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Incendio en Ática, un crimen colectivo

Mati, símbolo de la ilegalidad: 1.218 edificios, la mitad de los que se han destruido o dañados por el fuego, eran abusivos

Imagen de un hombre en Mati tras el incendio Reuters

Ángel Gómez Fuentes

Parece una calamidad bíblica. Son imágenes de apocalipsis las que uno se encuentra al recorrer Ática y ver la devastación que el fuego produjo en pocas horas el pasado lunes. Las causas de tal desastre son tantas que podría hablarse de « crimen colectivo ». «Este país es caótico, un desastre, un país en ruina», nos dice Georgos Ioannidis, que fue una estrella del periodismo de la CBS estadounidense y ha visto destruida su casa. Varios pueblos de la región de Ática, pero sobre todo Mati, a 30 kilómetros de Atenas, lugar de veraneo de la clase acomodada de la capital, se ha convertido en símbolo de prácticas abusivas e ilegalidad urbanística, bastante habituales en Grecia durante décadas.

Numerosas villas están construidas ilegalmente a un paso del mar . Según controles efectuados por ingenieros del Ministerio de las Infraestructuras, tras visitar los lugares de la tragedia, un total de 1.218 edificios se ha declarado ilegal o abusivo, es decir, prácticamente la mitad (48,93 %) de los que han sido destruidos o gravemente dañados por el fuego. No pueden extrañar estas cifras en un país que ni siquiera tiene catastro, prácticamente el único en Europa. Los técnicos han dado un informe esclarecedor que explica en parte la tragedia: «Calles estrechas, numerosos callejones ciegos, edificios y villas ampliados y alargados sin control y sin un plan urbanístico regulador».

Datos oficiales

A Georgos Ioanidis le parece increíble que, cinco días después de producirse incendio, el primer ministro Tsipras no hubiera acudido todavía a visitar la zona devastada. La cifra de muertos sigue aumentando, a cuentagotas: el dato oficial es de 87 fallecidos , pero hay una docena de heridos muy graves y algunos desaparecidos. Es ya la peor tragedia ocurrida en Europa en décadas por un incendio.

Solo el ministro de Defensa, Panos Kammenos , se atrevió el jueves a realizar una rápida visita a Mati y tuvo que escuchar las voces de protesta de la gente y la reacción airada y en lágrimas de una mujer que, a un palmo de su cara, le gritó: « Nunca debió ocurrir esta tragedia ». Ante el escándalo y la conmoción nacional, solo el viernes por la noche el primer ministro Alexis Tsipras, líder de la coalición de izquierda radical Syriza, dio la cara en televisión para decir que asumía «la responsabilidad política de la tragedia», confirmando lo que todo el mundo afirmaba: Hay indicios claros de que el incendio fue provocado.

El fuego se inicio desde tres sitios distintos

No es casual que al mismo tiempo el fuego se iniciara en tres sitios distintos formando un triángulo . Después el incendio se propagó vertiginosamente causando la catástrofe por una funesta convergencia: El invierno había sido muy seco, la temperatura era muy alta y el viento soplaba a 120 kilómetros por hora. A ello hay que sumar lo que Georgos Ioannidis nos definía como un «crimen colectivo en un país caótico». Un daño al medioambiente por parte de toda la sociedad, que ha construido ilegalmente durante decenios, tremendas carencias organizativas por parte del Estado y sus instituciones, falta de vías de salida y señalización en una zona en la que se producen muy frecuentes incendios, carencia de medios de bomberos y cuerpos de protección y seguridad que han visto reducidos personal y presupuesto por culpa de la crisis. Los bosques no se limpiaban y están llenos de broza. Pinos altísimos que no se podaban han provocado llamas que alcanzaban 6 y 7 metros .

En muy pocas horas, esas lenguas de fuego se convirtieron en un gran río de fuego como si fuera lava, que fue conducido por el viento hasta el mar, devorando cuanto encontró a su paso. Para colmo, otro abuso más en una zona plagada de ilegalidad urbanística .

Algunos ciudadanos griegos, que se creen dueños exclusivos de un territorio, les llevó a poner barreras, a veces con alambre espinado, para acceder a las playas –pequeñas calas, sobre todo–. Ahí quedaron todos atrapados, cegados por el fuego y el humo, algunos residentes que intentaron llegar al mar. Era una tragedia anunciada . Muchos la temían. Fue el infierno.

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