¿Por qué deberías invertir en unas zapatillas que nunca pasarán de moda?

Esto no lo decimos nosotros. Es una realidad demostrable. Sin ir más lejos, hace pocas fechas se vendieron en una subasta celebrada en la famosa Sotheby’s unas Air Jordan del 85 por 560 000 dólares, récord absoluto para unas deportivas. Evidentemente, no es habitual que unas zapatillas Nike alcancen ese valor 35 años después de ser utilizadas -ese modelo en concreto lo usó el propio Michael Jordan en un partido-, por lo que nadie debe pensar que invertir 150 euros ahora le asegura esa rentabilidad a largo plazo , pero da muestras de la importancia que tienen las zapatillas en la historia de la moda contemporánea, tanto finales del siglo XX como las dos décadas que hemos vivido ya del siglo XXI.

Fueron primero el baloncesto y la irrupción figura del mítico jugador de los Chicago Bulls después, el primero en la historia de este deporte en tener unas deportivas con su nombre -después se convirtió en marca propia dentro del universo Nike-, dos factores de enorme influencia para que este calzado traspasara el ámbito deportivo para conquistar la moda urbana. Las Chuck Taylor All Star de Converse fueron probablemente el modelo pionero, a lo largo de los 70 marcas como Adidas ya pusieron en la calle algunos modelos icónicos como el Superstar; y a partir de los años 80 el boom Jordan (y por extensión el boom Nike) hizo el resto. Además, la moda ya se había relajado lo suficiente a partir de la década de los 60 y los 70 para que el confort se convirtiera desde la década de los 80 en un objetivo común tanto de la industria como de buena parte de la población.

Mucho ha llovido desde entonces, pero el crecimiento exponencial de la influencia de las sneakers en el street style ha sido imparable. Y pese a que las principales marcas de deportivas del mundo no han dejado de innovar desde entonces, lanzando al mercado nuevas propuestas, sus clásicos siempre han permanecido vivos. Este mismo año, en 2020, cumple 50 años el mencionado modelo Superstar de Adidas, y se ve por la calle más incluso que en sus primeros años en el mercado. Y eso que tiene dura competencia incluso dentro de la propia marca de origen alemán: las Gazelle y las Stan Smith son dos ejemplos más de por qué invertir en unas zapatillas clásicas nunca será una decisión equivocada.

Además de la carga nostálgica e histórica , tienen un secreto en común la gran mayoría de estos diseños: van bien con todo. Lo hacían con cualquier look informal pero ahora también pueden combinarse con ropa más formal. La experimentación de la industria de la moda con los límites ha sido tan potente que hoy en día no es extraño pensar que en determinados contextos llevar un traje con unas deportivas clásicas puede ser una opción fantástica. Y por si fuera poco, pese a que muchas están concebidas en clave minimalista, tienen rasgos estéticos muy personales, que las diferencian unas de otras lo suficiente como para que sean complementarias antes que competencia. Solo las Air Max de Nike, diseño más joven -aunque ya tiene más de 30 porque nació a finales de los 80-, rompe los cánones de zapatillas clásica, ya que se la sigue viendo en 2020 como una deportiva del futuro más que como un modelo del siglo pasado.

Por lo tanto, la longevidad y la versatilidad de las zapatillas clásicas es incuestionable, y a ello le añaden un cargamento de carisma por lo que significan tanto dentro de la moda como dentro de la cultura popular que las convierte en un valor seguro. Sin duda alguna son una inversión de la que nunca te arrepentirás.