Cómo evitar el ataque de un perro: «Una cosa es que sea agresivo y otra invadir su territorio»

De acuerdo con el presidente de la Asociación Canófila Española, Manuel Nieto, un ataque de perro se evita no invadiendo su espacio. Eso pasa por evitar tocarle, acercársele o entrar a su espacio. No se puede perder de vista que para el perro eres un completo extraño. «Una cosa es que el perro sea agresivo y otra entrar a lo que él interprete como una invasión a su territorio», subraya.

«Cuando se sienten en peligro, es normal que hagan un ejercicio de disuasión, como un leve ataque, que empezarían con un ladrido o se echarían a correr hacia a ti, y en último caso, llegarían al ataque, pero se dan muy pocos casos», detalla.

Este experimentado formador explica que la conducta agresiva en los perros está determinada por diversos factores, siendo los más frecuentes el miedo y la sensación de amenaza a su integridad, a su territorio o a lo que el animal considere que le pertenece: el ganado, cuando se trata de razas dedicadas a labores de cuidado, o su familia. Él siempre los va a proteger, por instinto.

Al mastín español, la raza señalada en el ataque a las turistas, la presidenta de la Asociación Canina Nacional (ACCAM), María Eugenia Ribelles, lo describe como un perro tranquilo y muy territorial: su función es de vigilancia y avisan de algo inusual ladrando. «El mastín puro no ataca, sería algo muy excepcional si le hiciesen gestos y el perro se siente atacado, pero puede pasar uno entre millones», asegura.

¿Qué hacer si te encuentras con perros de trabajo o con un grupo de de animales en su entorno? No acercase, subraya Nieto. En caso de tener interés en observar cómo trabajan, aconseja contactar con el pastor para que controle la situación; siempre guardando la distancia.

El directivo de la organización canina opina que, en los contados casos de agresiones de perros que ocurren en España, suelen estar de por medio personas que olvidan que no son animales abandonados y que van a reaccionar de acuerdo a su función, es decir, el cuidado y defensa de un espacio o rebaño.

«No es lo mismo identificar a un perro abandonado en la ciudad, donde sí tenemos que interferir llamando a las autoridades para que lo rescaten, a cuando estamos en el campo y vemos un mastín tumbado en una zona de montaña que está guardando un terreno», aclara Nieto para advertir la falta de conciencia respecto al respeto a los animales.

Ribelles llama a no sobredimensionar hechos de los que se desconoce el contexto y detalles conclusivos, incluida la comprobación de la raza. Lo dice porque percibe que el debate en torno a la Ley de Bienestar Animal ha derivado en una profundización del estigma de los perros grandes y «ahora la gente todo perro que ve que no sea un chihuahua, que son los que más muerden, lo clasifica como peligroso».

La presidenta de ACCAM se queja de un linchamiento de las razas de perros grandes y «aquí al hablar de razas nos referimos a animales criados responsablemente que se acreditan con un pedigrí oficial, no es que aparente y sea un perro que tiene cruzado un señor ahí en medio», cuestiona.