El trágico final de Satao, el rey de los elefantes
Cazadores furtivos acaban con la vida de uno de los paquidermos más destacados del parque nacional de Tsavo, en Kenia
EDUARDO S. MOLANO
Le arrancaron la cara por apenas 300 euros. En sus 45 años de vida, Satao había resistido sequías y amenazas animales, sin embargo, la avaricia y la miseria humanas pudieron finalmente con él. A finales de mayo, este elefante, considerado uno de los grandes reyes ... del parque nacional de Tsavo, en Kenia, era asesinado por cazadores furtivos. No hubo ninguna posibilidad de supervivencia. Una de las flechas envenenadas entró por su costado izquierdo.
A pesar de que el fallecimiento de Satao se produjo hace más de dos semanas, el Kenya Wildlife Service no anunció su trágico final hasta este viernes. Querían estar seguros. Como Satao, en lo que va de año, más de 90 elefantes han sido asesinados en territorio keniano. Cada uno, con identidad propia. Como la de sus ejecutores.
A Tang Yong Jian las promesas de dinero rápido le salieron caras. Más aún, a sus víctimas. En febrero, un tribunal de Kenia condenaba a este ciudadano asiático a una multa récord de 20 millones de chelines (cerca de 170.000 euros) tras ser arrestado, días antes, en el aeropuerto de la capital, Nairobi, con cerca de 3.4 kilogramos de marfil en su maleta.
Jian se convertía así en la primera persona en ser sentenciada bajo unas nuevas leyes anti-contrabando, destinadas a purgar la caza furtiva. El negocio es creciente. Pese a lo volátil de este mercado, un kilo de marfil en el mercado negro asiático ronda los 1.800-2.200 dólares (de media un colmillo cuenta con 60 kilogramos). No obstante, los cazadores furtivos no suelen recibir más de dos o tres dólares por kilo.
Continuas amenazas
Según datos de la organización TRAFFIC, 2011 fue «el más desastroso para la vida de los elefantes» con más de 2.500 muertes a manos de furtivos en todo el continente africano. Precisamente, en diciembre de ese mismo año, las autoridades portuarias de Malasia incautaban el mayor «alijo de colmillos de paquidermos -valor de mercado cercano a los 1,3 millones de dólares- realizado hasta la fecha». ¿El origen del envío? La localidad keniana de Mombasa.
Solo unos días después, el 13 de enero de 2012, Abdi Abdudalli Mohammed, un guarda forestal de origen somalí, era tiroteado por cazadores furtivos de elefantes mientras patrullaba el corredor Kasigau, al este de Kenia. En el incidente, otro compañero -Ijema Funan-, resultaba herido de gravedad. Miembro de honor de la conservacionista Wildlife Works, Mohammed se convertía entonces en el primer «ranger» de esta organización en ser asesinado en 15 años.
En el lugar del crimen, dos fusiles AK 47, cinco rondas de municiones y diversas armas blanca fueron recuperados. «Estos incidentes reflejan un aumento de la violencia causada por la creciente demanda de marfil en los mercados de Extremo Oriente, especialmente China», reconocían entonces a ABC desde el gubernamental Kenya Wildlife Service, quien gestiona aproximadamente el 8% de la superficie total del país (nada menos que 22 Parques Nacionales, 28 Reservas y 5 Santuarios) y cuyas dificultades operativas también son excelsas.
No obstante, las medidas represivas también aumentan. De forma paralela a la condena de Tang Yong Jian, el Gobierno de Togo incautaba cerca de cuatro toneladas de colmillos en dos alijos diferentes en su territorio y detenía a dos ciudadanos locales y uno vietnamita.
Intereses creados
Organizaciones como la International Trade in Endangered Species of Fauna and Flora (CITES) ya advierten que las actuales matanzas ilegales de paquidermos podrían conducir a la desaparición de estos animales si la tasa continúa: por ejemplo, solo en los últimos 10 años, la población de elefante africano de bosque se ha reducido en un 60 por ciento.
Porque los intereses son numerosos. A mediados del pasado año, varias organizaciones humanitarias denunciaban que miembros del grupo armado ugandés Ejército de Resistencia del Señor (LRA) se servían de la caza ilegal y el comercio de marfil como método para financiar sus operaciones.
En el informe –realizado por, entre otras, Enough Project y Satellite Sentinel Project- se relacionaba de forma directa el incremento de muertes de paquidermos a manos de furtivos en el Parque Nacional de Garamba (República Democrática del Congo) con el grupo guerrillero.
«Con los precios del marfil en niveles récord, este comercio ofrece al LRA otra forma de supervivencia al margen de sus saqueos habituales», asegura el documento, quien reconocía que la milicia intercambia este producto por armas, municiones y comida.
Sin embargo, los crímenes no se limitan a los animales. «En los últimos veinte años, cerca de 160 guardias de seguridad han sido asesinados en el Parque Nacional de Virunga, al este de República Democrática del Congo, por los rebeldes hutus y tutsis que operan en la región», reconocía recientemente a este diario Jean-Paul Diaw, «ranger» del parque. Miserias, a 170.000 euros la expiación.
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