LADRÓN DE FUEGO
Maruja Mallo, pasajera del infinito
«En sus cuadros de desobediencia respira siempre una modernidad violenta, que tiene en el norte a las vanguardias europeas y en el sur a la esencia ibérica»
Maruja Mallo, la imaginera visual de la Generación del 27
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónVa en curso una retrospectiva fabulosa de Maruja Mallo, la desmedida artista que fue el trueno hembra en medio de la Generación del 27. Maruja Mallo es una creadora de poderío imaginativo, casi excéntrico, una criatura «mitad ángel, mitad marisco» según la acuñación ... de Salvador Dalí, que la veneró. Esta gran retrospectiva hay que celebrarla y aplaudirla, pero avala que las atenciones mayores a nuestros grandes nombres llegan más bien tarde. Pero llegan, eso sí. Algo es algo. Maruja, como pintora, cruzó épocas diversas, bajo figuración de fiebre, pero diríamos que pintó como quien apedrea la costumbre. También en la vida se quiso enemiga de la convención, amando a poetas caníbales, ejerciendo el nomadismo, huyendo de todo espejo previsible. En los días en que España todavía olía a rancio, ella pensaba con la melena suelta, y su pincel era el ajuar del desafío mágico. En torno a ella giraban nombres a los que la historia ha dado pedestal: Lorca, Dalí, Alberti, Buñuel. He aquí una costelación del talento, donde Maruja vivió de relámpago libérrimo, entre la inspiradora y la bruja, con algo de moradora del vacío, con algo de pasajera de los infinitos.
Pronto comprendió que el mundo no sólo pide contemplación sino reinvención. En sus cuadros de desobediencia respira siempre una modernidad violenta, que tiene en el norte a las vanguardias europeas y en el sur a la esencia ibérica. Como Picasso, como Miró, buscó el pulso silencioso de lo nuevo. Pero no usó, al explicarse, el mito sino la vida misma. Ahí están en sus telas los rostros de las obreras, las ferias, los objetos triviales que se esbeltecen en claro símbolo, por arte puro de rebeldía. Nunca pidió permiso para ser moderna, obviamente. Fue musa y creadora, discípula y maestra, figura extrema que incomodó tanto a las academias como a los santuarios de vanguardia.
Exiliada, silenciada, olvidada por un tiempo, Maruja Mallo sobrevivió al naufragio de su siglo. Y aquí está ahora, exponiendo triunfal con una obra de misterioso susto, entre el surrealismo sentimental y la geometría indagatoria. No pintaba para su tiempo pero quizá tampoco para el nuestro. Se acomodó a sí misma. Y quizá ni eso.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete