Frida Kahlo: la artista, más allá de los clichés y el mito del personaje
Una monumental monografía reúne por vez primera toda su obra pictórica: 152 pinturas, incluidas las perdidas y destruidas
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Iniciar sesiónDecía Alejandro Gómez Arias, amigo y novio de juventud de Frida Kahlo , que era tan contradictoria y múltiple su personalidad que «puede decirse que existen muchas Fridas ». Posiblemente, así sea, pero la pintora más célebre de la Historia, un icono ... del siglo XX , ha quedado parapetada tras una retahíla de tópicos y clichés del personaje , que se repiten una y otra vez en exposiciones y monografías. Una mujer exótica (cejijunta, con bigote, ataviada con vestidos y joyas tradicionales mexicanos, y flores en el pelo). Una mujer doliente (un brutal accidente en 1925 –el autobús en el que viajaba fue embestido por un tranvía– le ocasionó lesiones gravísimas, unos dolores insoportables, 32 operaciones, tuvo que llevar corsés de acero, le amputaron parte de una pierna, sufrió varios abortos y un par de intentos de suicidio). Una mujer engañada (Diego Rivera, con el que se casó dos veces y al que amaba obsesivamente -«te quiero más que a mi piel»-, le fue infiel con su hermana Cristina). Una mujer libre (amante de Trotski, abiertamente bisexual) y comprometida con el comunismo ...
Una vida fascinante que quiso llevar al cine Madonna (atesora varias pinturas de la artista), aunque le ganó la partida otra mexicana de rompe y rasga: Salma Hayek . La imagen de Frida Kahlo –se autorretrató hasta en medio centenar de ocasiones; era la modelo más cercana en sus largas convalecencias en el hospital y en la Casa Azul de Coyoacán (hoy lugar de pereginación de sus miles de fans)– adorna toda clase de merchandising : tazas, camisetas, pareos, bolsos... Frida es la mejor embajadora de México, pero también su souvenir más exportable .
Explica el porqué de esta kahlomanía , en conversación telefónica con ABC desde Ciudad de México, Luis-Martín Lozano , historiador del arte, quien lleva más de tres décadas investigando sobre Frida Kahlo y Diego Rivera. Benedikt Taschen le encargó un monumental volumen (en México se presenta el 6 de septiembre): monumental tanto en su continente ( un volumen XXL, de 624 páginas y 5,4 kilos ), como en su contenido. Reúne por vez primera toda la obra pictórica de Frida Kahlo (152 pinturas) , tanto las conocidas como algunas no reproducidas en ochenta años y las que se hallan en paradero desconocido o han sido destruidas (se conocen gracias a imágenes en blanco y negro tomadas por Guillermo Kahlo, padre de Frida, y por su amiga la fotógrafa Lola Álvarez Bravo).
Entre los cuadros que no se sabe dónde están, los retratos de su hermana Adriana , de su amiga Tina Modotti (fotógrafa que la inició en el activismo político y el comunismo); de Ruth Quintanilla (se basó en una fotografía de Edward Weston) y de Lupe Marín (primera esposa de Diego Rivera). Cuentan las malas lenguas que acabó con él a tijeretazos. «La relación entre ambas atravesó momentos muy difíciles», explica Lozano. Tampoco se sabe dónde están obras como ‘Si Adelita (Los Cachuchas)’ –grupo de jóvenes amigos de la Escuela Nacional Preparatoria, entre los que se hallaba Frida–; ‘El avionazo’ (la artista ve en la prensa imágenes del primer accidente aéreo en México y lo pinta; se ve como una metáfora de su desolación al descubrir que su marido le fue infiel con su hermana) o ‘La mesa herida’ , cuadro monumental que Frida donó a la Unión Soviética y al que se le pierde la pista en 1955 en Polonia. Recientemente, un marchante dijo que se hallaba en la cámara acorazada de un banco en Gran Bretaña y que estaba a la venta por una cifra astronómica. Los expertos dudan de su autenticidad.
Luis-Martín Lozano no se pronuncia al respecto. Sí dice que «hay pocas obras de Frida disponibles en el mercado y los coleccionistas se pelean por ellas , lo cual ha propiciado un mercado de falsos ». Advierte de que incluso han aparecido colgadas en museos (prefiere no dar nombres) algunas de estas obras desaparecidas, exhibidas como auténticas y que resultaron ser meras copias. El r écord en subasta de Kahlo lo estableció ‘Dos desnudos en el bosque’, vendido en 2016 por 8 millones de dólares. Entonces fue la mayor cotización del arte latinoamericano. Años después le superó Diego Rivera con ‘Los rivales’ (9,7 millones). ¡Qué título tan apropiado!
Entre las pinturas destruidas , el retrato de su amigo Jesús Ríos Valles (al que apodaron con guasa Chucho Paisajes ), cuyo resultado no satisfizo a Frida y «acabó como Juana de Arco», en la hoguera; y ‘Recuerdo de la herida abierta’ , un autorretrato sangrante adquirido por Edgar Kaufmann Jr. para su padre y que ardió en un incendio en la mansión familiar. Se sabe que entre las 25 obras que Kahlo expuso en el 38 en Nueva York se hallaba una titulada ‘Eye’ (Ojo) , hoy perdida y de la que no hay ninguna fotografía. Lozano atribuye el desmedido interés y atracción por la pintora a varios aspectos. Por un lado, «Frida transmite un discurso con enorme franqueza y honestidad , llega al espectador de manera directa. Su figuración es detallada y obsesiva. Yo he sido testigo, en una exposición en Japón, donde los jóvenes se quedaban absortos admirando sus obras». Además, cita otras causas de la kahlomanía, como el a poyo de la comunidad hispana (Frida es un baluarte de la identidad mexicana), el feminismo en EE.UU., que la erige como icono; las primeras subastas de arte latinoamericano en Nueva York , la biografía que Hayden Herrera publica en los 80 (fue un ‘best seller’ y hoy se considera canónica), o la primera película sobre la artista, de 1983, dirigida por Paul Leduc , objeto de culto.
Todo ello, advierte Lozano, crea ese ‘boom’ de Frida Kahlo en los 90 , en el que Estados Unidos jugó un papel esencial. De hecho, su primera exposición individual se celebró en 1938 en la galería Julien Levy de Nueva York . Su primer cuadro lo adquiere en 1929 un industrial norteamericano, Jackson Cole Phillips. El actor y gran coleccionista Edward G. Robinson compró cuatro obras. Se lamenta Luis-Martín Lozano de que tanto en las exposiciones como en los libros sobre Frida haya «una visión sesgada, que lleva consigo un desconocimiento de ella como pintora. Es objeto de una manipulación mercantil . Lo que vende es el personaje , que se considera más importante que la pintora, cuando su personalidad es el resultado de su proceso creativo. La historia que se cuenta es la idea de Frida como víctima de la enfermedad y las infidelidades de un marido machista, creando un guion de telenovela explotado hasta la náusea , que los mexicanos rechazamos. Frida tiene una dimensión de la cultura universal mucho más profunda. La mejor manera de conocerla es a través de sus pinturas, de una gran complejidad intelectual. Ella construye el personaje y lo deconstruye al final de su vida ».
Su padre, Guillermo Kahlo, fotógrafo, atesoraba una gran biblioteca de pintura europea, que la pequeña y adolescente Frida leía. Su universo intelectual de juventud es cosmopolita, culto y sofisticado: «Conocía la obra de Bronzino, Uccello, Brueghel, El Bosco ...», dice Lozano. Le interesa el Antiguo Egipto, el arte precolombino, el Renacimiento italiano, el surrealismo, la nueva objetividad alemana... ¿Y el arte español? Consta que se llevó a su biblioteca en la Casa Azul un libro de Velázquez .
La vida de Frida Kahlo es archiconocida. Pero no basta. «Es una de las artistas más revisitadas del mundo, pero faltaba una visión de toda su trayectoria». De ahí que naciera este libro, cuyo corazón es el c atálogo razonado de su pintura , para el que Lozano ha contado con la colaboración de Andrea Kettenmann y Marina Vázquez Ramos. Además, el volumen incluye un ensayo, en cuatro capítulos, que aborda toda su trayectoria artística; biografía, bibliografía, una selección de sus cartas y diarios, su relación con Diego Rivera, la Casa Azul... Las exposiciones de Frida tuvieron éxito de crítica y su obra, prestigio y reconocimiento ( Picasso, Duchamp y Kandinsky la celebraron en una exposición en París, organizada por Breton), pero no se tradujo en ventas. Entre sus últimas pinturas, un trozo de sandía con la inscripción ‘Viva la vida’ ; un retrato de Stalin apenas abocetado... y ‘Frida en llamas’ , que rasgó con un cuchillo. «Raspó la pintura lentamente, demasiado lentamente. Raspó anulándose, eliminándose, destruyéndose, como en un ritual de sacrificio», relata la escritora Raquel Tibol , que fue testigo muda. Frida murió el 13 de julio de 1954 . Su cuerpo fue incinerado. David Alfaro Siqueiros, presente en la cremación, relataba que «las llamas encendieron sus cabellos, su rostro apareció sonriente dentro de un girasol». Frida ya lo premonizó.
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