Crónica de Sevilla en negro

Tahúres, mentiras y un huerto de los horrores

A principios del siglo XX, la localidad de Peñaflor fue epicentro de un caso horripilante: seis cadáveres fueron desenterrados de una finca que escondía un misterio

El Francés, a la izquierda, le muestra algunos planos dibujados en la cárcel al corresponsal de ABC ABC

Hace más de un siglo de aquello y pocos casos de la crónica negra sevillana han alcanzado ese nivel de maldad tanto por el número de víctimas como por el fatal destino que les había preparado una pareja de criminales a ... los que sólo les movía un deseo: el dinero.

Y todo se destapó por la insistencia de una mujer y su familia por saber el paradero de su marido, quien había salido de su casa en Posadas (Córdoba) con una buena suma de dinero y nunca regresó. Jugador de cartas y prestamista, la desaparición de Miguel Rejano hizo temer a su mujer que algo le había pasado. Podría ser uno de los primeros casos en los que las víctimas recurrieron a la prensa en busca de ese altavoz que llame la atención de las autoridades. Lo cierto es que funcionó. No sólo encontraron a Miguel sino a cinco hombres más que llevaban años desaparecidos. Sus cuerpos reposaban en el huerto de uno de los asesinos en una finca de la localidad sevillana de Peñaflor . Los crímenes del Francés se consagraron en la historia de España como el primer caso mediático y de él se han escrito libros y se hizo una película a finales de la década de los 70.

Noviembre de 1904 . Francisca Márquez acude a los juzgados de Lora del Río para denunciar la desaparición de su marido Miguel. Lleva más de una semana sin saber de él y jamás había sucedido algo así. Encima llevaba cerca de 30.000 reales. Al mismo tiempo Francisca escribe a un primo de su esposo, Juan Mohedano , para que le ayude a buscarlo. Antes de partir, Miguel le había dicho a su esposa que tenía que cerrar un trato en Sevilla.

Mohedano viaja a Sevilla y entra en contacto con un expolicía que seguía trabajando como investigador privado. Las pesquisas de ambos hombres les lleva a una fonda donde había pernoctado el desaparecido y donde recibió la visita de un vecino de Peñaflor llamado José Muñoz Lopera, conocido por ser un tahúr pendenciero. El primo de Miguel decide marchar hasta ese pueblo para recabar más información y allí se encuentra con las habladurías de los vecinos que apuntan a timbas clandestinas en la casa de un tipo apodado el francés, de fama cuestionable. Cuando le preguntan a Muñoz Lopera por el paradero de Miguel, asegura que no sabe nada.

Los días pasan sin resultados hasta que se publican un par de anónimos firmados con el pseudónimo de expolicía en el periódico El Liberal sevillano. Unos escritos que hablan abiertamente de la rumorología desatada en Peñaflor y alrededores. Detrás de esos artículos está Laureano Rodríguez , el investigador que estaba ayudando a la familia de Rejano y que gracias a esas publicaciones ejerce la suficiente presión en los responsables de la investigación para que muevan ficha. La Guardia Civil interroga a José Muñoz y al dueño de la finca, Juan Andrés Aldije , a quien apodan el francés por haber nacido en el país vecino.

Francisca Márquez en el centro de la imagen, viuda de Rejano, con sus hijos y el primo de su marido, Juan Mohedano

Ambos quedan en libertad, pero Aldije comete un error. Decide huir de Peñaflor aumentando la sombra de sospecha que se había cernido sobre él. Es entonces cuando Juan Mohedano solicita permiso para registrar en el huerto donde las habladurías y hasta un anónimo enviado a la mujer de Miguel apunta que está el cadáver del desaparecido. El 13 de diciembre de 1904 obtiene el permiso y empiezan a revisar el terreno con una suerte de gavilla que van pinchando en el terreno.

El 14 de diciembre, como calificaría el periódico El Noticiero sevillano, se produjeron « hallazgos fúnebres". En una zona destinada para guardar conejos, al sondear el terreno, tocan a un metro de profundidad lo que parecen restos humanos. "Según los médicos debía haber sido enterrado cuatro años antes. Por las ropas creyóse que se trata de persona acomodada«. Aquel mismo día se encuentran dos cuerpos más. La cita procede de un extenso reportaje que publica el Heraldo de Madrid , que envía a José Márquez y a Rodrigo Quirós a cubrir un suceso que moviliza a medios de todo el país para contar la historia de unos crímenes en serie .

El 15 de diciembre se encuentra el cuerpo de Rejano. Es el único que se puede identificar rápidamente porque ha pasado poco tiempo desde su desaparición, apenas un mes. Los otros cinco cadáveres acabarán siendo identificados gracias a los dos criminales que confirman sus nombres. Todos eran jugadores experimentados que habían caído en la misma trampa .

El macabro hallazgo provocó que la Guardia Civil detuviera de inmediato a todas las personas relacionadas con la finca del francés como su esposa y su hijo. La noticia del arresto de ambos provocó que Aldije desistiera de huir hacia Portugal y regresó para entregarse. Fue apresado en un cortijo próximo a su casa. Sus familiares quedarían en libertad al comprobarse que no estaban al corriente.

Las víctimas eran captadas con promesas de timbas en las que iban a desplumar a un tal francés. Por eso iban cargados de dinero. Si tenían la mala suerte de ganar, al salir de la vivienda de Aldije y cruzar su huerto, eran golpeados en la cabeza

Ya en prisión, José Muñoz le echaba la culpa a José Andrés Aldije y viceversa. Pero gracias a sus confesiones se fueron atando cabos. Todas las víctimas habían muerto por traumatismos en la cabeza y después enterradas bajo una capa de cal viva. Muñoz era el reclutador. Se encargaba de captar víctimas entre jugadores y adictos a los naipes a los que les prometía desplumar a un francés que había aterrizado en Peñaflor y al que le encanta organizar partidas clandestinas. Se aseguraban que fueran cargados de una buena suma de dinero.

Muñoz Lopera en la cama los días previos a celebrarse el juicio ABC

La casa del francés estaba cerca de la estación de tren . Los incautos eran captados en otras provincias y solían llegar por esta vía a Peñaflor. Las partidas se organizaban de noche y si tenían la pésima suerte de ganar , al salir se les aconsejaba no hacerlo por la puerta principal sino por el huerto. En mitad de la oscuridad, Juan Andrés los esperaba escondido y armado con una barra de hierro. Cuando estaban cerca suya, les gritaba que tuvieran cuidado con una cañería del suelo, y cuando la víctima bajaba la cabeza, les asestaba un golpe en la cabeza y los desnucaba. Después los remataba con un martillo .

Las víctimas eran desplumadas y enterradas allí mismo. El fiscal los acusó de haberse apoderado de un botín de más de 35.000 pesetas entre el dinero en metálico, joyas y prendas robadas a los seis incautos. Aldije admitió durante la instrucción haber ejecutado varios de los crímenes, pero después se retractó.

Ambas armas fueron recuperadas y exhibidas en un juicio que tuvo una amplísima repercusión mediática. Este periódico envió a un corresponsal que estuvo en la cárcel entrevistándose con los dos acusados. Así pudo comprobar cómo Muñoz Lopera se había declarado en huelga de hambre. A pesar de los intentos de su abogado de suspender su declaración, fue conducido a la sala en camilla. El 6 de marzo de 1906 se celebraba la vista oral que acabó con seis penas de muerte, una por cada víctima. El 1 de abril de ese mismo año eran ejecutados mediante garrote vil . Nacía entonces el dicho popular que te advierte «cuando alguien te quiere llevar al huerto».

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