Suscríbete a
ABC Cultural

LADRÓN DE FUEGO

Maruja Mallo, pasajera del infinito

«En sus cuadros de desobediencia respira siempre una modernidad violenta, que tiene en el norte a las vanguardias europeas y en el sur a la esencia ibérica»

Maruja Mallo, la imaginera visual de la Generación del 27

Un aspecto de la exposición dedicada a Maruja Mallo en el Museo Reina Sofía Efe
Ángel Antonio Herrera

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Va en curso una retrospectiva fabulosa de Maruja Mallo, la desmedida artista que fue el trueno hembra en medio de la Generación del 27. Maruja Mallo es una creadora de poderío imaginativo, casi excéntrico, una criatura «mitad ángel, mitad marisco» según la acuñación ... de Salvador Dalí, que la veneró. Esta gran retrospectiva hay que celebrarla y aplaudirla, pero avala que las atenciones mayores a nuestros grandes nombres llegan más bien tarde. Pero llegan, eso sí. Algo es algo. Maruja, como pintora, cruzó épocas diversas, bajo figuración de fiebre, pero diríamos que pintó como quien apedrea la costumbre. También en la vida se quiso enemiga de la convención, amando a poetas caníbales, ejerciendo el nomadismo, huyendo de todo espejo previsible. En los días en que España todavía olía a rancio, ella pensaba con la melena suelta, y su pincel era el ajuar del desafío mágico. En torno a ella giraban nombres a los que la historia ha dado pedestal: Lorca, Dalí, Alberti, Buñuel. He aquí una costelación del talento, donde Maruja vivió de relámpago libérrimo, entre la inspiradora y la bruja, con algo de moradora del vacío, con algo de pasajera de los infinitos.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia