Psicólogos en los incendios: así ayudan a los afectados a superar el trauma
Tres representantes de los grupos de intervención psicológica en desastres y emergencias de Castilla y León, Galicia y Extremadura explican cómo ayudan a los afectados a procesar sus emociones y recuperar el control
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Iniciar sesión¿Cómo se consuela a alguien que ha perdido su casa, su pueblo o su modo de vida en uno de los graves incendios que están asolando media España? ¿Qué se le dice para calmar su ira, su rabia, su tristeza, su miedo y incertidumbre? ... La respuesta a estas preguntas no se mide en palabras, fórmulas o frases mágicas, sino una escucha activa.
Como explica Ángel Casado, uno de los miembros más veteranos del Grupo de Intervención Psicológica en Desastres y Emergencias (GRIPDE del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León no se puede intervenir sin saber y entender lo que está sintiendo esa persona. Por tanto esa escucha no implica dejarles hablar sin límites o sin control sino que consiste en propiciar «una ventilación emocional», que es una expresión controlada y saludable de esas emociones intensas que surgen en situaciones dramáticas o de crisis. «Eso se consigue aportando cercanía y acompañando a esa persona a través del lenguaje no verbal. Quizá no podamos ponernos en su lugar porque no hayamos vivido lo mismo que ellos, pero sí que podemos hacer que sientan que conectamos con sus emociones y sus sentimientos. Y esa conexión es lo que les ayuda a recuperar la sensación de control y a no sentirse solos«, aclara.
Así ayudan los psicólogos a superar el trauma de un incendio
A través de técnicas como la atención plena se les ayuda a entender en qué parte del cuerpo están experimentando sus emociones y se trabaja con ellos con técnicas como la reestructuración o la legitimación de esos sentimientos. Pero también se procura, mediante esa escucha activa, que se sientan comprendidos. «Trabajamos para que sientan que sus respuestas, sus pensamientos, sus emociones y sus sensaciones son las normales ante una situación tan anormal o tan excepcional como la que están viviendo. Y cuando se dan cuenta de que más del 90% de las personas, incluidos los psicólogos, se sentirían tal y como ellos se sienten frente a una situación similar, comienzan a calmarse, a aceptar y a confiar», apunta el psicólogo.
De hecho, lo que se les pide en esos primeros contactos es que se permitan sentir y que no bloqueen nada de lo que estén percibiendo pues esas manifestaciones son las que ayudan a su mente y a su cuerpo a colocar lo que ha quedado descolocado tras vivir el impacto de la tragedia.
Una vez que el psicólogo de emergencias les ha orientado para que expresen esas emociones de forma controlada se les ayuda a bajar el nivel de intensidad y de activación normalizando, legitimando o resignificando los síntomas a través de técnicas de respiración o de relajación adaptadas al contexto o incluso a través de técnicas de prevención del estrés postraumático como el «debriefing», una intervención breve y estructurada generalmente realizada en grupo en la que los intervinientes comparten sus reacciones y sentimientos para procesarlas; o el EMDR (una terapia específica para desbloquear los traumas).
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Lo más frecuente es que los psicólogos especializados en emergencias y catástrofes actúen en los lugares a los que han sido evacuados o desplazadas los afectados, si bien el experto aclara que algunos expertos son partidarios de actuar en primera línea, es decir, lo más cerca posible de los equipos de rescate (bomberos, brigadas forestales, protección civil, UME...) para intervenir in situ ya que con ello, según aclara el psicólogo, no solo se puede mejorar el estado psicológico de los afectados sino también prestar apoyo psicológico a los miembros de los operativos de rescate y de extinción del incendio, cuyo desgaste es enorme.
Técnicas para evitar que haya trauma
La clave en los primeros contactos es, como indica Casado, evaluar cuáles son las variables de la persona y del entorno que tienen que mejorar para que puedan recuperar la sensación de control ya que actuar lo antes posible es lo que puede ayudar a que lo que han vivido no se convierta en un trauma.
Tal como explica el psicólogo de emergencias, la mayoría de las personas son perfectamente capaces de responder con resiliencia y con sus recursos de afrontamiento a una tragedia como un incendio gracias a un sistema natural de procesamiento que permite digerir, procesar o colocar lo que les pasa. «El problema viene cuando una tragedia o una catástrofe sobrepasa esa capacidad de procesamiento, bien por las variables externas o bien por las variables internas específicas. Y es ahí cuando se corre el riesgo de que se convierta en una experiencia traumática capaz de bloquear emociones, pensamientos o actos motores o incluso de llevar a que esa persona elabore respuestas que no son adaptativas», aclara Casado.
Por eso cree que cuanto antes se active e a los psicólogos de emergencias n un operativo de extinción y rescate en un incendio, más posibilidades habrá de ayudar a que los afectados aborden la situación sin llegar al trauma o más posibilidades habrá de reconducir un elemento traumático para que no vaya más allá ni se enquiste.
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Texto: Karina Sainz Borgo | Fotos: Ignacio GilEl impacto de los bulos en la salud mental
El coordinador del grupo de Intervención en Emergencias del COPEX El Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias (GIPEC) del COPEX (Colegio Oficinal de Psicólogos de Extremadura), Ángel Boceta Navarro asegura que cuando se producen las situaciones más duras y de mayor incertidumbre en un incendio lo que más difícil resulta de combatir es el efecto que los bulos producen sobre los afectados, sobre todo si han sido evacuados de sus pueblos y sus hogares y aún tienen poca información. «Se han dado casos en los que han comenzado a circular en las redes sociales o a través del WhatsApp fotografías de zonas quemadas que en realidad no corresponden a la zona a la que hacen referencia o que no son reales porque han sido creadas por la inteligencia artificial o corresponden a otro momento o a otra zona. O incluso recuerdo que recientemente se comenzó a propagar que se había quemado el cementerio completo de una de las poblaciones. Esa información, que en realidad era falsa fue devastadora para muchas personas que habían sido evacuadas y que no sabían lo que estaba pasando en sus hogares», apunta. Por eso el coordinador extremeño insiste en la necesidad de ayudarles a que puedan discernir entre lo que es realidad y lo que no lo es para así reducir el impacto de los bulos, las mentiras y el efecto contagio que solo alimenta su rabia y su desesperación . «A menudo les ayudamos explicándoles que formamos parte del Centro de Coordinación Operativo Integrado, CECOPI, y que tenemos información oficial directa y de primera mano. Eso les ayuda a hacer más llevadera la espera hasta conocer lo que está pasando exactamente en la zona afectada de la que proceden», explica.
El rol de lo voluntarios y cómo ayudar bien
Otro de los frentes a los que tienen que atender estos profesionales es al de los voluntarios o los familiares, amistades y allegados de los afectados que quieren ayudar. «Son situaciones durísimas y todas las posturas son comprensibles, pues lo normal es que la población civil quiera aportar y contribuir. Pero los operativos que llevan a cabo los técnicos se hacen de una forma integral. Lo que está sucediendo es algo bestial, por el número de las hectáreas quemadas por el perímetro que abarca y cuando se ve de una forma global existen unos protocolos férreos que deben ser controlados por los técnicos. Y aunque se agradezca la ayuda, ésta tiene que estar coordinada por ellos porque si no, se corre el riesgo de entorpecer o incluso de poner en peligro a los demás o a uno mismo», apunta Boceta.
También sobre este punto incide especialmente Ana Núñez Rubines, coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica en Catástrofes y Emergencias del Colegio Oficial de Perisología de Galicia; quien explica que sentirse útil y ayudar en una situación trágica es una herramienta valiosa para sobreponerse y procesar mejor en la mente lo que se está viviendo, pero que la labor de los psicólogos también pasa por ayudar a entender que esa ayuda no necesariamente pasa por incorporarse a la extinción del incendio. Por eso en lugar de ofrecerse como voluntarios para apagar el fuego, la psicóloga recuerda que existen otras muchas labores de ayuda que a veces no se tienen en cuenta y que también son necesarias: «Pueden ponerse en contacto con el operativo social que hay en los lugares de evacuación o de realojo y ofrecerse para ayudar a los trabajadores sociales, a los mayores, a las personas dependientes o incluso ofrecerse para el reparto de la comida, el apoyo en la logística, o incluso en la limpieza», señala. Igualmente explica que todos estos actos son muy necesarios también para los afectados, pues ponerse al servicio del otro también les ayuda a trabajar su propia resiliencia.
Además de ayudar a los afectados, los psicólogos de emergencias que actúan en primera línea son un recurso indispensable para los efectivos del operativo que trabajan tanto en la extinción como en la recuperación de las zonas devastadas. «Están entrenados para tener control y para manejar situaciones duras, pero en estos días están viviendo jornadas maratonianas, intensas y demandantes que a menudo escapan a su control pues la evolución de los incendios está siendo irregular y a menudo se producen nuevas activaciones que les hace tener la sensación de que tienen que volver a empezar, por lo que el desgaste emocional les está pasando factura tanto física como emocional», explica Núñez.
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La intervención de los psicólogos de emergencias se centra, por tanto, en reconducir el impacto emocional inicial que una tragedia de estas dimensiones provoca en los afectados para que no derive en un trauma, pero no llevan a cabo un seguimiento posterior. Por eso la psicóloga gallega recuerda que conviene observarse más adelante, pues no todas las personas tienen la misma resiliencia y la misma capacidad de recuperarse de la adversidad. En este sentido la experta explica que la posibilidad de desarrollar problemas de salud mental dependerá de factores como sus «historias previas, las estrategias de afrontamiento propias, y también el apoyo social y de las administraciones».
Aunque en los primeros días pueden darse manifestaciones físicas y emocionales que son normales, como tener pesadillas, sufrir ansiedad, sentir irritabilidad, falta de concentración o de claridad mental y cansancio físico; a medida que vaya pasando el tiempo estos deberían remitir. Pero si una vez que ha pasado un mes de las primeras vivencias siguen apareciendo de una forma intensa pensamientos intrusivos, ansiedad, angustia o actitudes que supongan un bloqueo en la vida cotidiana es aconsejable, según apunta Núñez, consultar con un profesional de la salud mental.
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