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Castro es ya sólo Chávez

LENTO como conviene a un caduco dios en tierra, Fidel Castro se extingue entre los escombros de una pesadilla, hecha de huecas retóricas y de eficaces cárceles. A la cual él llama sueño. No hay herencia en la isla que devastó. Ya. Ni heredero. La ... sangría ha durado demasiado. Y Cuba es un cascarón vacío: miseria, miedo, lucha por la supervivencia y una sola universal certeza, que todo es para la policía transparente. Y esa resignación pasiva ante el destino, que es la última defensa cuando miseria, miedo y transparencia policial duraron demasiado: tanto como para que tres generaciones no hayan sabido en sus vidas otra cosa que no sea la certeza de nacer y vivir y morir en un presidio de cristal, en el cual nada escapa a la mirada insomne de los carceleros. Y a esa resignación llama el turista indolencia. Pero su nombre propio es muerte.

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