Veneno en la piel

Esta chica tiene ambición, pero no tiene esperanza. Esta chica es probable que gane mucho dinero, pero nos hará ganar poco como sociedad. Está en su derecho, por supuesto, pero su deber era otro, y es una lástima que sus padres no la hayan sabido educar en el deber que tienen los mejores, y en la idea de que Dios cuando te da un talento -Truman Capote lo dice- te da un azote.

Sacar buenas notas está bien pero hay que saber qué hacer de ellas. Empezamos a degenerar cuando creímos que tenemos derechos, y que nuestra vida se basa en nuestros derechos y no en nuestros deberes. O más exactamente, en nuestro deber. En el deber de vivir tratando de ofrecer más de lo que nos dieron; y del amor entendido como sacrificio, como entrega total. Hay algo de feminista, de ventajista, de ideología wok en ser la mejor y optar por la dermatología. Hay algo de oportunista, de querer aprovecharse por lo que no toca.

Si la Medicina no es reto, si la medicina no es generosidad, si la medicina no es el afán de descubrimiento y de vivir en la permanente incertidumbre para hallar certezas mucho más allá de lo que hoy ni siquiera podemos imaginar, entonces sólo es una industria de ricos vulgares, fatuos y que se aprovechan de otros ricos para hacerles creer inútilmente que la muerte no existe -entre otras muchas tonterías.