El Papa reconoce que «a veces transmitimos malhumor, frialdad y egoísmo, en lugar de fraternidad»
Rezó con ochenta mil fieles por la curación de Noemí, «una niña de año y medio con una enfermedad grave»
juan vicente boo
El Papa Francisco quiere una Iglesia alegre, en la que los cristianos den ejemplo de amor a los demás, tal como enseñó Jesús y del modo en que lo vivía con naturalidad la primera generación de fieles, de quienes se comentaba con admiración: «Mirad como ... se aman».
En su audiencia general con unas ochenta mil personas, el Papa comentó el mandato principal del cristianismo, que es el del amor a Dios y a los demás, con manifestaciones prácticas. Por desgracia, a veces faltan, y Francisco reconoció que «con frecuencia somos demasiado áridos, indiferentes, lejanos… y transmitimos malhumor, frialdad y egoísmo en lugar de fraternidad».
Eso es lo que hay que corregir pues « con malhumor, frialdad y egoísmo, ¡la Iglesia no crece! ». El Santo Padre insistió en que la Iglesia «crece solo con el amor que viene del Espíritu Santo», quien envía también carismas y dones con una «fantasía» extensa, destinada al bien de la Iglesia, no el de quienes los reciben.
Lo esencial es el afecto y la ayuda a los demás pues, según dijo, «incluso los carismas y los dones más extraordinarios son inútiles si falta amor». Puede darse el caso de que una persona tenga carismas muy extraordinarios, como «la capacidad de curar a los enfermos», pero hay que preguntarse: «¿Hay amor en su corazón?». Por muy llamativos que sean esos dones, «sin amor, no sirven a la Iglesia. Porque donde falta amor hay un vacío que se llena siempre de egoísmo».
Como siempre, el Papa Francisco hizo buena parte de sus comentarios al margen del texto escrito de antemano, y también pidió oraciones a los fieles.
Les contó que justo antes de la audiencia general un padre de familia le había presentado a «a una niña de año y medio, que sufre una enfermedad grave. Se llama Noemí y la pobrecilla sonreía…». El Papa invitó a todos: «hagamos un acto de amor y recemos en silencio. Pidamos al Señor que ayude en este momento a Noemí y le dé la salud». Al cabo de un minuto, el Papa continuó: «Y ahora, recemos un Avemaría por ella». Al terminar, los ochenta mil fieles añadieron un gran aplauso.
El Papa reconoce que «a veces transmitimos malhumor, frialdad y egoísmo, en lugar de fraternidad»
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