Indultan a una anciana que robaba caramelos

Sorprendida con los dulces, se justificó entre lágrimas: «Mi pensión no me llega ni para pagar el alquiler y me avergonzaba el hecho de no poder hacer un regalo a mis nietos». Los dos militares que llegaron al supermercado hicieron las oportunas averiguaciones, comprobando la veracidad de la explicación de la anciana. Bastó una mirada entre los dos colegas, para evitar la denuncia, echando mano a su propio bolsillo para abonar al supermercado el importe de la bolsa con los caramelos. La anciana abrazó llorando a los dos carabineros y entre sollozos les decía: «No soy una ladrona, no soy una ladrona». Todo el cuartel de los carabineros decidió después participar en la colecta para pagar los 27 euros.

Es una cantidad que cabe considerar como una miseria, pero a veces puede constituir un gesto de gran humanidad, sobre todo en un mundo que parece haber perdido la solidaridad y la compasión por los más débiles. Frente a un sinfín de noticias negativas que llenan cada día todos los medios, esta pequeña historia de bondad, con final feliz, ha emocionado a los italianos en la Navidad.