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La dorada tribu

Ana Belén, el talento con túnica

Compite sin competir entre otras elegantes de encuesta, como Isabel Preysler o Rosario Nadal. Tiene siempre una portada bien ganada, pero sin ruido de chisme

Naomi Campbell, musa de pasarelas y juzgados

Armani, reinventor del color negro

Ángel Antonio Herrera

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En rigor, Ana Belén no cumple años, sino discos, o películas, o giras. Ahora cumple gira y disco, las dos cosas juntas. Hay que celebrar a Ana no porque recumple veranos, o porque traiga novedad, sino porque existe. Si miramos deprisa el horizonte, ... no nos sale una mujer de tanta cumbre, en lo suyo, que va del teatro a la gira, con Víctor, o sin él. Buscando darle estampa a aquello eterno de Coco Chanel, «la elegancia es el esqueleto», nos sale Ana Belén. Principalmente. Ana Belén tiene algo así como una fina osamenta de ave sexual que la hace distinguida en todo trance. Se da en ella, por un lado, una gracia alada, vertical, almada, que viene de dentro, y por el otro lado una delgadez morena que es como la inteligencia de la belleza. Como la belleza morena que estuviera todo el rato pensando, y así se mantiene en su peso justo, con más clavícula que bulto. Ana Belén tiene un poco o un mucho de arpa de la belleza española, y su distinción está más en el arpa que en la belleza, con ser ella un ejemplar único, claro, sostenido y cotizado de nuestras guapas nacionales.

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