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Aquella libertad

Al ornitólogo avezado incluso la majestad del vuelo del águila acaba por parecerle anodina. Ocurre con acontecimientos como el derrocamiento del Muro de Berlín porque desde entonces la Historia, al acelerarse, ha miniaturizado algo que fue gesta histórica. Hace veinte años, en noviembre de 1989, ... era derribado el muro de Berlín sin necesidad de disparar un solo tiro. Lo había construido el comunismo de la Alemania Oriental en agosto de 1961 para atajar el incremento exponencial de quienes «votaban con los pies» yéndose a la Alemania Occidental. Durante casi tres décadas, el muro de Berlín simbolizó de la forma más amarga lo que era la guerra fría y la naturaleza totalitaria de un mal capaz de dividir una ciudad y una nación en dos para perpetuarse impidiendo la libertad. Era un retrato trágico de la Europa que ya había pasado por dos guerras y vivía una confrontación larvada, de una parte amparada por los Estados Unidos y por otra sojuzgada por la Unión Soviética. Era el horizonte opaco del desierto de los tártaros, con la todopoderosa «Stasi», la «nomenklatura», el KGB, el Gulag, la psiquiatría para disidentes y la presencia final de Gorbachov.

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