Comiendo ovejas azules: así sobrevivieron los denisovanos en el Tíbet durante cientos de miles de años

Un nuevo estudio revela que esta antigua especie humana consiguió superar, sin abandonar una cueva a gran altitud en la meseta tibetana, dos glaciaciones y el correspondiente periodo interglaciar

Este era el aspecto de los denisovanos

Primer retrato de una niña denisovana MAAYAN HAREL

Uno de nuestros ancestros más enigmáticos, los denisovanos, lograron sobrevivir a las duras condiciones de la meseta tibetana cazando una amplia variedad de mamíferos, entre ellos, las 'ovejas azules', una especie de cabra de alta montaña llamada así por el brillo de su ... pelaje. En un artículo recién publicado en 'Nature', un equipo de investigadores dirigido por por Frido Welker, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), Dongju Zhang de la Universidad de Lanzhou (China) y Fahu Chen, del Instituto de Investigación de la Meseta Tibetana, CAS (China), estudió más de 2.500 huesos de la cueva Baishiya Karst, que se encuentra a gran altitud y que es uno de los dos únicos lugares donde se sabe a ciencia cierta que vivieron los denisovanos. La investigación arroja luz sobre el comportamiento de esta antigua especie humana e indica hasta qué punto supieron adaptarse al entorno duro y variable en el que les tocó vivir.

Los denisovanos son una especie extinta de humanos antiguos, estrechamente relacionados con los neandertales, que se extendieron por gran parte del este de Eurasia hacia el final de la última edad de hielo. La mayoría de los huesos encontrados en la cueva están tan fragmentados que fue imposible identificar, sólo por sus formas, a qué especie pertenecía cada uno. Por eso, el equipo empleó un método de detección genética, denominado zooarqueología por espectrometría de masas (ZooMS). Basándose en pequeñas diferencias en la secuencia de aminoácidos de la proteína colágeno, ZooMS permitió determinar las especies a las que pertenecían las diferentes muestras óseas.

Ovejas azules

Así, combinando análisis moleculares con métodos más tradicionales, los investigadores determinaron que la mayoría de los huesos eran de oveja azul (también conocida como bharal), una especie de cabra que aún resulta común de ver en el Himalaya en la actualidad. Otros fragmentos de huesos procedían de grandes herbívoros, como el yak salvaje, de équidos, del extinto rinoceronte lanudo e incluso de carnívoros, como la hiena manchada.

Los investigadores también identificaron fragmentos de huesos de aves y de otros pequeños mamíferos, como las marmotas. En conjunto, las especies animales encontradas en la cueva kárstica de Baishiya indican que estaba rodeada por un paisaje de pasto con algunas pequeñas áreas boscosas. «En la cueva -explica Dongju Zhang -se encontraron grandes cantidades de restos óseos. Las diversas especies identificadas responden en parte a las preguntas de por qué los denisovanos eligieron vivir en la cueva y en la cuenca circundante de Ganjia, y cómo sobrevivieron allí durante cientos de miles de años».

Huesos marcados

Muchos de los fragmentos óseos tenían marcas de cortes y otros rastros de actividades humanas, lo que indica que habían sido procesados por los denisovanos. El análisis detallado de las actividades humanas visibles en las superficies de los huesos muestra tanto la extracción de carne como de médula ósea, pero también indica la preparación de pieles de animales e incluso el uso de los huesos como material para la fabricación de herramientas. También hay actividades humanas visibles en los huesos de pequeños mamíferos y aves.«La evidencia actual -explica el coautor del estudio Jian Wang, de la Universidad de Lanzhou- sugiere que fueron los denisovanos, y no otros grupos humanos, los que ocuparon la cueva e hicieron un uso eficiente de todos los recursos animales disponibles».

Una costilla denisovana

Además, mediante el análisis de ZooMS, los investigadores también encontraron una costilla humana. El análisis detallado de todas las proteínas conservadas en este hueso reveló que perteneció, sin duda, a un denisovano. «Dado que solo conocemos a los denisovanos a partir de unos pocos fósiles en todo el mundo -dice por su parte Zandra Fagernäs, de la Universidad de Copenhague y también coautora del estudio-, la especie es todavía un misterio. Por lo tanto, cada nuevo individuo que descubrimos proporciona una pieza importante del rompecabezas de quiénes eran, dónde vivieron y cuándo». La capa de terreno donde se encontró la costilla data de hace entre 48.000 y 32.000 años, lo que implica que este individuo denisovano vivió en una época en la que los humanos modernos (nuestra propia especie), ya se estaba dispersando por el continente euroasiático.

En conjunto, los resultados de la investigación sugieren que los denisovanos vivieron en la cueva Baishiya Karst hasta bien entrado el Pleistoceno tardío. «Los denisovanos -concluye Frido Welker- resistieron allí durante dos glaciaciones muy frías, pero también durante el período interglacial, más cálido, que hubo en el medio. En conjunto, la evidencia fósil y molecular indica que la cuenca de Ganjia, donde se encuentra la cueva Baishiya Karst, proporcionó un entorno relativamente estable para esta especie humana, a pesar de su gran altitud. Ahora surge la pregunta de cuándo y por qué desaparecieron estos denisovanos de la meseta tibetana».

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