El Papa en Palermo: «El mafioso blasfema contra el nombre de Dios-Amor»

Cuando estaban a punto de matarle, justo el día en que cumplía 56 años y a la puerta de su parroquia, Pino Puglisi se volvió para ver fugazmente a su asesino, sonrió dulcemente y le dijo tan solo: «me lo esperaba». El sicario de Cosa Nostra, posteriormente arrepentido, declaró en el proceso que llevó a la beatificación de «don Pino» en mayo de 2013, vigésimo aniversario de su muerte.

Contrastando la bondad del sacerdote con la malicia de los mafiosos, el Papa ha utilizado el título que cínicamente se autootorgan para advertir: «Hoy necesitamos hombres y mujeres de amor , no ‘hombres y mujeres de honor’; hombres de servicio, no de opresión».

Dirigiéndose directamente a estos criminales y ladrones, Francisco ha añadido: «Por eso a los mafiosos os digo: ¡cambiad, hermanos y hermanas! ¡Dejad de pensar en vosotros mismos y en vuestro dinero! ¡Convertíos al verdadero Dios de Jesucristo! Os digo: si no lo hacéis, vuestra vida será inútil, y esa será la peor de las derrotas».

Revestido con ornamentos rojos, el color de los mártires como Pino Puglisi, el Papa ha recordado que «el día de su cumpleaños, coronó su victoria con una sonrisa, la misma que impedía dormir de noche a su asesino, según el cual ‘había una especia de luz en aquella sonrisa’. El padre Pino estaba desarmado , pero su sonrisa transmitía la fuerza de Dios, no un brillo cegador sino una luz amable que calienta el corazón».

Francisco ha recordado en su homilía ante el pueblo y las autoridades que « Dios-Amor rechaza toda violencia y ama a todos los hombres. Por eso la palabra odio debe ser borrada de la vida cristiana».

Considerándolo una tarea de todos, especialmente cuando algunos líderes hacen rebrotar el odio a nivel colectivo, el Papa ha dicho que «el único populismo, el único ‘populismo cristiano’ es escuchar y servir al pueblo, sin gritar, ni acusar ni provocar enfrentamientos».

El Santo Padre, que había salido a las siete de la mañana de Roma para mantener a las ocho y media un e ncuentro con los fieles de Piazza Armerina , en el centro de Sicilia, ha incluido en su programa en Palermo -además de reuniones con los religiosos y con los jóvenes- una visita privada a la casa de don Pino Puglisi y a la iglesia de San Cayetano, en el barrio de Brancaccio. Allí terminó de hacerse realidad para «don Pino» una frase del Evangelio: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos».

Hace cuatro años, en un viaje a Calabria, el Papa había tenido palabras muy duras para la ‘Ndrangheta, la poderosa familia criminal calabresa: «La mafia es la adoración del mal» . Y eso incluye adorarse a sí mismo.

Puglisi perdió la vida porque organizaba actividades deportivas y culturales para los jóvenes, pero también porque rechazaba donativos de los y les había quitado los primeros puestos en las fiestas y procesiones.

Era un desafío, y el «padrino» de Brancaccio ordenó lo habitual: primero difamarle esparciendo mentiras sobre su conducta personal, y después asesinarle, dejando como «firma» mafiosa hacerlo en el día de su cumpleaños y a la puerta de su parroquia.