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Los seis pueblos menos poblados de España

El 56% de los municipios españoles ha perdido población en la última decada

ABC recorre alguno de ellos para conocer de primera mano cómo es la vida de sus habitantes

ABC

1

En este pueblo de Aragón nació el rey Fernando El Católico Fabián Simón

Sos del Rey Católico, la «cuna de España» a menos

En las históricas Cinco Villas se encuentra otro de los muchos ejemplos de municipios heridos por los drásticos declives demográficos. Un caso relevante es el de Sos del Rey Católico , un referente en la historia de España. En 1452, la reina Juana Enríquez huyó de las luchas en las que estaba sumido el vecino territorio navarro para dar a luz en Sos —en un ambiente más seguro y en suelo aragonés— al que se convertiría en rey Fernando El Católico.

En la actualidad, el vigor turístico de esta localidad con flamante casco urbano medieval contrasta con su adelgazado padrón de habitantes: en el año 1900 vivían en Sos 3.600 personas, pero ahora ronda únicamente los 650 empadronados.

En esta localidad también escasean los niños. Solo el 6% de su población tiene menos de diez años de edad, frente al 30% que superan los 65 años.

A Sos, aunque se cuenta entre los municipios que aún están por encima de los 500 habitantes, le hace falta un revulsivo de la natalidad, como a la mayoría de pueblos aragoneses. Todo esto en una región que, hoy por hoy, no tiene crecimiento vegetativo ; anda en números rojos porque se mueren más de los que nacen. En 2014 fallecieron 6.883 personas en Aragón, frente a las 4.412 que nacieron.

Los demógrafos del Instituto Aragonés de Estadística auguran un declive demográfico acentuado para los próximo años. Calculan que dentro de un decenio, la región tendrá 33.000 habitantes menos que ahora y, además, su censo estará más envejecido, con una cuarta parte de la población por encima de los 65 años de edad y solo un 13% menor de 15 años, informa Roberto Pérez.

2

El pueblo de Plan cuenta con 300 habitantes, de los cuales solo 150 viven alli todo el año Fabirán Simón

Plan (Huesca): la «caravana de mujeres» que amortiguó el declive

El pueblo de Plan, en la provincia de Huesca, es uno de las decenas de municipios aragoneses que dan fe de la amarga despoblación. Situado en la comarca del Sobrarbe, a poco más de una hora de Barbastro por carretera, Plan hace décadas que siente de lleno la inquietud por su futuro vital. Con una población cada vez más mayor, escasez de matrimonios y de nacimientos, en 1985 este pequeño municipio del Pirineo aragonés se embarcó en la «caravana de mujeres» que le dio notoriedad mediática dentro e incluso fuera de España. De aquella iniciativa acabaron cuajando noviazgos que, en varios casos, se sustanciaron en matrimonios y en un repunte de la natalidad.

La tercera parte de los vecinos tienen más de 65 años y solo una veintena, menos de 15

El alcalde de Plan, José Serveto, que tiene 29 años, afirma que aquello fue un analgésico temporal para la delicada demografía del pueblo. Pero advierte que es imprescindible que los poderes públicos presten más atención a las áreas rurales para dotarlas de un futuro que, a su juicio, pasa inexorablemente por mejorar las infraestructuras, las condiciones de vida y, sobre todo, el empleo. Más oportunidades de trabajo para fijar población.

En el año 1900, Plan sumaba más de 1.100 habitantes. Ahora son apenas 300, y los que realmente viven durante todo el año en Plan rondan únicamente los 150. Pese a ello, el término municipal no es de los que peor están porque —explica el joven alcalde— cuentan con una veintena de vecinos que tienen menos de 15 años de edad. Eso sí, el panorama a futuro sigue siendo oscuro, y el declive del pasado —incluso del más reciente— lo atestigua: «Se han cerrado muchas casas porque se ha ido muriendo la gente y quedamos menos viviendo en el pueblo; la escuela ha ido a menos; la tercera parte del vecindario que habita en Plan de forma permanente tiene más de 65 años; y durante las últimas décadas se ha seguido perdiendo gente joven que ha emigrado: de mis años quedamos viviendo en el pueblo menos de la mitad de los que éramos de niños», relata José Serveto, informa Roberto Pérez.

3

Eshter Teixero una de los cinco vecinos de A Sariña Miguel de Muñiz

A Sariña (Lugo), una aldea de cinco habitantes

En la orilla del Miño, Esther Teixeiro y Avelino García viven con solo tres vecinos más en una aldea de la que varias viviendas quedaron sumergidas bajo el embalse de Os Peares en 1955. «En cada casa había 7 u 8 personas y ahora estamos solos. Éramos unos ochenta y hemos quedado cinco», relata en su taller de cestería uno de los últimos supervivientes de este arte en la Ribeira Sacra, donde sobrevive viudo con 87 años y muy buen humor. En A Sariña, esta parroquia del municipio lucense de Chantada, ven cómo todos se marchan. «Aunque no sé dónde porque trabajo no hay mucho» , comenta Esther, de 79 y cuyo marido acaba de sufrir un ictus: «Los viejos morimos y la gente joven no viene. La vida aquí es muy esclava. Los políticos miran a veces por tantas cosas inútiles... Tenían que mirar por esto».

Hoy toca matanza y echan mano de otros familiares, algunos de visita desde Cataluña. Así lo hacen cada invierno para poder comer doce meses. Ese, afirma, es el secreto de la longevidad de los gallegos del interior, que sobrepasan con frecuencia los cien años en muchas zonas de Orense y Lugo. En Sober, una localidad cercana, presumen de contar con más de una decena de vecinos por encima de esa edad. Bien podría llegar a ella Esther, de enorme sonrisa y ojos azules, que no se imagina fuera de A Sariña, donde mantiene un merendero que sirve comidas por encargo. «Se vive bastante porque comemos cosas sanas. De mucho trabajo, sí, pero sanas. Criamos a nuestros animales con alimentos ecológicos —señala—. Si tengo tengo que irme a la residencia cuando sea más vieja, echaré de menos esta comida».

El menú de este mediodía es cocido y Avelino está invitado, pero está el día lluvioso y prefiere quedarse tranquilo en su casa, pocos metros más abajo. De la pared cuelga su fotografía de boda con su mujer, fallecida hace un cuarto de siglo. A su currículum de carpintero, albañil, practicante, herrero, cantero y cestero no le ha quedado más remedio que añadir el oficio de cuidador de padres y suegros y el de amo de casa. Tiene el supermercado en la despensa: pollos, conejos, miel, chorizos, castañas, naranjas, kiwis, aguacates... Todavía lamenta las dieciocho palomas que un visión le comió días atrás. Hay quien dice que elabora uno de los mejores licores de hierbas que ha probado y sus cestas han salido para países como Francia, Italia o Estados Unidos.

La suya es una historia habitual en el noroeste español. Municipios como Parada de Sil es casi imposible que algún día vuelvan a índices demográficos normalizados. El indicador que mide cuándo existe un problema de envejecimiento sitúa esta cifra en el número 100. Este concello orensano lo multiplica por trece y la empresa que más empleo genera es la residencia de ancianos. Sus alcaldes intentan reflotar la situación con el filón del turismo o alquilando inmuebles vacíos y rehabilitados a familias jóvenes, como sucede en A Veiga, también en Orense, o en la parroquia de A Xesta, en el pueblo pontevedrés de A Lama.

En espera de mejores noticias, Esther regresa al interior para ver cómo sigue su esposo Antonio. Con la televisión encendida, Avelino aguardará a que escampe. Tiene una hectárea de viñas que atender en las laderas de las montañas que flanquean A Sariña, pero no se poda sin «luna llena o creciente» y estamos en plena luna nueva, informa A. Coco y P. Abet.

4

En Villageriz vivien treinta personas y solo tres tienen actividad laboral Mariam Álvarez

Villageriz (Zamora), un pueblo rico solo para jubilados

Villageriz (Zamora) es ejemplo de despoblación y envejecimiento, dos de los grandes males que azotan a Castilla y León. Tres de cada cuatro censados son mayores de 65 años y hasta el año pasado no había ni un solo niño. Por ello, han acogido como una bendición la llegada en 2015 de un matrimonio búlgaro con una niña de nueve años que se ha asentado en el municipio para atender una explotación ganadera. Gracias a esta familia el autobús escolar ha vuelto a parar en el pueblo tras más de una década sin hacerlo y el censo de población ha sumado tres altas para quedarse en el medio centenar de vecinos.

Sin embargo, en esta época del año a diario apenas hay una treintena de personas y sólo tres de ellas tienen una actividad laboral. Los jubilados ven en esta nueva familia la esperanza de futuro y se vuelcan con ella, dispuestos a echar una mano en todo lo que necesiten, ya que durante el día no tienen mucho más que hacer y en invierno pasear es prácticamente su única actividad.

Un parque eólico reporta pingües beneficios a la localidad por lo que sus vecinos no pagan impuestos ni tasas

Lo paradójico es que, lejos de ser un pueblo pobre, Villageriz cuenta con un maná en forma de parque eólico que reporta pingües beneficios a la localidad. Los molinos de viento dejan unos ingresos anuales de 50.000 euros en las arcas municipales. Cada vecino toca a mil euros, un dinero que hace que no haya impuestos ni tasas para los censados en el municipio pero ni con esas Villageriz logra reducir su tasa de envejecimiento, la más alta de Castilla y León con un 76% de mayores de 65 años. «El problema es que no hay nada cerca y las administraciones no ayudan mucho, yo mismo estoy intentando empezar una pequeña actividad agrícola pero no da para vivir», asegura resignado el alcalde, Valentín Ganda, informa Alberto Ferreras.

5

El pueblo salmantino de La Sagrada lleva más de seis años sin incribir a un recién nacido David Arranz

La Sagrada (Salamanca) y la pérdida de toda una generación

Han transcurrido más de seis años desde que se inscribió al último recién nacido en el municipio salmantino de La Sagrada que, junto a su anejo Carrascalejo, cuenta con un censo de población que supera ligeramente el centenar de habitantes, aunque sólo la mitad reside de forma habitual.

Sin embargo, esa inscripción, que tuvo lugar en 2009, causó baja en los meses siguientes por diferentes razones, asegura la alcaldesa Florencia Martín, quien lamenta el envejecimiento de esta localidad salmantina enclavada en pleno Campo Charro y a 44 kilómetros de Salamanca.

Sólo dieciocho personas están en edad de trabajar –entre los 21 y 50 años- y lo hacen en el sector agrario, ya que el resto son jubilados –el mayor tiene 92 años-.

En 1978 un accidente de tráfico de un autobús escolar segó la vida de 16 niños

La regidora no duda en atribuir la situación de envejecimiento al accidente de tráfico –un tren arrolló el autobús en el que viajaban los escolares- que en 1978 segó la vida de dieciséis niños de La Sagrada de entre 6 y 14 años. Con este siniestro, asegura Martín, se perdió toda una generación que, sin lugar a dudas, hubiera tenido descendencia y la población no hubiera decrecido como lo ha hecho, dado que es un municipio en el que la gente no emigra.

«No tenemos los servicios de la ciudad», sostiene la alcaldesa, pero subraya que cuentan con las dotaciones básicas. Además, «el médico pasa consulta dos días por semana, el secretario está en el Ayuntamiento tres días, y los domingos y festivos viene el sacerdote». A todo ello se añade las prestaciones de la Unidad Veterinaria y del centro médico, ambos ubicados en La Fuente de San Esteban, a unos veinte kilómetros, informa Nunchi Prieto.

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