«Que nunca se pongan en el centro los recursos económicos, los cálculos humanos u otras realidades semejantes: son todos instrumentos útiles, de los que también debemos preocuparnos, pero siempre como medios, nunca como fines», ha dicho el pontifice en su discurso.
«En el centro estén las personas: aquellos a los que el Señor os envía y aquellos con los que os da para vivir, su bien, su salvación. En una palabra: que la fraternidad esté en el centro», ha añadido el Papa, que este lunes emprende el viaje más largo de su Pontificado por Oceanía y el sudeste asiático que le llevará a visitar Indonesia, Papua Nueva Guinea, Timor Est y Singapur.
En su discurso a esta orden mendicante de la que forman parte unos 10.500 frailes y que está presente en más de cien países de todo el mundo, el Papa ha asegurado que conoció durante su etapa de arzobispo en Buenos Aires a varios monjes capuchinos y ha asegurado que los que llegaron a Argentina eran «vascos, que Franco había expulsado».
«Aquellos vascos que Franco había echado»
«Estoy contento, recuerdo a vuestros hermanos en Buenos Aires: buenos confesores. Aquellos vascos que Franco había echado, llegaron allí. Buenos confesores, buenos. Y todavía vive uno, que es argentino; lo he hecho cardenal ahora (Luis Pascual Dri, ed)», ha señalado el Papa.
El Papa ha destacado a continuación las tres dimensiones de la espiritualidad franciscana: la fraternidad, la disponibilidad y el compromiso por la paz. Así les ha pedido que sean «fraternos», «accesibles» y «comprometidos con la paz». «Vosotros, capuchinos, tenéis la reputación de estar dispuestos a ir donde nadie quiere ir, y eso es muy bueno», ha dicho.
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