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Carlos Álvarez le hace un guiño a Wagner en los premios Líricos Campoamor

Anoche fueron entregados en Oviedo los galardones a los mejores intérpretes, directores y producciones de 2014, entre ellos, a Zubin Mehta, Dmitri Tcherniakov, Christian Gerhaher y Miren Urbieta

Carlos Álvarez le hace un guiño a Wagner en los premios Líricos Campoamor efe

susana gaviña

El barítono Carlos Álvarez d ecidió hacerse el sábado un regalo a sí mismo. Pegarse, digámoslo así, el capricho de interpretar una partitura inédita en su repertorio: «O, du mein holder Abendstern» de « Tannhäuser» de Wagner . Sí, como han leído, Wagner.

No es que el barítono malagueño vaya ahora a transitar por nuevos caminos líricos. «De hecho, entre una lista de nombres alemanes, no creo que ningún director de teatro contrate a alguien con el apellido Álvarez para cantar a Wagner», bromeó el cantante tras protagonizar una de las sorpresas de la gala de entrega de los IX premios líricos del Teatro Campoamor . Galardones que decide un jurado integrado por la crítica nacional y que reconocieron a Carlos Álvarez como el mejor cantante masculino de ópera de 2014 por su trabajo en «Andrea Chenier», en la última edición del Festival de Peralada.

La otra sorpresa la dio el tenor Jaime Aragall , que recibió el premio a toda una carrera. Retirado de los escenarios desde hace años, con una alguna incursión en el mercado discográfico, pocos pensaba que iban a volver a escuchar su voz anoche. Y la sorpresa no decepcionó. Aragall, que interpretó «L'Ultima Canzone», de Francesco Paolo Tosti, protagonizó el momento más emotivo de la velada.

No fue el único pues la gala de entrega de los IX premios Líricos del Teatro Campoamor de Oviedo estuvo dedicada a los fallecidos en el dramático accidente aéreo de la compañía alemana Germanwings, que segó la vida de 150 personas. Entre ellas, la de dos cantantes de ópera que viajaban en el aparato, el barítono Oleg Bryjak y la contralto Maria Radner , que acaban de participar en «Sigfried» en el Liceo de Barcelona.

De ahí, que la escenografía -minimalista- ideada por el director del espectáculo, Joan Antón Rechi , encogiera en ocasiones el corazón. Integrada por multitud de luces colgadas, asemejaba una noche estrellada, que podría adquirir diversas lecturas.

Sobrio, elegante y casi sin palabras

El espectáculo, sobrio, elegante y parco, muy parco, en palabras, estuvo conducido por la actriz Bibiana Fernández, que puso el punto de glamour (lució tres modelos firmados por Dior, Agatha Ruiz de la Prada y Hannibal Laguna). En el debe hay que apuntar su bisoñez en el género, lo que hizo que se no se saliera ni un milímetro del escueto guión (la locución de frases de óperas muy populares). Una carencia que compensó su acompañante, el tenor José Manuel Zapata, que repetía labor de presentador en estos premios. Versátil como cantante -se atrevió hasta con Haendel-, su vis cómica -ayer algo más contenida- volvió a provocar la sonrisa del público.

Con estos parámetros se desarrolló la velada salpicada por notables números musicales de los premiados: Alejandro Ro y (mejor cantante de ópera española o zarzuela) caldeó el ambiente con la romanza «No puede ser», de «La tabernera del puerto»; Miren Urbieta (cantante revelación) ofreció una estupenda interpretación de un aria de «Rusalka», e Iréne Theorin (mejor cantante femenina de ópera) abordó «Starke Scheite schichtet mir dort» del «Ocaso de los dioses» de Wagner.

Las ausencias

Notorias fueron las ausencias de algunos de los premiados, bien por motivos de salud, como Christian Gerhaher (mejor recital o concierto lírico), o por problemas de agenda: Dmitri cherniakov (mejor director de escena) y el maestro Zubin Mehta , que aún así quiso mostrar su agradecimiento a través de un vídeo. En la grabación no faltaron referencias a la anterior intendente del Palau de les Arts, Helga Schmidt (actualmente imputada por prevaricación, malversación y falsedad ) y su deseo manifiesto de volver pronto a dirigir en Valencia, de donde se marchó disconforme con la política de recortes que padecía la institución.

El premio a mejor director musical otorgado al maestro indio, por su labor en el teatro valenciano, lo recogió en su nombre Carlos Álvarez, y no el actual intendente del Palau de les Arts, Davide Livermore, que sí subió en cambio a por el de mejor producción operística, «La forza del destino», también del Palau de les Arts.

El premio a mejor producción de ópera española o zarzuela lo recogió Paolo Piamonti , director del Teatro de la Zarzuela por «Curro Vargas».

A por la «décima»

El premio especial del jurado fue también emotivo, al menos para críticos y periodistas, pues recayó en dos firmas muy reconcidas, la de Carlos Gómez Amat, cuyo premio recogió Joaquín Turina; y Roger Alier. Mientras el galardón a la contribución al mundo de la ópera fue para la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, que recogió el compositor Antón García Abril.

Una vez celebrada esta IX edición, que estuvo dirigida musicalmente por Olíver Díaz , los premios van camino de cumplir una década, que quiere alcanzar «la décima» con alguna sorpresa muy especial... Hoy comienza la cuenta atrás.

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