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Un joven pintor, Daniel Parra, se embarca en un proyecto para pintar la batalla de Trafalgar

Después de un año estudiando junto al arqueólogo Javier Noriega, expondrá 20 obras en abril, prólogo de un relato mayor

El Victory de Nelson irrumpiendo la línea de la combinada y recibiendo el infierno de pólvora del Redoutable de Lucas. A la derecha, desdibujado, el Bucentaure virando para huir
Jesús García Calero

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Todo comenzó hace un año, al salir de ARCO . Después de visitar la feria, el artista Daniel Parra (Córdoba, 1980) se dirigía hacia otra cita y pasó por delante del Museo Naval . Decidió echar un vistazo. Algo ocurrió aquella tarde que le ha llevado a embarcarse -nunca mejor dicho- en un proyecto inédito para los pintores de su generación. La historia le atrapó . Al día siguiente ya estaba leyendo «Cabo Trafalgar», la novela de Arturo Pérez-Reverte. «Primero fue Gravina. Me impactó ver sus pertenencias en el Museo . Me di cuenta del peso moral de su difícil decisión de entrar en batalla...» Después continuó. Se hizo muchas preguntas. Y fue respondiendo poco a poco a algunas.

La mesa de trabajo en la que estudia la personalidad de los protagonistas de la batalla Francis Silva

En el estudio de Daniel Parra, en el pueblo malagueño de Colmenar, hay una mesa de trabajo que parece el «facebook» de Trafalgar. Retratos a carbón de los protagonistas, que estudia psicológicamente, para llevarlos a gran formato. A su vez, en las paredes y sobre los caballetes se amontonan cuadros y bocetos de una exposición que comenzará con 20 obras en abril pero que él quiere llevar a una gran dimensión más adelante. Ha estudiado la personalidad de cada uno de ellos, y puede atraparla en cada dibujo, después de compartir con ellos tantas horas: la perspicacia y dignidad de Alcalá Galiano, la desdeñosa oscuridad de Villeneuve , la bravura y la belleza de Churruca, la amarga lucidez de Gravina… Dentro del artista hay también una batalla .

Daniel Parra, en plena creación Francis Silva

Hablamos de talento, el de hoy y el de entonces. Cómo servir a la idea de pintar una secuencia sobre lo que ocurrió a los mejores capitanes de mar y guerra de nuestra historia , científicos y cosmógrafos con una vida intensa. ¿Cómo utilizar un lenguaje actual? Hablamos de la plana mayor de la más honrosa fuerza naval española que fue destruida por la infausta temeridad de Villeneuve, el vicealmirante francés. Él sabía que Napoleón le iba a relevar y decidió entablar batalla por motivos personales, llevando a cinco mil marinos a la muerte y a la flota combinada al desastre .

El Santísima Trinidad, en plena construcción en La Habana Francis Silva

Todos estos rostros guardan secretos que fueron arrastrados a la tumba aquel 21 de octubre de 1805. Quien los escruta es el artista, que ha buscado el asesoramiento del arqueólogo malagueño Javier Noriega . Él ha entablado una interlocución -«me ha envenenado con este tema»- y ha estructurado el proyecto desde el corpus documental de la batalla, obra de Juan Ignacio González-Aller , además de los estudios de Hugo O’Donnell , Agustín Rodríguez González y también la investigación de Carlota Pérez-Reverte sobre los uniformes. Y ha dado lugar a un diálogo sin fin que va ya para un año.

El tándem perfecto, pintor y arqueólogo, Daniel Parra y Javier Noriega Francis Silva

En este estudio de pintor hay una emoción multiplicada. Toda la sala parece una cubierta disparando imágenes por todos los costados. Le vemos pintar con gestos rápidos sobre la tabla y sobre la banda sonora de Vaugham Williams, Bach y Boccherini (la de ), mientras uno observa a su alrededor cómo se eleva el Santísima Trinidad , el Escorial de los mares, más grande navío de línea de la historia, en el astillero de La Habana; o asiste a una recluta de pescadores gaditanos a los que visitan , apenas sombras, los oficiales de la Armada, porque estaban en el rol; y también ve a los espías ingleses cerca de la intendencia de la Armada en Cádiz, coscándose de cómo estaba todo, la pólvora regular, las dotaciones mal, los navíos no muy bien...

Recluta de la Armada entre los pescadores gaditanos que estaban en el rol

Todo lo que se cuece antes y después de la batalla está en la punta del pincel, porque este proyecto es como una película, lleno de pequeños relatos y emociones encadenados y, por supuesto, embarcados con nuestra mirada atónita en aquellas viejas naves envueltas en fuego, entre el humo de la pólvora, la sangre y los movimientos de los hombres en acción. Incluso vemos a los héroes desgraciados, ya muertos, cayendo en el abismo hacia el fondo. También un pecio, una tumba recién excavada en el agua , con el león rampante ahogado, no se yace estrecho allí. Y la tempestad que siguió a la batalla (durante días llegaron despojos, cuerpos, heridos de las tres escuadras a la playa del Varadero).

Parra ultima varias obras hasta un total de 20 con varios estilos y técnicas, desde el carbón a los sprays Francis Silva

Parra y Noriega nos hablan de los momentos cruciales : sobre todo el consejo de guerra del 8 de octubre, a bordo del Bucentaure, donde se perdió la batalla trece días antes de producirse, en medio de una discusión. Llama la atención que no haya más pintura sobre aquellos días decisivos, que los artistas hayan vuelto la mirada hacia otro lado. Allí puede plasmarse la personalidad de Cosme Damián Churruca («si el brigadier hubiese estado en el consejo apoyando a Galiano...», dice Daniel Parra), un vasco de raíz dura, valeroso sin medida y muriendo por España , «que no puede dejar a nadie indiferente», añade el pintor.

Daniel Parra explica el camino desde los bocetos a los cuadros, pasando por los documentos históricos Francis Silva

Como cuentan las crónicas de la batalla, con una pierna amputada, pidió un cubo de arena para cortar la hemorragia y mantenerse en pie al frente de su dotación hasta el final. «La entereza, la casta de marinos ilustrados y bravos, frente a la muerte a pecho descubierto por dos palabras que hoy apenas tienen sentido y se desdeñan: el honor y el deber» , añade. ¿Se puede pintar eso desde la textura contemporánea? Noriega sentencia: «Mirar Trafalgar y ver solo una derrota es no ver nada» .

Trafalgar es todavía un nudo gordiano de nuestro presente. Parra recuerda que dos generaciones de hombres de mar quedaron allí ahogadas: «En la exposición habrá personajes que nos contarán esa historia». «Después de Trafalgar España dio la espalda al mar con resultados penosos... hasta 1898», añade Noriega. Y más allá. Hasta nosotros. La conversación continúa, entre detalles y propuestas: «Tiene consecuencias en cómo somos ahora. Por eso hacemos esta película, una semilla que va a hacer tangible la historia».

La conversación pintor-historiador resulta interminable, detalles e historias hasta lograr la idea que buscan Francis Silva

Preguntamos a Arturo Pérez-Reverte sobre la iniciativa de este pintor, de una generación más reciente a Augusto Ferrer-Dalmau: «Supone que no todo se pierde. Que el esfuerzo de quienes procuran rescatar y fijar la historia sirve de algo importante. Que siempre hay alguien joven y con talento que recoge el testigo , alguien en quien germina la semilla que, aparentemente, fue despreciada, ignorada e incluso pisoteada. Es un consuelo realmente analgésico» , comenta el escritor.

Para el gran divulgador que publica el 14 de marzo «Una historia de España» (Alfaguara) , «es importantísimo, precisamente por venir de quien viene. Cuando tantos idiotas y manipuladores diversos califican de nostálgico y rancio, y ya a estas alturas casi fascista, rememorar la historia (la historia que no les conviene a ellos, naturalmente) , que por el contrario artistas y creadores jóvenes encuentren en ella material, no ya para repetir o limitarse a conservar, sino para crear de forma novedosa y abrirlo a generaciones futuras con nuevos tratamientos y perspectivas modernas, es formidable».

Está de acuerdo Pérez-Reverte con Parra en que no se puede desdeñar la España que representan los hombres de Trafalgar . «Nos perderíamos una lección extraordinaria de coraje y decencia. De hombres valientes y dignos. De patriotismo en el más noble sentido de la palabra, en estos tiempos en que desde tantas ópticas diferentes tanto se abusa, y no siempre para bien, de la palabra patria», remata el académico.

Por eso es pertinente volver, 214 años después, a Trafalgar con otros ojos, desde otra generación que lee los hechos sin prejuicios, y por encima de todos nuestros demonios, para saber que allí peleó una España de ambición e innovación (aquellos científicos y guerreros, aquellas naves insuperables), de sentido común (porque todavía se sentía en común) y dignidad ganada y merecida. Más allá de los restos de la derrota, como se palpa en el estudio de este artista, que sigue disparando imágenes de las que estábamos huérfanos, y estudiando la historia para librar su batalla con el presente.

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