temáticos por sus comisarios, Carlos G. Navarro y Álvaro Perdices. Muchas son obras maestras de su colección, la mayoría de ellas se mantiene en las salas donde cuelgan habitualmente (se les ha añadido una segunda cartela con más información) y solo una sale por vez primera de los almacenes desde que llegó al museo: «El Cid», de Rosa Bonheur . Esta artista, tan desconocida como fascinante , llegó a pedir permiso de travestismo a la policía francesa para poder usar pantalones (algo prohibido en la época) en las ferias de ganado. Una artista tan salvaje e indómita como los animales que reunió en su castillo y que pintó. La obra expuesta es un primer plano de un león.

«La siesta», de Lawrence Alma-Tadema. Detalle MUSEO DEL PRADO

Amistades inmortales... y peligrosas

La pinacoteca aborda en «Amistades inmortales» las relaciones sentimentales de parejas masculinas en la Antigüedad clásica: Orestes y Pílades, Aristogitón y Harmodio o Antínoo y Adriano fueron más que buenos amigos. El emperador romano mantuvo una relación sentimental con el misterioso y atractivo joven. Tras la prematura muerte de éste, Adriano mandó construir una ciudad en su honor. Amistades inmortales (y peligrosas según qué epoca) que también aparecen en pinturas como «La siesta», de Lawrence Alma-Tadema . El lienzo fue donado por Ernest Gambart, cónsul de España en Niza, que tampoco se libró de la quema de brujas: fue acusado de mantener una conducta inmoral en su casa y tuvo que renunciar a la diplomacia.

Miguel Falomir, director del Prado , subraya que éste es « un museo nacional, público, para todos, no excluyente , cuya obligación es dar cabida a todas las sensibilidades ». La pinacoteca aborda el proyecto, dice, desde «la más absoluta normalidad». No dar visibilidad a los artistas perseguidos o a sexualidades no mayoritarias sería «faltar a la realidad». «Con esta iniciativa el Prado quiere desterrar los prejuicios que han rodeado a ciertas obras de arte por el solo hecho de responder a una sexualidad distinta a la mayoritaria, y propiciar una mirada justa y serena sobre realidades que han acompañado a la humanidad desde sus más remotos orígenes», advierte Falomir. « Si nos critican, lo llevamos en el sueldo », responde acerca de si cree que habrá polémica al respecto.

«Hermafrodito dormido», de Matteo Bonuccelli MUSEO DEL PRADO

Aparte de las tendencias sexuales de artistas y personajes de sus creaciones, este «museo imaginario» aborda también las distintas identidades. Es el caso de las mujeres barbudas de Ribera y Sánchez Cotán o el «Hermafrodito dormido», de Matteo Bonuccelli , que preside una de las salas de honor del Prado: la de «Las Meninas». No en vano, fue Velázquez quien adquirió en Roma esta bellísima escultura para Felipe IV. Hijo de Hermes y Afrodita, cuenta la mitología que Sálmacis, enamorada, lo abrazó tan apasionadamente que se fundieron en un solo cuerpo.

San Sebastián, icono gay

San Sebastián merece capítulo aparte en esta historia, pues con los años el que fuera jefe de la guardia de Diocleciano y posterior mártir cristiano - murió asaeteado , atado a un árbol- se ha convertido en un icono gay. Ya en el Renacimiento hay una lectura homoerótica del santo-efebo: su belleza eclipsaba su martirio. Oscar Wilde , Gustave Moreau, Tennessee Williams , Yukio Mishima, Sigmund Freud y otros muchos enfatizaron, siglos después, el erotismo y sensualidad de su figura. El Prado exhibe un «San Sebastián» de Guido Reni (estuvo en el oratorio de Isabel de Farnesio, quien pidió que se velara el cuerpo desnudo del santo). El Thyssen, dos: una pintura de Bronzino y una escultura de Bernini .

«El Maricón de la tía Gila», dibujo de Goya MUSEO DEL PRADO

En la galería central del Prado, más historias, pintadas por Rubens : Aquiles y Vertumno, travestidos; el joven príncipe troyano Ganímedes, secuestrado por Zeus, quien, enamorado de él, lo llevó al monte Olimpo; o los amores lésbicos de la diosa Diana y la ninfa Calisto. Júpiter, disfrazado de Diana, dejó encinta a Calisto. La diosa, enfurecida, la convirtió en osa y la mató. Muchas de estas obras acabaron en gabinetes secretos de colecciones privadas. El políticamente incorrecto Goya no se anda con remilgos y titula uno de los dibujos de su Álbum C «El Maricón de la tía Gila» , que turbó a Rafael Alberti.

En la misma línea, el Museo Thyssen ha incluido 16 obras de su colección en un itinerario especial, denominado «Amor diverso» . Obras cuyos autores, temas y personajes (incluso mecenas como el cardenal Scipione Borghese) están relacionados con el colectivo LGTB. Hércules travestido en la corte de Onfalia, pintado por Hans Cranach; los amoríos de David y Jonatán, la doble vida de John Singer Sargent, la homosexualidad de Hockney, Rauschenberg y Bacon -quien retrató a sus numerosos amantes-, o la escena abiertamente lésbica que Rodin inmortalizó en «El nacimiento de Venus (La Aurora)».

La pasión del barón por un músico español

«La muerte de Jacinto», de Tiepolo MUSEO THYSSEN

Antes de que a Carmen Thyssen le dé un pasmo, habría que aclarar que el barón al que se refiere el titular de esta historia es Wilhelm Friedrich Schaumburg Lippe Bückeburg y no Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, su difunto marido. Aquel otro barón mantuvo una apasionada historia con un músico español en Venecia, una de las paradas del Grand Tour, viaje iniciático por Europa que solían hacer en el siglo XVIII los jóvenes de la alta sociedad. El padre del barón llamaba al amante de su hijo «tu amigo Apolo». Este murió en 1751. Es entonces cuando el barón encarga a Giambattista Tiepolo un cuadro, «La muerte de Jacinto». El tema no podía ser más apropiado. Narra la historia del joven Jacinto , del que se enamoró el dios Apolo . Pero también Céfiro , el dios del viento. Durante un juego, el disco lanzado por Apolo fue desviado por Céfiro, golpeando mortalmente a Jacinto. De la sangre derramada florecieron los jacintos. Tiepolo pintó la escena con una variante. En vez de un disco, los amantes jugaban al tenis (pallacorda, en el siglo XVI). En la parte inferior derecha del lienzo aparece una raqueta y en el suelo unas pelotas. La mejilla izquierda de Jacinto luce amoratada del pelotazo mortal. La estatua del dios Pan presencia, divertida, la escena.

Detalle de la restauración de «La muerte de Jacinto», de Tiepolo MUSEO THYSSEN

Este monumental cuadro ha sido estudiado a fondo y restaurado por un equipo capitaneado por Ubaldo Sedano. Luce espléndido tras recuperar los colores originales, como el manto azul de Apolo, realizado con lapislázuli. El pintor no escatimó en gastos. El lienzo padecía problemas a causa del reentelado con cera y resina al que fue sometido hace años. Se han eliminado los barnices oxidados, que habían amarilleado, y los repintes. También se han reintegrado las pérdidas de pintura. La escena ha recuperado la profundidad: ahora se aprecian los volúmenes y los matices. Junto al cuadro, se exhiben en cajas de luz la radiografía y la reflectografía, donde apreciamos los pequeños arrepentimientos de la pintura, concebida por Tiepolo casi como una «Piedad» , donde el Cristo yacente es Jacinto.

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