¿Es posible estar triste y contento a la vez? Así se puede sufrir con la dicotomía de los pensamientos
La experiencia simultánea de dos ideas que parecen estar en conflicto entre sí es normal y frecuente, pero puede ser negativas si persiste en el tiempo. Descubrimos por qué
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Iniciar sesiónFelicidad y tristeza, amor y odio, miedo y curiosidad... Parecen conceptos opuestos pero lo cierto es que en el pensamiento pueden funcionar como las dos caras de la misma moneda o incluso pueden darse a la vez. Es lo que se denomina dicotomía con pensamientos ... contradictorios y hace referencia a la experiencia simultánea de dos ideas que parecen estar en conflicto. Se trata de un fenómeno bastante frecuente que la psicología estudia para comprender mejor cómo se procesan y manejan los pensamientos y cómo pueden influir en el comportamiento y en la toma de decisiones.
Pero entonces, ¿Cómo es posible que una persona sienta amor y odio a la vez? ¿y cómo puede explicarse que alguien esté contesto y triste al mismo tiempo? Para entender esta dualidad el psicólogo Unai Aso, experto de Buencoco; propone diferenciar entre la ambivalencia afectiva y la ambivalencia cognitiva. La primera se refiere a la disparidad entre sentimientos y la segunda; al desacuerdo o la contradicción entre creencias y pensamientos. La cuestión es que experimentar este tipo de ambivalencias puede llevar a la confusión, a la dificultad para tomar decisiones, a la parálisis por análisis o incluso a la procrastinación. Un ejemplo claro de esto puede ser el de alguien que siente que una tarea es esencial (sensación positiva), pero también tiene aversión hacia ella (sensación negativa), lo que le lleva a experimentar esa ambivalencia afectiva y, por ende, las consecuencias citadas.
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También amar y odiar el mismo tiempo es una clara manifestación de la ambivalencia afectiva. Por ejemplo, según precisa el psicólogo, en una relación de pareja es posible que una persona sienta amor genuino hacia alguien pero al mismo tiempo experimente sentimientos de resentimiento, enfado o incluso odio debido a ciertas acciones o comportamientos de esa persona. Y lo mismo sucede en una persona que está triste y alegre a la vez, pues es posible experimentar dos emociones discrepantes al mismo tiempo cuando sentimos más de una sensación física corporal y resulta posible reconocer cada sensación como conectada con un sentimiento diferente. Y con el miedo y la curiosidad pasa algo similar, pues algunos estudios sugieren que la curiosidad puede ser una respuesta a la ambigüedad, incluso cuando hay una percepción de amenaza.
Cuándo puede ser un problema
La dicotomía de pensamientos contradictorios, por tanto, es algo normal, pues es frecuente experimentar una variedad de pensamientos en diferentes momentos de la vida. Pero, ¿Qué efectos pueden tener en nuestra vida si estos pensamientos son repetitivos? Tal como revela el psicólogo de Buencoco, la persistencia de este tipo de pensamientos puede ser un reflejo de conflictos internos, ambivalencia o disonancia cognitiva. Este último término, por cierto, hace referencia a la tensión que sentimos cuando mantenemos dos cogniciones (ideas, creencias, opiniones...) contradictorias de forma simultánea. Un ejemplo puede ser el de esa persona que, a pesar de valorar su salud, fume mucho y a diario.
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Algunos de los síntomas que puede generar esa coexistencia de pensamientos opuestos de forma habitual son la indecisión crónica, la rumiación mental y la angustia, que a su vez pueden manifestarse en forma de procrastinación, evitación de tareas y dificultad para tomar decisiones, según explica Unai Aso, quien además explica que una tensión cognitiva constante puede dar lugar a episodios de agotamiento mental, falta de concentración y menor eficiencia o rendimiento.
Síntomas de la dicotomía persistente
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Confusión emocional
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Dificultad en la toma de decisiones
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Problemas en las relaciones interpersonales
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Insomnio, fatiga y estrés
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Dificultad en la autorregulación emocional
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Procrastinación y evitación de tareas
La clave para saber si nos encontramos ante un problema está en la funcionalidad y el malestar que nos provoca. «Si los pensamientos contradictorios no interfieren significativamente en nuestra vida diaria y no causan angustia, pueden considerarse normales. Ahora bien, si esos pensamientos llevan a la evitación, al aislamiento o nos generan un malestar significativo, puede indicar que nos encontramos ante un problema psicológico», revela Aso.
Por tanto, en el caso de que esa ambivalencia interfiera en nuestro día a día y nos provoque malestar, lo aconsejable es acudir a un psicoterapeuta. Algunas intervenciones que, según indica el experto, han demostrado ser eficaces con este tipo de trastornos son la terapia cognitivo-conductual, la terapia metacognitiva o las terapias contextuales, así como otras técnicas de modificación de la conducta que ayuden a aliviar las consecuencias de esa ambivalencia y a desarrollar habilidades de afrontamiento útiles y funcionales.
Otra clave para gestionar y equilibrar las respuestas emocionales cuando nos enfrentamos a un malestar asociado a la ambivalencia afectiva o cognitiva es la autorregulación emocional. En este sentido el experto de Buencoco asegura que una técnica que ha demostrado ser útil para ello es la reevaluación cognitiva, que implica cambiar la forma en la que interpretamos una situación para modificar su significado emocional, permitiéndonos, por ejemplo, ver un problema o un desafío como una oportunidad de crecimiento en lugar de verlo como una amenaza.
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Una práctica que ha demostrado su eficacia es es el llamado 'detached mindfulness', un ejercicio que, según aclara el psicólogo, proviene de la terapia metacognitiva y puede ayudar a observar y reconocer pensamientos o sentimientos sin involucrarnos ni reaccionar ante ellos, manteniendo una distancia objetiva y sin juzgarnos. «Es una forma de estar consciente en el aquí y el ahora sin quedar atrapado en la experiencia subjetiva», aclara Aso.
También puede ser beneficioso usar técnicas de relajación, como la respiración profunda o la respiración diafragmática, sobre todo si se experimenta ansiedad debido a esa ambivalencia.
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