Psicología
Cómo deben ser tus expectativas para sufrir menos
Hay que decidir las expectativas escuchando nuestras necesidades, plantearlas de forma ajustada y realista y no demasiado exigentes
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónUna frase firmada por el novelista Jude Morgan dice: «No tener expectativas significa no tener riesgo de desilusiones», y podría ser el resumen perfecto para entender si es bueno o no tener expectativas en nuestro día a día.
Las expectativas son la fuerte creencia de ... que algo sucederá, aferrándote a ello, ya sea bueno o malo. Un ejemplo sería tener la certeza de que te van a aumentar el sueldo, y resultar ser que la subida es mucho menos de lo que esperabas. Ahí tus expectativas estaban más altas que la realidad. Pero estas también impactan a quienes nos rodean porque las personas pueden subir o bajar en nuestro ránking social, es decir, sin conocer a alguien muchas veces tenemos expectativas en torno a ellas, sin tomarnos el tiempo suficiente para conocerlas de verdad.
Pone en numerosos libros y determinan muchos expertos en psicología que tener altas expectativas «podría dañar nuestro bienestar y afectar a nuestra felicidad». La teoría dice que cuanto más bajo pongamos el listón, más alto percibiremos el resultado y más gratificados nos sentiremos, por lo que dejar de lado las expectativas podría ayudarnos a sentirnos menos derrotados por asuntos que están fuera de nuestro control, aunque tenerlas también es recomendable.
«Es bueno plantearnos expectativas y, además, es parte de nuestra naturaleza planificar y proyectar planes para ejecutar en el futuro», comenta Laura Palomares, directora de Avance Psicólogos . Tal como cuenta, esto nos estimula y motiva «siempre y cuando estas expectativas no sean excesivamente exigentes», ya que si se plantean así y acaban generando estrés , se reduce nuestro rendimiento y motivación.
Manejar expectativas
Sabiendo que es aconsejable tener expectativas, siempre y cuando se ajusten a nuestra realidad, hay que aprender a manejarlas. ¿Cómo? Observando que se planteen de manera coherente a lo que realmente queremos o es positivo para nosotros, no por aspectos ajenos a nuestras verdaderas necesidades y quizá más por presión social. «Esto puede frustrarnos y desanimarnos con el tiempo. De esta manera, decidir las expectativas escuchando nuestras necesidades, plantearlas de forma ajustada y realista y no demasiado autoexigente e incluso planearlas por fases para evitar el estrés , son formas para manejarlas mejor», garantiza la experta en psicología.
¿Y si no tengo expetactivas?
Puede ocurrir que estés leyendo esto y te des cuenta de que no tienes expectativas, es decir, vives el día a día y no esperas con incertidumbre nada de lo que está por venir. Pero lo cierto es que, en palabras de Laura Palomares, «proyectar a futuro y planificar forma parte del funcionamiento de nuestro cerebro y nuestra psique», y de nuestra sociedad también.
«Esto siempre trae posibilidades de avance y evolución, pero como decía, siempre que estas expectativas sean ajustadas. Aunque por diferencias individuales unas personas tienen más o menos expectativas, si estas son inexistentes quizá decaiga nuestra motivación e incluso el ánimo, pero recordemos que si son demasiadas y muy altas, puede generar frustración y estrés».
Entonces, ¿dónde se encuentra el término medio? A esta cuestión la psicóloga contesta que «aprendiendo a vivir en el presente a la vez que tenemos la capacidad de proyectarnos y planificar de forma realista, esa que nos haga sentir bien».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete