Montse Aguer: «Me gustaría que los Museos Dalí dependieran menos del turismo exterior»
El triángulo daliniano reabre hoy sus puertas, aunque se prevé que, para minimizar el impacto económico, vuelva a echar el cierre el 13 de septiembre. Hablamos con su directora
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Iniciar sesiónEl Teatro-Museo Dalí de Figueras , el Castillo Gala Dalí de Púbol y la Casa Salvador Dalí de Portlligat conforman la santísima trinidad para los seguidores del artista, que son legiones en el mundo. Debido a la pandemia y al ... obligado cierre en los últimos meses (las 120 personas de la plantilla han sufrido un ERTE), se prevén unas pérdidas este año de 4,5 millones de euros . Y es que el 80% de sus visitantes son extranjeros. Éstos, de momento, no han llegado aún.
— ¿En qué situación se hallan los Museos Dalí?
—Ha sido difícil, porque un 80% de nuestros visitantes son extranjeros. Abrimos desde hoy sábado, 11 de julio, hasta el 13 de septiembre. Pero ésta es una fecha flexible, dependerá de cómo vaya la situación. Se prevé que podríamos alargarlo un poco más. Habrá reducción de aforo y de horarios en los tres centros. Pero tenemos buenas previsiones.
— ¿Hasta cuándo sería el cierre?
—Todavía no lo ha acordado el Patronato, hay aún que perfilarlo, pero quizás hasta febrero del año próximo.
— ¿Y cuál es el motivo de cerrar esos meses?
—Minimizar el impacto económico para llegar de manera más o menos estable al año próximo.
— La Fundación Gala-Salvador Dalí es privada, aunque en su Patronato están presentes las Administraciones públicas (Estado español, Generalitat de Cataluña y Ayuntamientos de Figueras y de Cadaqués). ¿No cuentan los Museos Dalí con ningún tipo de ayuda pública?
—La financiación es absolutamente privada. Hasta ahora no hemos tenido ninguna subvención pública. Tampoco la hemos pedido. Todo se autofinancia a través de la venta de entradas, las tiendas, los derechos de autor, las exposiciones internacionales...
— Si el 85% de esa autofinanciación procede de los ingresos por taquilla, ha debido ser una auténtica debacle estar tanto tiempo cerrados...
—La Fundación ha hecho inversiones de adquisiciones importantes, pero siempre manteniendo una situación económica que le permite estabilidad. Y en estos momentos es muy importante haber tenido ese ahorro en los últimos años. Es lo que ayuda a afrontar el futuro sin preocupaciones excesivas para poder subsistir hasta el año próximo.
— Esos ahorros permitirán afrontar unas pérdidas que se prevén este año de 4,5 millones de euros... Hasta la llegada de la pandemia, las cifras eran muy buenas...
—Fueron estupendas en el primer trimestre del año, hasta que cerramos. Estábamos subiendo de visitantes, en relación al año pasado. Y esa subida era importante, porque era temporada baja (invierno), que es cuando interesa que vengan más visitantes. En verano hay normalmente muchísimos.
— En 2019 se superó el millón de visitantes. ¿Es suficiente? ¿Pueden asumir los Museos Dalí más público?
—Yo creo que con los horarios establecidos, está bien esa cifra. Si queríamos asumir más visitantes, tenía que ser en invierno. En verano habría que ampliar los horarios. Yo creo que hay que mantener el equilibro entre los visitantes y los trabajos de conservación preventiva, de restauración... que implica tener los museos abiertos al nivel de calidad y de exigencia que nos imponemos.
— En 2019 bajaron las visitas de catalanes y de rusos. ¿Ha seguido esa tendencia en 2020?
—Es cierto que habían bajado los visitantes rusos y los catalanes. Pero no es un cambio sustancial.
— Sólo un 20% del público es español. ¿Le gustaría no depender tanto del turismo extranjero y atraer más al nacional?
—Sí, me gustaría que vinieran más visitantes españoles, porque es un patrimonio nuestro. Me gustaría que dependiéramos menos del turismo exterior.
— Sorprende, siendo Dalí un artista tan popular en España. ¿A qué atribuye ese desapego?
—No diría que es desapego. La mayoría de los españoles tienen vacaciones en verano, y asocian el verano con una masificación de las visitas. Es un tema que suelen tener pendiente, pero hay mucho interés.
— Dicen que la pandemia va a cambiar el modelo museístico. ¿Cómo cree que afectará a los Museos Dalí?
—La cantidad de visitantes que teníamos no podrá ser igual en los próximos tiempos. Organizamos una exposición internacional como mínimo cada año. El futuro inmediato será difícil para todos los museos. En cuanto al más lejano, si se controla la pandemia, poco a poco regresaremos a lo que teníamos, recuperaremos cierta normalidad. En ese sentido, no soy tan escéptica. Pero hay demasiados interrogantes ahora mismo para dar opiniones. Los museos tendrán que fijar prioridades: incidir más en la investigación, trabajar más de puertas adentro, con fondos propios...
— El hecho de que Púbol y Portlligat sean casas-museo, ¿favorece o perjudica?
—Son museos pequeños, y en ese sentido el aforo sí que nos condiciona, pero quizá la especificidad de estos museos ayude. Los tres tienen espacios exteriores significativos.
— ¿Se potenciarán las exposiciones internacionales como forma de conseguir más fondos?
—Hay negociaciones con varios países. Sigue el interés, pero hay incertidumbre. No se han cancelado los proyectos, pero tampoco se ha confirmado que siguen adelante. Están en una especie de «stand-by». Los próximos tres meses van a ser cruciales. A ver cómo sigue la pandemia. Esto sí que nos condiciona. Queremos estudiar a fondo la posibilidad de hacer exposiciones inmersivas: sin obra original, sino proyectada. El futuro pasaría por combinar las exposiciones presenciales (absolutamente imprescindibles) y las inmersivas. Es otra manera de acercarse al artista. [El 25 de junio reabrió en Baux-de-Provence la muestra digital inmersiva «Dalí. El enigma sin fin»]
— Auguran menos megaexposiciones por el precio de los seguros y los transportes, el riesgo de los préstamos...
—Quizás en el futuro inmediato, pero yo creo que se activarán nuevas formas. Es posible que haya menos presencia de obra para compensar el aumento de los seguros y los transportes, pero creo que continuarán.
— El préstamo del «Cristo de San Juan de la Cruz», de Glasgow, previsto para finales de año, también se ha visto afectado. ¿Tienen nueva fecha?
—Una de las cosas positivas, si puede hablarse de algo positivo, es que hay una solidaridad entre los museos. Pedimos al museo escocés aplazarlo al menos un año. Ellos accedieron, tendremos que volver a hacer la petición. Desde que la compró el Museo de Glasgow no ha viajado a España. Es una obra muy significativa de su producción, la más icónica de Dalí, que tiene un gran poder de atracción. Un misticismo nuclear, a través de una especie de hiperrealismo, transmite una idea de esta visión de Cristo, que parte de San Juan de la Cruz. Dalí sabe transmitir esta idea de fe. Él se declara ateo-agnóstico, pero busca la fe. Una dicotomía siempre presente en Dalí.
— ¿Qué proyectos editoriales hay en marcha en torno a Dalí?
—Sigue la investigación. Tenemos varios proyectos. El más inmediato es publicar en primavera de 2021 un libro sobre Dalí y su trayectoria, editado por Taschen, que también podría publicar «La vida secreta de Dalí».
— A Dalí, siempre tan curioso por todo, le habría fascinado este virus.
—Seguramente, le habría interesado la parte científica, pero también la estética del coronavirus. Hubiera mantenido intercambios con científicos. Dicen que Dalí era un artista que no estaba atento a la actualidad de su tiempo, pero sí lo estaba. Otra cosa es cómo la reflejara en su obra. Unas veces lo hacía y otras no. A medida que profundizamos en su obra, nos damos cuenta de que estaba atento a su realidad.
— Usted es la comisaria de la exposición «Dalí. El surrealismo soy yo», que reúne doce obras surrealistas en el Teatro-Museo de Figueras. ¿Se planteó durante la pandemia?
—Sí. Estábamos barajando varias posibilidades, pero, por la pandemia, no tenemos ahora ninguna exposición internacional. Estuvo la de Rusia, con gran éxito. Es excepcional que estas doce obras estén al mismo tiempo en nuestro museo. Era la oportunidad de presentarlas a los visitantes para que puedan verlas con un enfoque distinto: a través del paisaje de un determinado imaginario visual de Dalí.
— Dalí se adhirió al surrealismo en 1929, pero tuvo sus más y sus menos con Breton y acabó saliendo del grupo, pero fue surrealista toda su vida.
—Sí. Nosotros queríamos reivindicar varios temas. «El surrealismo soy yo», una frase provocadora que dijo Dalí, se ha revelado profética. De hecho, si preguntáramos a la gente el nombre de un surrealista, todo el mundo diría Dalí. Su surrealismo no se ciñe a los años 30, sino que se extiende a lo largo de toda su trayectoria. De hecho, se exhibe una obra de 1943, de su época americana, que la situamos dentro de las invenciones imaginarias, como dijo el propio Dalí, porque era un surrealismo que se aúna con el clasicismo de Rafael. Dalí no abandonó nunca el imaginario surrealista. Estos paisajes alucinatorios, oníricos, paranoico-críticos, y a la vez muy reales, casi hiperreales, conforman la obra de Dalí.
— Y en Púbol se inaugura la muestra «Gala/Dalí/Dior. De arte y moda», cuya apertura iba a ser el 14 de marzo.
—Para mí, es una muestra interesante porque incidimos en la moda, que aúna a los tres, pero también en las similitudes que había entre Dior y Dalí: ese afán de internacionalización, de perfeccionamiento... Ambos escribieron unas autobiografías con aspectos parecidos. En la de Dior hay párrafos que recuerdan mucho la visión de Dalí. Y, al mismo tiempo, estaban alejados. Era interesante esta reivindicación de París, de Estados Unidos, que representaba el nuevo mundo. Una concepción del arte basada en la tradición, pero al mismo tiempo rompedora. Dalí, con mucha más provocación e ironía. Dior iba con «La vida secreta de Dalí» bajo el brazo. En unas galerías de las que era socio en París se mostró su obra. Dalí decía que Dior fue el primero que reivindicó su obra surrealista.
— ¿Fueron buenos amigos?
—Una amistad profunda no, pero sí compartieron círculos en París, en EE.UU., en Venecia... Ambos estuvieron en el Bal Beistegui, calificado el Baile del Siglo. Gala y Dalí vistieron unos disfraces diseñados por la Casa Dior.
— ¿Gala vestía de Dior?
—Sí, tenía vestidos de la Casa Dior. [Entre las piezas estrella, tres modelos que pertenecieron a Gala]
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