Membrillo

Su origen data de la zona eurasiática, de países como Armenia, Turquía, Hungría, Macedonia y otras regiones cercanas. Hay estudios que aseguran que cuando en la historia antigua se hace referencia a las manzanas, a lo que realmente se referían era al membrillo, ya que estaba muy extendido en esas zonas.

Dada su condición de fruta, el membrillo tiene un alto aporte de fibra, por lo que ayuda a un mejor funcionamiento del sistema gastrointestinal.

Posee también un alto nivel de antioxidantes y vitaminas, perfectos para mantener la piel sana, reduciendo la aparición de arrugas, defendiéndola de los efectos de los rayos UV y eliminando las imperfecciones.

Aplicándolo a modo de pomada sobre la piel es beneficioso para la dermatitis atópica y otras afecciones de la piel.

La vitamina C del membrillo contribuye a mantener fuerte el sistema inmune, resultando una fruta ideal para prevenir o aliviar procesos gripales.

El membrillo cuenta con una pulpa dura y áspera de color amarillo, por lo que no es habitual consumirlo crudo. Una de las formas más habituales de comerlo es en forma de dulce de membrillo o carne de membrillo. Para su elaboración, tan solo se requiere de la citada fruta y una alta cantidad de azúcar.

Una vez hemos transformado su carne en dulce de membrillo , lo habitual es consumirlo con pan o queso. Cualquier tipo de queso es válido para combinarlo con la carne de membrillo aunque lo habitual es tomarlo con quesos blancos tipo mozarella o queso fresco.

Además, su alto contenido en pecitina hace que sea muy fácil transformarlo en mermelada o confitura, pudiendo ser usada en pan o bizcochos y pasteles.