Terapia de pareja: lo que sí y lo que no puede arreglar
Los amagos de ruptura sentimental viven un repunte tras las vacaciones de verano. Psicólogos especializados revelan cómo funcionan estas sesiones y en qué casos pueden reforzar o salvar la relación
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¿Para qué sirven las terapias de pareja?
Decía mi abuela Benita mientras cosía que para que una prenda dure toda la vida no basta con remendar lo visible, sino que hay que deshilvanarla del todo para reforzar las costuras internas. Las terapias de pareja son algo así, una suerte de revisión ... de patronaje para entender cómo fue diseñada. Al menos es como lo describen los psicólogos especializados en vínculos, que viven el mayor repunte de consultas del año tras las vacaciones de verano.
La explicación está en que la mayor cantidad de tiempo libre juntos y la convivencia intensa hacen aflorar las tensiones, las diferencias y la falta de conexión emocional y sexual que a menudo han quedado silenciadas por la rutina. «La terapia es un espacio seguro de acompañamiento para revisar lo sucedido sin juicio. Ayuda a identificar las causas del conflicto y a no quedarse en el síntoma; fomenta una comunicación auténtica, honesta, amable y compasiva y permite ser conscientes de las proyecciones de cada uno», revela Emma Ribas (@emmaribas_psicologia), psicóloga y autora de 'Mindful Love' (Plataforma).
Y aunque algunas parejas siguen pensando que «los trapos sucios se lavan en casa», lo cierto es que son los expertos los que saben identificar en qué punto está la relación. «Las claves para seguir juntos serían el amor entre ambos, el deseo de continuar y de mejorar, el respeto, la admiración por el otro y la búsqueda de alternativas para afrontar lo que les aleja. Pero cuando no hay deseo de cambio, hay faltas de respeto continuadas y violencia física o incluso psicológica, manipulación, indiferencia y desinterés, está claro que no hay bienestar. No compensa seguir unido a esa persona porque todo eso implica que ni nos cuida ni nos permite priorizar nuestro autocuidado», advierte a su vez Silvia Sanz (@silviasanzpsicologa), psicóloga experta en sexología y autora de 'Sexamor' (Aguilar).
Lo más importante, como apunta Andrea Vicente (@psicologa_andreavicente), psicóloga y autora de 'Quien bien te quiere te hará feliz' (HarperCollins Ibérica), es la disposición de ambos. Si a pesar de las discusiones existe voluntad de hablar, escuchar y hacer cambios, la relación tiene opciones. También son buenos indicadores los gestos cariñosos, la complicidad, la capacidad de reír juntos y el interés en cuidar al otro. «Muchas veces no falta amor, sino una forma distinta de cuidarlo. El amor no se mantiene solo, se elige y se trabaja cada día. Una pareja puede atravesar conflictos intensos y salir reforzada si ambos se comprometen en ese proceso», aclara Vicente.
Romper dinámicas
Cuando una pareja decide acudir a una terapia es porque sus integrantes se ven incapaces de abordar juntos lo que los separa. Por eso, como explica la psicóloga Lara Ferreiro (@psicologa_laraferreiro), autora de '¡Ni un capullo más! El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta' (Grijalbo), el principal objetivo de este encuentro con un profesional es aprender nuevas formas de dialogar y de expresar necesidades sin atacar. «Se busca resolver los conflictos desde la empatía en lugar de hacerlo desde la confrontación», señala. Y también es esencial, según Ferreiro, trabajar en el proyecto común, pues muchas parejas descubren que no es que se hayan dejado de querer, sino que sienten que el viaje de vida ya no es compartido.
Es de esta opinión el psicólogo Sebastián Girona, autor de 'Te quiero, pero no funciona' (Plataforma), quien indica que es clave recuperar el diálogo, pues, para él, actúa como el oxígeno de la pareja: «Al principio es una especie de respirador artificial que les permite comenzar a hablar de lo que se están callando. Y después les ayuda a mirar lo que duele y a decidir qué hacer con menos miedo y más verdad».
Para su colega Marian Barrantes, coordinadora del área de pareja de Clínicas Origen, es clave ofrecer un espacio neutral donde puedan expresarse sin interrupciones ni reproches. «Escuchar al otro de forma estructurada cambia radicalmente la percepción. Además, ayuda a identificar los patrones repetitivos que intensifican los conflictos, como las interrupciones constantes, las ironías y los silencios defensivos», precisa.
Cómo funciona la terapia de pareja
Lo que se hace en este tipo de terapias es combinar técnicas prácticas (ejercicios de comunicación, pautas en el reparto de responsabilidades y rutinas de tiempo en pareja) con un abordaje más profundo que ayude a comprender cuáles son las heridas emocionales previas que se activaron con los conflictos que les ha llevado a la consulta. «No hay nada de malo en pedir apoyo profesional, sino al contrario: es un acto de madurez. Una crisis no siempre es el fin, ya que si se maneja bien se puede convertir en el comienzo de una etapa más sólida, más consciente y con vínculos más auténticos», argumenta Barrantes.
La terapia de pareja ofrece la posibilidad de convertir una crisis en una oportunidad para revisar qué falla y qué se necesita cambiar. «No borra lo ocurrido entre ambos, pero sí que ofrece la posibilidad de resignificarlo: lo que parecía el final de la relación puede convertirse en el inicio de una etapa más consciente y madura», dice la experta de Clínicas Origen.
«Muchas veces no falta el amor, sino una forma distinta de cuidarlo. El amor no se mantiene solo, se elige y se trabaja cada día. La pareja puede atravesar conflictos intensos y salir reforzada si los dos se comprometen en el proceso»
Andrea Vicente
Psicóloga y autora de 'Quien bien te quiere te hará feliz'
Pero también requiere implicación de las personas implicadas, no es un proceso pasivo, como recuerda Sanz, ya que ambos deben mirarse por dentro y también a través del otro para buscar lo bueno en cada uno y reconectar con las emociones que provocaron el inicio de la relación amorosa.
Además, en contra de la creencia popular, estas actuaciones no son largas, invasivas o tediosas. Como confirma Nayara Malnero, sexóloga, terapeuta y autora de 'Sexperimentando' (Planeta), pues cuando los dos están de acuerdo en seguir la terapia, los procesos en consulta son breves y en ellos se plantean más acciones que discursos. «Unas veces se trabaja en sesiones conjuntas y otras en encuentros individuales, pero en ambas se emplean herramientas prácticas, se pone foco en lo que necesitan, se toma acción para cambiar las dinámicas lo antes posible y se ataca el conflicto principal», detalla.
Los datos avalan los asesoramientos sentimentales. Según un informe reciente de Talkspace, firma online de salud mental, el 90% de quienes acuden a terapia de pareja reportan una mejora en su salud emocional, dos tercios en su salud física y más del 75% en la calidad de su relación.
Estas cifras muestran, según sostiene Ferreiro, que no solo sirven para hablar, sino también para redescubrir la complicidad y recuperar la intimidad, tanto emocional como sexual. «El trabajo con un psicólogo siempre ayuda a poner nombre a los problemas y a trabajarlos. Se mejora la comunicación, se aprende a negociar las diferencias desde el cariño y el respeto y, sobre todo, permite recuperar la complicidad que con los años, o con los conflictos, puede haberse perdido. No se trata solo de hablar y decirse lo que se siente o lo que sintieron en su momento, sino que el objetivo es que puedan volver a mirarse de la misma manera que un día les unió», plantea.
Señales de alarma
Cuando aparece indiferencia constante hacia la otra persona, distanciamiento emocional, sensación de alivio cuando están separados, falta de plantes en común, conflictos frecuentes y posturas enrocadas sin posibilidad de cambio nos encontramos ante una inminente ruptura. «No son señales definitivas, pero sí indicadores de que la relación está deteriorada y requiere una acción rápida si se desea resolver la situación», alerta Silvia Cintrano, psicóloga y sexóloga del Instituto Centta.
La falta de deseo, de intimidad y de cariño son pistas que indican que algo no funciona. De hecho, en algunos casos sucede que, tras las vacaciones, uno de los dos ya no se visualiza junto al otro en el futuro. «Ese descontento y esa falta de proyección marca un antes y un después porque no indica un desgaste puntual, sino que se ha roto la ilusión. Septiembre, además, tiene ese efecto de año nuevo que hace que muchos quieran comenzarlo renovados y quitarse lo que les sobra. Y en algunos casos puede ser la pareja», comenta Ferreiro.
«Con la terapia de pareja se busca resolver los conflictos desde la empatía en lugar de hacerlo desde la confrontación»
Lara Ferreiro
Psicóloga y autora de '¡Ni un capullo más!
Si a esto se añade una ausencia de autocrítica y responsabilidad que genera una situación de desequilibrio y descompensación, la viabilidad de la relación puede estar en juego pues, advierte Cintrano, evidencia una actitud completamente cerrada hacia una posible reconciliación.
En este contexto suelen aumentar además los casos de infidelidad pues, tal como comenta Vicente, cuando uno de los miembros de la pareja percibe que dentro de la relación no encuentra la conexión, la atención o el reconocimiento que necesita, puede buscarlo fuera. «La infidelidad no aparece de la nada: suele ser la consecuencia de un malestar previo que no se ha afrontado», revela.
Sobre esta tendencia, Ferreiro advierte que septiembre suele ser el mes en el que más personas se suscriben a las aplicaciones de citas y que este tipo de situaciones, si no han sido consensuadas, pueden convertirse en una fuente constante de dolor y frustración.
Por eso, la psicóloga invita a entender que a veces decir adiós no es un fracaso, sino un acto de amor propio y de respeto hacia el otro. En este sentido, Ferreiro recuerda que cuando en un proceso terapéutico se llega a la conclusión de que la relación no tiene futuro, la terapia también cumple un papel fundamental, que es ayudar a una separación consensuada, es decir, a que la pareja se separe de forma respetuosa, reduciendo así el sufrimiento y evitando dinámicas destructivas. «Incluso cuando se produce una ruptura se puede contribuir a cerrar esa etapa con mayor madurez emocional y menos heridas abiertas», asegura.
Un equipo de dos
Algo fundamental que puede influir en la resolución de un proceso terapéutico es definir las expectativas de cada uno, ya que, como afirma Girona, puede suceder que mientras que uno busque seguir en la relación, el otro la vea como un recurso para separarse. «Lo mejor que puede pasar es que ambos sean conscientes de que necesitan ayuda y tengan la voluntad de querer mejorar el vínculo. Si se dan estas premisas, el pronóstico de la terapia será positivo», sostiene.
Además de estos dos supuestos, la psicóloga Emma Ribas destaca otras señales que pueden apuntar a que una relación se puede reconstruir, como tener una actitud de humildad, voluntad de crecimiento personal y en pareja; sentido del humor, ternura y cuidado; evitar bloquearse en el victimismo y recordar que la otra persona no es un enemigo, sino que ambos son parte de un mismo equipo.
Precisamente, el concepto de crear equipo es lo que destaca Malnero, quien define una relación como un triángulo en el que cada uno se une al otro por una dinámica de equipo que sostiene a ambos por encima del egoísmo.
Lo que suelen aclarar todos los terapeutas, como recuerda Cintrano, es que el fin último de una terapia de pareja es siempre lograr el bienestar de las personas implicadas, preferiblemente unidas, pero no a cualquier precio, pues lo que se intenta es aportar un espacio en el que puedan aclarar las ideas, necesidades y proyectos que les acerquen, a cada uno de ellos, a la decisión que más les beneficie.
Quizá la clave para que una terapia de pareja sea exitosa resida en entender que algunas relaciones necesitan un nuevo patrón y no solo parches temporales, y que hay que saber cuándo conviene descoser para volver a empezar a dar puntadas.