El Gobierno «discrimina» a los alumnos de las Escuelas Europeas en el acceso a la universidad: «He tenido que hacer Medicina en Lituania»

Las EE ofrecen enseñanzas de Educación Infantil, Primaria y Secundaria a través de un currículo específico supervisado por el Consejo de Inspección de las Escuelas Europeas. Los alumnos se agrupan por secciones lingüísticas y, al finalizar la educación secundaria, obtienen el título de Bachillerato Europeo, que, según apunta el Ministerio de Educación en su página web, «les otorga los mismos derechos que los títulos y las pruebas nacionales oficiales de los Estados miembros de la UE».

La nota global para aprobar el Bachillerato Europeo es 5 sobre 10 y «los titulares de un diploma de BE disfrutan de los mismos derechos y beneficios que los demás titulares de certificados de estudios secundarios en sus países, incluido el mismo derecho que los nacionales con cualificaciones equivalentes a solicitar la admisión en cualquier universidad o institución de educación superior en la Unión Europea». La realidad, según denuncian las familias, «difiere mucho» de lo que apunta el Ministerio sobre el papel.

Tal y como apunta el Ministerio, los estudiantes de las EE que acaban el Bachillerato europeo pueden lograr hasta un 10 de puntuación máxima para acceder a la carrera deseada, mientras que los aspirantes a universitarios formados en centros españoles tienen la posibilidad de sumar cuatro puntos a esa nota si añaden asignaturas optativas a las PAU para completar la calificación final.

En resumen, pueden optar al estudio que deseen hasta con 14 puntos. Para Medicina, por ejemplo, uno de los grados más demandados, en algunas universidades como la Complutense de Madrid se exige un 13,10 de nota de corte, y para Matemáticas incluso se supera ese umbral en algunas facultades. Esta situación hace, según reconocen fuentes próximas a esta red de centros, que «muchos estudiantes con notas altas y que quieren cursar en España carreras con notas de corte elevadas como Medicina, tengan que iniciar su andadura académica en otros países para luego en segundo o tercer curso trasladar el expediente a una universidad española y culminar allí sus estudios.

«Muchos se van a universidades de países de centro Europa a estudiar en inglés o en la lengua que se requiera los primeros años de carrera porque tienen el cuello de botella en España. No es justo, es un problema real que precupa a estos centros», aseguran los padres. Es el caso de M. P., una alumna que acabó el bachillerato europeo con muy expediente brillante pero que ha tenido que empezar su andadura académica en una universidad de Lituania porque en España «no podía competir con sus compañeros que habían tenido la oportunidad de ampliar la nota hasta un 14». A su madre, funcionaria europea, la trasladaron a Bruselas hace seis años y M. P. y sus dos hermanos se han formado en escuelas europeas.

«Haber estudiado en una Escuela Europea en Bruselas ha sido una experiencia extraordinaria, inolvidable. Sin embargo, en mi caso y en el de muchos compañeros, cuando hemos querido estudiar en España , nuestro país, carreras de ciencias como Medicina o Veterinaria, etc, que requieren unas notas superiores al 10, los obstáculos y dificultades han sido insalvables. He tenido que estudiar en Lituania», asegura a ABC la estudiante. Cuando acaban el bachillerato, la UNED les convalida el título.

A los que como ella protestan les ofrecen la posibilidad de presentarse de nuevo a la Selectividad, pero en España, para subir de nota. «No es lógico que se les obligue a examinarse de nuevo de Selectividad y de las mismas materias en España. El Bachillerato europeo ya incluye una Selectividad muy completa en dos fases (una en febrero y otra en junio) y ahora les exige que pasen de nuevo por lo mismo cuando nunca ha sido así ni lo es en ningun otro país europeo. Es una clara discriminación», dice la madre.

«Habiendo superado brillantemente un bachillerato europeo ( sección española), válido en toda la UE, se nos exige examinarnos de nuevo de determinadas asignaturas ya cursadas y en un mismo año», protesta M.P. «A la postre nuestro esfuerzo y experiencia no se no se nos reconoce ni pondera adecuadamente, teniendo que estudiar en otros países con un enorme coste y sacrificio personal, -aprender lituano por poner un pequeño ejemplo no es mi fuerte-, sin contar con el coste económico para nuestras familias. Si el acceso a la universidad pública española es imposible el periplo para un traslado de expediente no es menor conformándose muchos con seguir como se pueda o abandonar», añade la universitaria, que ha cursado los dos primeros años de Medicina en Lituania y este curso, tras solicitar el traslado de expediente, seguirá con tercero de Medicina en una universidad privada de España.

Todo el periplo, los dos años de cursar Medicina en inglés en Lituania y el traslado de expediente a España han supuesto para la familia un coste de cerca de 27.000 euros. «Cuando decides volver a España te encuentras con que no hay plazas para alumnado extranjero, aquí, pese a ser español, te consideran extranjero. Y no tienes más opción que matricularlo en una privada», denuncia la madre.

A Álvaro (nombre ficticio) el problema le viene ahora. «Vinimos el año pasado a Bruselas por trabajo, porque el colegio europeo nos permite trasladar a nuestros hijos sin que pierdan ningún curso», explica la madre. Alvaro es su hijo mayor y acaba de empezar Bachillerato. «Nos hemos encontrado con esta situación, que nos preocupa mucho porque aunque tenga buen expediente, será difícil que vuelva a España a estudiar en la universidad», denuncia la madre en declaraciones a ABC. Añade, además, que el alumno «que siempre ha sacado muy buenas notas» se plantea elegir Ingeniería como primera opción y Medicina como segunda, dos carreras con notas de corte muy elevadas.

Considera que el Gobierno «está discriminando» a los alumnos «en un momento decisivo de su trayectorá académica. «Poder estudiar en cualquier universidad de Europa es una opción maravillosa, siempre que sea voluntaria. En este caso tendrá que ser por obligación porque no puede volver a España porque no puede competir en igualdad de condiciones con el resto de estudiantes españoles», apunta.

Las familias no entienden que «habiendo problemas acuciantes como éste o como el de las ratios desbordadas, el Gobierno dedique recursos a que se imparta catalán, un problema, sin duda menor porque afecta a menos familias», indican. Consideran, demás, que «habiendo la necesidad imperante de médicos que hay en el sistema España se permita el lujo de poner trabas a estudiantes de Medicina con un buen currículo. Es una forma de expulsarles indirectamente del sistema», añaden los citados portavoces. «Las secciones española y francesa de estas escuelas son las que obtienen peores resultados académicos y hay estudios que lo vinculan directamente con las ratios elevadas», apostillan.

Familiares de alumnos de las Escuelas Europeas denuncian en declaraciones a ABC esta situación. Aseguran que «por muy brillante que sea el expediente de un alumo, éste compite siempre en inferioridad de condiciones con respecto a sus compañeros de España». Por este motivo, reclaman al Ministerio que «ponga fin a esta discriminación y extienda a esos centros las mismas condiciones».

«Se trata simplemente de publicar una orden por la que los alumnos de estos centros puedan acceder también a los 14 puntos y estar en igualdad de condiciones resoecto a sus compañeros. No es lógico que pese a ser centros que dependen del Ministerio no se rijan por los mismos criterios», denuncian portavoces de los padres. Al cierre de esta edición, el Ministerio de Educación no había respondido a las preguntas de este diario.

Actualmente, según los datos que maneja el Ministerio de Educación, hay 13 escuelas europeas ubicadas en seis países: Bélgica, Países Bajos, Alemania, Italia, España y Luxemburgo, con aproximadamente 29.000 alumnos en total. En las cuatro EE de Bruselas la sección española tiene en torno a 915 alumnos.

El pasado mes de abril, Europa dio luz verde a la inclusión del catalán como asignaura optativa en estos centros, lo que desató una tormenta política. Los grupos de la oposición vieron la medida como una concesión de PedroSánchez a los nacionalistas.

Sin embargo, fue una luz verde con condiciones ya que el Gobierno se desmarcó de su financiación. En concreto, rechazó costear el complemento salarial de los profesores, dejando claro que será el Gobierno el que deberá asumir íntegramente el salario de estos profesionales, hecho que, a juicio de las fuerzas europarlamentarias contrarias a la llegada de esta lengua a la red de centros europeos, «hace que el proyecto embarranque de inicio y no pueda materializarse». Familias consultadas por este medio consideran «innecesaria» la llegada del catalán como optativa. «Hay problemas mucho más importantes que afectan al futuro de nuestros hijos y que se resolverían con más recursos», alegan.