De las escuelas-bosque a las «libertarias»: los colegios 'antisistema' no dejan de crecer y ya hay más de 500 en España
No toda pedagogía alternativa es igual, aunque abundan las pseudociencias. Las más numerosas, como el centro en San Sebastián con las dos profesoras acusadas de agresión sexual, son para alumnos de 0 a 6 años
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En las escuelas libres no hay niños castigados fuera de clase, pero tampoco timbres que anuncian el recreo, filas o incluso pupitres. Las pedagogías alternativas no han parado de crecer en España desde el año 2010 y hoy hay 511 centros de este tipo ... desperdigados por toda la Península y según datos de la plataforma Ludus. Sin embargo, no todos los métodos de enseñanza 'fuera del sistema' son iguales. Entre los más conocidos están Montessori (con 53 centros en nuestro país) o Waldorf (con 27), a los que se han ido sumando pedagogías como las llamadas escuelas libres, activas o «libertarias» (hay 97); las escuelas-bosque (13); la educación democrática, Amara-Berri o Reggio-Emilia.
Precisamente fue en una escuela libre de San Sebastián en la que, hace unos días, se detuvo a dos profesoras acusadas de agresión sexual a una niña de 4 años. El centro Emeki Emeki, según su página web, «tiene como motor del aprendizaje el juego desde el placer y la curiosidad intelectual» y como ideólogo a Wilhelm Reich, un psicoanalista célebre por sus contribuciones a la sexología. La metodología resulta especialmente controvertida en las circunstancias actuales, con dos docentes investigadas por haber cometido un presunto delito de carácter sexual.
Pero el de San Sebastián no es el único centro con métodos que huyen de lo tradicional. En las escuelas-bosque, por ejemplo, la educación tiene lugar al aire libre y el juego con «piñas o ramas» tiene un papel central. La escuela libre Paideia, por traer otro caso, sigue una pedagogía «anticapitalista» y «antiautoritaria»; y en las escuelas democráticas la asistencia no es obligatoria y «la comunidad se autorregula» mediante una serie de reglas que votan los propios alumnos.
Después del incidente en la escuela donostiarra, han surgido voces preguntándose qué tipo de control se lleva a cabo con estos centros. Más aún cuando la Consejería de Educación del País Vasco se ha lavado las manos. Según aseguró la consejera Begoña Pedrosa, el centro Emeki Emeki se encontraba fuera del radar de control del departamento de Educación. Pedrosa, además, indicó que la escuela «no recibe ningún fondo público y tampoco tiene una autorización administrativa por parte del departamento».
Cualquier centro educativo, aunque sea de 0 a 6 años, necesita la autorización de las consejerías, según el ministerio de Pilar Alegría
Sin embargo, el Ministerio de Educación precisa a ABC que cualquier centro educativo –aunque se dirija a niños de 0 a 6 años (periodo en el que la escolarización no es obligatoria)– «necesita del permiso de la comunidad autónoma para abrir». Según ha podido comprobar este diario, la mayor parte de estas escuelas alternativas se dirigen a niños de Infantil. Y no es casual. «La subsistencia dentro del sistema de estas pedagogías es cada vez más sencilla y, además, en los primeros cursos, los contenidos son fácilmente adaptables a los mínimos que se fijan por ley», afirma José Manuel Lacasa, investigador educativo al frente de IFIE (Instituto F de Investigación Educativa).
La LOE y el primer 'boom'
Fue la aprobación de la LOE (Ley Orgánica de Educación) en 2006 la que permitió que comenzaran a crecer en nuestro país este tipo de pedagogías, aunque la Lomce (2013) y la Lomloe (2020) siguieron por la misma senda. «Una cosa es lo que los centros hacen y otra muy distinta lo que dicen que hacen. Nunca ha habido ningún tipo de consecuencias para aquellos que obtienen malos resultados», señala. Este analista también indica que las escuelas libres son una muestra más «del desbarajuste del sistema educativo, en el que el conocimiento no le importa a casi nadie». La filosofía que impera, dice, no es otra que la búsqueda de la felicidad absoluta del niño.
Estas nuevas concepciones no son ajenas a algunas corrientes pedagógicas que «abogan por el bienestar escolar como valor supremo», según expresa Francisco López Rupérez, que es expresidente del Consejo Escolar de Estado e investigador en política educativa.
El elitismo que no entra en el sistema
Paradójicamente, estas fórmulas 'antisistema' no son las ideales para aquellos niños que nacen en el seno de familias con menos recursos. «La llamada enseñanza estructurada se ha revelado especialmente eficaz en los entornos en desventaja», indica Rupérez. Por contra, algunas de las pedagogías alternativas, como las escuelas democráticas, se han juzgado a lo largo de su historia como «elitistas». Ese es el caso de Summerhill, en Reino Unido, la más icónica de las escuelas libres y democráticas en la que no hay exámenes y donde la felicidad es la máxima aspiración educativa. En palabras de Lacasa, «hay evidencia de que Summerhill sólo funciona para estudiantes con altos recursos económicos. Pero no con las clases bajas, ni siquiera con las medias».
La importancia del código postal
Pero, ¿cómo de determinante es la metodología para la obtención de buenos resultados académicos en los colegios? Eparquio Delgado, que es psicólogo, divulgador y miembro de la Sociedad para el Avance del Estudio Científico del Comportamiento, refiere que las variables socioeconómicas son las que más influyen en los resultados y no el uso de una pedagogía u otra. Es decir, cuestiones como el código postal, el nivel de estudios de los padres o la ratio alumnos-profesor condicionan más que el hecho de que el estudiante cursara la Primaria en un centro Waldorf o en una escuela libre dirigida por anarquistas.
La sociedad de la autoayuda y los métodos milagro
El problema, como plantea Delgado, es que «vivimos en la sociedad de los libros de autoayuda, donde el individuo siempre espera toparse con un método milagroso, también en el terreno educativo». En cualquier caso, este profesional insiste en que no se puede meter en el mismo saco todas estas pedagogías alternativas. Y hace una diferenciación entre Montessori, cuyas fórmulas han sido imitadas por la vieja escuela u otras «más extremas, pseudocientíficas y esotéricas». También cree que muchas teorías sin base científica se encuentran perfectamente integradas dentro del «sistema oficial» como, por ejemplo la neurociencia, a la que ha aludido el Ministerio de Educación en alguna de sus publicaciones en las redes sociales. «En Canarias tenemos una asignatura llamada 'Emocrea' que se imparte en Primaria en todos los colegios y que ha provocado el desconcierto entre muchos profesores», ejemplifica este psicólogo.
El sistema tradicional no es perfecto, pero ¿debería el Estado vigilar más de cerca las pedagogías alternativas? La cuestión es especialmente delicada, pues la libertad de las familias para la elegir la educación que desean para sus hijos es un derecho fundamental amparado por la Constitución española en su artículo 27. Pero, también cabe preguntarse dónde estaba la inspección educativa en la escuela libre donostiarra que tiene por gurú a un psicoanalista discípulo de Freud obsesionado con la energía que se libera durante el orgasmo.
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