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Probamos el Samsung Galaxy Note 9: el secreto está en su interior

La nueva bestia surcoreana apuesta por meterle mucho almacenamiento para no perder nada y mejora su batería pese a calificarse como continuista

J.M.S.

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Elegir un teléfono móvil inteligente es una decisión difícil. Son muchos los factores determinantes a la hora de hacerlo. Por fortuna, en el mercado se pueden encontrar verdaderas joyas a precios casi al alcance de todos los públicos. Se ha democratizado el asunto, pero conforme la distancia entre las gamas medias y altas se estrechan se da la paradoja en que se lanzan productos de altas prestaciones que superan con creces los mil euros.

La mente humana es insondable. Como lo es la larga lista de matices que lleva a un consumidor a preferir un terminal antes que otro. El precio es uno de ellos, es cierto, pero también existen otras razones que pueden ser cautivadoras. Como la duración de la batería. Por desgracia, los «smartphones» no han podido resolver en condiciones este problema. Duran poco, y más si estás continuamente utilizándolos.

Samsung, en ese sentido, ha mejorado este apartado en el Galaxy Note 9, su nuevo «phablet» con el que, definitivamente, ha pasado página de la crisis de las baterías incendiarias. El salto es grande, puesto que ha pasado de una batería de 3.300 mAh a una de 4.000 mAh, ganando con ellos una mayor densidad que se traduce en una gran autonomía. Aguanta perfectamente día y medio hasta la siguiente recarga. Y eso es una bendición en los tiempos que corren. Para prolongar su batería cuenta con un sistema que permite que las aplicaciones no utilizadas quedan inactivas. Viene activado por defecto.

El lápiz se afila con más opciones

Esta es, sin lugar a dudas, uno de sus principales enfoques. No debería de extrañar puesto que el terminal se dirige en realidada un público exigente que, presumiblemente, lo utilice para un beneficio profesional. De ahí a que su ya distintivo accesorio, el lápiz digital S Pen , haya ganado algunas funciones extras como «mando a distancia» para, por ejemplo, capturar «selfies», consultar las fotografías o pasar páginas en una presentación. Es una de sus principales aportaciones, pero no es la única. Samsung ha logrado meter una memoria que resultará difícil agotarla, aunque con «trucos». En realidad, el móvil se puede configurar en varias versiones, una de las cuales viene con 512 GB de almacenamiento, pero se puede introducir una tarjeta microSD preparada para 1 TB. Ahí es nada. Pero, evidentemente, eso tiene un precio: 1.219 euros.

El resto de escenarios en donde se enfrenta el terminal también destaca. Es un móvil polivalente, que funciona tanto en cortas distancias como al contragolpe . Saca pecho si juega entre líneas, pero se luce si presionan. Como si fuera un equipo de fútbol, el Note 9 toca bien todos los balones. Eso es gracias, en parte, a su abrumador rendimiento proporcionado por el «cerebro» de la bestia, un Exynos 9810 de fabricación propia, y a sus 8 GB de memoria RAM -en la versión analizada-. En general, estos fríos guarismos le confieren un desempeño apabullante en todas sus tareas. Incluso en los procesos más exigentes como el consumo de juegos móviles , en donde se suele exprimir al máximo en muchos casos al dispositivo. Su manejo es fluido, solvente. Se maneja como un pez en el agua cuando se abren las distintas aplicaciones. Pero si se le exprime se aprecia cómo se va subiendo la temperatura.

Como herramienta de trabajo también viene perfectamente entrenado. En este partido, el dispositivo cuenta con un jugador imprescindible y diferenciador si lo comparamos con otros competidores, el lápiz óptico S Pen. Este elemento distintivo que le hace especial a la familia Note ha ganado algunas funciones como la posibilidad de capturar «selfies» con el accesorio. T ambién se pueden pasar y retroceder las imágenes de la galería fotográfica como un carrusel, pero el escenario en donde mejor se maneja es en la edición y diseño.

Diseño de altura

Hay numerosas «apps» preparadas para sacarle partido. Y no solo al servicio nativo Notas. La definición y sensibilidad del lápiz es asombrosa, aunque es difícil distinguir si se han producido importantes avances en comparación con el modelo del año pasado. El reconocimiento de la grafía está bien conseguida. Aunque se pueden realizar bosquejos y diseños más o menos creativos -ahí depende de la mañana que uno tenga-, las dimensiones de la pantalla no lo hacen especialmente cómodo para estas tareas. Su pantalla, precisamente, es otra de sus virtudes. Ha crecido, pasando de las 6.3 pulgadas a las 6.4 pulgadas actuales . Pocos cambios relevantes se encuentran aquí. Se ha conservado su relación de aspecto 18.5:9. Es muy alargado, aunque no se hace excesivamente incómodo en su manejo. Otra cosa es su transportabilidad; si eres de los que lo llevan en el bolsillo del pantalón posiblemente sobresalga un poco.

En cuanto a su definición, lo cierto es que Samsung tiene dominado este apartado que es complicado superarlo. Poco sorprende ya en medio del huracán de pantallas sin bordes y la llegada de los controvertidos «notch». Pero la firma surcoreana se vuelve a lucir en este territorio. Dispone de un panel tipo OLED que pone el acento en los negros profundos y los colores muy vivos. El resultado es más que óptimo; solo hace falta pasarse a ver algún video de calidad para comprobarlo. Está bien equilibrado. Es realmente difícil superarlo.

La cámara es harina de otro costal. Es muy continuista respecto a su predecesor. Se trata de una cámara dual compuesta por sensores de 12 megapíxeles y apertura focal (F1.5-F2.4 para la cámara normal; F2.4 en el teleobjetivo). Es capaz de grabar en calidad 4K. Su resultado es bastante impecable, aunque deja a veces un sentimiento encontrado en ciertos escenarios como las panorámicas. Su sistema de enfoque es sorprendentemente rápido y permite, además, utilizar su cámara para grabar imágenes en «superlenta» y «rápida», que da bastante juego si se sabe en qué momento aplicarse.

No podía faltar la posibilidad de crear «emojis» personalizados gracias a la cámara frontal (de 8 megapíxeles y apertura focal de F1.7). Es divertida esta opción porque, además, se generan automáticamente una secuencia de emociones a partir del registro realizado que se pueden utilizar para conversaciones. Pero una de sus grandes aportaciones en comparación con el Galaxy S9 Plus es la incorporación de un software que permite elegir los parámetros más ópticos de una sucesión de veinte tomas realizadas. Todo ello para que dé el mejor resultado.

El Galaxy Note 9 incluye un sistema de audio estéreo, puerto USB-C y la clavija «minijack» de 3.5 milímetros para los auriculares . ¿Debería haberse eliminado si atendemos a la tendencia actual? Es una decisión personal, puesto que todavía mucha gente escucha música con cascos con cable, así que es posible que esta resistencia de Samsung a cambiar tenga muchos adeptos. En la parte de atrás se ha destinado una nueva ubicación al lector de huellas dactilares, que se encuentra en la parte inferior del módulo de cámaras. Esa cómodo y el dedo siempre cae en el lugar adecuado. Como sistema de desbloqueo es infalible , pero conforme ha avanzado el tiempo los móviles más avanzados han venido incorporando otras medidas biométricas para proteger el contenido del terminal. En este caso cuenta con un método mixto. Es decir, en función de las condiciones el sistema tira más por un reconocimiento de iris o el reconocimiento facial.

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