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Emprendedores latinos en Dos Hermanas: sueños hechos realidad al otro lado del Atlántico
Bares, peluquería y tiendas de ropa que han abierto en la localidad han sido muy bien acogidos por los nazarenos
El hostelero nazareno que colecciona más de un centenar de gorras, todas oficiales
Valme J. Caballero
Dos Hermanas
Cuando nacieron, al otro lado del Atlántico, en Sudamérica nunca pensaron que parte de sus vidas la pasarían en España. Cada uno en sus respectivos países vivieron una infancia y una adolescencia diferente pero todos tienen el denominador común de haber querido cambiar sus ... rumbos y empezar una nueva vida a miles de kilómetros de sus lugares de origen.
Tomar la decisión no fue fácil y, una vez llegados a nuestro país, aunque tuvieron que recorrer un camino con ciertos obstáculos burocráticos, sí que contemplaron la oportunidad de emprender y tener sus propios negocios.
Previamente, todos habían trabajado por cuenta ajena y comenzaron a conocer el mundo laboral español. Hasta que un día decidieron convertirse en sus propios jefes y ponerse al frente de una actividad en la que ya eran expertos.
Paraguay
Cristian Rafael Marín Benítez y Rosa Carolina Torres Unzain vinieron desde Paraguay, cada uno en un tiempo y se conocieron aquí. Él, de Pedro Juan Caballero, cuando tenía 20 años y al tener amistades en Sevilla decidió probar suerte aquí y vivir una «aventura», ya que fue un momento en el que muchos latinos cruzaban el charco. Llegó a la capital y comenzó a trabajar en hostelería, en cocina sobre todo, aunque también en sala.
Ella, de Ciudad del Este, tuvo como primer destino Vigo y a los dos años de estar allí recala en Dos Hermanas porque estaba aquí un hermano. Por casualidad, se conocieron, se enamoraron y desde hace 13 años son matrimonio y tienen una hija. Tras haber pasado por varios trabajos él se lanza a montar un bar en el que ella también trabajaría. «Al principio me enfadé mucho, no quería, decía que estaba loco pero la verdad es que ahora me alegro y estoy encantada», afirma Carolina tras la barra del Bar Carlos I.
Su carta es de cocina típicamente andaluza, lo que había aprendido él, pero tienen una reminiscencia paraguaya: sirven carnes a la brasa porque como cuentan «allí cualquier fiesta o celebración es una barbacoa y eso sí lo hemos trasladado aquí». «Vimos que no había este tipo de bar en la zona y por eso lo abrimos; después de muchos papeles, inauguramos y vino el COVID a la semana…», explica Cristian.
Poco a poco superaron las dificultades y cada vez tienen más clientela de diferentes puntos de Dos Hermanas y de Sevilla capital que vienen a disfrutar de sus carnes a la brasa, la amplia terraza en una zona peatonal, relación calidad-precio y por el trato a la clientela.
En su bar es común verlos beber tereré, una bebida que se bebe fría, con mucho hielo, típica de su país y oírlos hablar algo y no entenderlos muy bien, por creer que hablan rápido y no, es porque no pierden el guaraní, el lenguaje nativo del país, que a veces se les escapa.
Su acogida en Dos Hermanas ha sido fantástica y se sienten muy a gusto en esta ciudad. Eso sí, no dejan de ver a paisanos, los domingos jugando al vóley en el parque, como es tradicional en su país.
El Salvador
Desde El Salvador llegó con 20 años Milton Jesús Alvarenga Landaverde al calor de una prima suya que se había casado con un nazareno y vivían aquí. Como cuenta «estaba estudiando mi carrera de ingeniería informática pero la falta de seguridad en el país me hacía pensar que no podía ni quería seguir allí. Fueron 12 años de guerra y luego quedaron pandillas, etc así que me vine», explica. Pese a que su idea era seguir estudiando, entró en el mundo de la hostelería como ayudante de cocina. Y tras varios años monta Marenga Tapas, con su pareja, un local de tapas elaboradas y que cuenta con un rincón salvadoreño, único en Dos Hermanas, en el que degustar, por ejemplo, pupusas, tacos o yuca frita con chicharrón.
Al tiempo llegó su hermano, Samuel, con 15 años y sí que estudió Bachillerato aquí y después ya vino la madre, Rebeca, de profesión peluquera. «Cuando estuve aquí, antes de venir definitivamente, me enamoré de Dos Hermanas», afirma encantada. «Allí tenía mi peluquería, mi casa y todo pero la situación de inseguridad no te permitía vivir tranquila y con dos hijos aquí decidí venirme a empezar de cero», añade.
Primero, peinando a domicilio y compaginando con otros trabajos hasta que se dio cuenta que por su edad nadie la iba a contratar y se embarcó en montar su propia peluquería: RBK, con la que lleva tres años.
«El inicio fue el boca a boca porque somos de la Iglesia evangélica de la calle Guadalquivir y luego pasaba la gente y entraba hasta que ya tengo mi clientela y no estoy contenta, estoy contentísima», cuenta. Como anécdota sí dice que el estilo y trabajar el pelo aquí es diferente porque «quieren volumen y allí quitarlo pero es fácil adaptarse». Hace siete años llegó su otra hija, Mónica, que está en prácticas en la peluquería y después, su marido.
Rebeca afirma que en Dos Hermanas se siente «como en casa, desde que llegamos, nos gusta la gente, la comida, el estilo de vida, la feria, los trajes de flamenca,… y la seguridad, sobre todo. Además, todo el mundo nos ha recibido muy bien».
Ahora ya están aquí el matrimonio y tres de sus hijos y ha sido abuela recientemente, de Leo. Eso sí, le falta una de sus hijas que emigró pero a Estados Unidos. Además, una de sus nueras, Raquel vino también de El Salvador y además de su sobrina Sara ya hay aquí otra, Emilia.
Uruguay
El caso de Susana Sánchez es cuanto menos curioso ya que es uruguaya pero tiene un atelier especializado en trajes de flamenca, fiesta y ceremonias. Aprendió a coser en su país, viendo a su madre aunque estudió y se especializó en esta labor, en Montevideo. «Trabajaba y podía pagarme la estancia y las clases», narra.
Una serie de circunstancias personales llevaron a que su marido se plantease venir a España ya que pese a que allí los dos tenían trabajo todo era muy caro y el nivel de vida no era el deseado. Así que, Susana tenía una hermana en Dos Hermanas y pusieron rumbo a la ciudad nazarena, con su hijo de cinco años y unos ahorros tras haber vendido propiedades. Los inicios fueron complicados porque venían los tres y ella comenzó a hacer arreglos de costura para particulares y empezó a darse a conocer. «Para empezar compré una máquina de coser de Lidl, lo más económico, pero era lo que podía gastar y me dio rendimiento, la verdad», describe. Había dejado todo allí y debía empezar más que de cero. Y un día le llegó una oportunidad: «yo respondía a anuncios y enviaba currículos y una vez me llamaron de una tienda y me dijeron que me iban a hacer una prueba para montar un traje de flamenca. Me quedé sorprendida porque no lo había hecho nunca pero me preparé bien y lo logré. Y la respuesta fue: ahora tienes un mes para hacer una colección de 12 trajes de flamenca, ¡imagina! Por un lado estaba muy contenta pero por otro tenía que poner todo mi esfuerzo para conseguirlo, era mi momento», declara.
Y así lo hizo hasta que empezó a subir fotografías a redes sociales y la gente contactaba con ella. Sin embargo, cuando comprobaban su acento no acudían a la cita. Entonces «aprendí palabras de aquí por ejemplo no cierre sino cremallera y decidí no hablar por teléfono sino solo por whatsApp para evitar los prejuicios y de esta forma conseguí que las clientas vinieran».
Hace más de un año abrió su local, en la calle Nuestra Señora del Carmen, donde recibe por citas y emprendió su camino en solitario. Sus trajes han llegado ya a Perú y Egipto de manos de Miss Intercontinental y en la Feria de Sevilla y de otros muchos pueblos también pueden verse. En Coria del Río ha realizado un pase de modas y también cerró Dos Hermanas de boda con un desfile.
«Con esfuerzo se consigue. No es fácil, hay que trabajar muchísimo y superar adversidades pero aquí es más fácil que en Uruguay y ahora ya le veo más ventajas que inconvenientes. Y eso sí, porque mi trabajo me encanta, me apasiona y me vuelco en trajes de flamenca o madres de Comunión, puestas de largo, invitadas a ceremonias...», confiesa Susana.
El boca a boca y las redes sociales la han ayudado a darse a conocer, sobre todo Facebook e Instagram y ya con una más en la familia, una hija de cinco años, y estabilidad laboral tiene un sueño: poder presentar una colección en la pasarela SIMOF.
República Dominicana
El amor trajo a Mercedes Carolina Ogando Gómez a Dos Hermanas. Ella vivía en Barcelona son su madre, que emigró desde República Dominicana cuando era una bebé y creció con sus abuelos. Con 13 años salió de Villajaragua, cogió un avión y fue a vivir con su madre y seguir sus estudios en la capital catalana. Tenía conocidos aquí a través del marido de su madre y venía los veranos a Montequinto; «con 16 años me enamoré de un chico de Dos Hermanas y decidí venirme a continuar mis estudios y mi vida aquí», reconoce. Sus padres la advirtieron que su estancia aquí sería como una 'beca Erasmus', un tiempo y si no era responsable y no seguía con sus notas sobresalientes no volvería a Barcelona sino a su país de origen.
Sin embargo ella afirma que siempre fue muy madura y sabía que tenía que seguir así. Se graduó en Administración y Finanzas y actualmente, 17 años más tarde, continúa con su pareja, ya hoy marido, y tienen un hijo de cinco años. «La boda fue muy bonita, en la parroquia de los Ángeles y aquí seguimos», rememora.
Le encantan las manualidades y las labores como el ganchillo, crochet, punto,… y empezó a hacer ropa infantil y a subir las creaciones en redes. Y después, su creatividad también la llevó a hacer cestas para recién nacidos, algo con lo que consiguió muchos seguidores y personas que le encargaban trabajos. «Hice una para unos amigos, y cuando la hice pública tuve encargos», dice.
Así empezó y hace dos años decide abrir la tienda RyL Pequeñines para vender sus creaciones y todo lo relacionado con el mundo infantil. «Para empezar tuvo que sortear muchas piedras, trabas, burocracia pero ahora estoy encantada. Tengo clientela de aquí, de Sevilla, de otros pueblos y por las redes, de País Vasco, Madrid, Barcelona,…», cuenta.
Su empeño y su afán de crecer la están llevando a plantearse abrir otra tienda en Montequinto y en un futuro, en Sevilla.
Venezuela y Colombia
Samantha Ángeles llegó de Caracas (Venezuela) a Galicia y hace nueve años a Dos Hermanas. En su país tenía un programa de televisión de repostería y otro en radio y hacía cursos para adultos y niños. Es licenciada en Arquitectura y como pasión tiene la repostería. En su país la bautizaron como 'Arquitecta de azúcar'.
Allí tenía un gran éxito porque como explica «está todo 'americanizado' y para cumpleaños y todo tipo de celebraciones se hacen tartas espectaculares modelando bizcocho, montando con elementos,… Pero aquí es diferente. Por eso, de forma esporádica y altruísta, imparte talleres de repostería para niños pero en momentos señalados como Navidad, Día de la Madre, etc y los enseño a decorar galletas, o tartas de fondant,… en centros sociales o donde me llamen». «Mi sueño sería poder dedicarme a esto de forma íntegra pero ahora es una afición y sueño con poder moverme de un lado a otro y mostrar mis enseñanzas. Eso sí, ya me vine aquí, porque tenía una amiga en Fuente del Rey, y me quedaré, pese a que mi hija es gallega», señala.
Y recientemente, hace apenas un mes abrió sus puertas otro negocio que lleva Marisol, una colombiana dedicada a las extensiones y trenzas en Afrotrénzate con Mari. Hace diseños originales con el pelo y quien acude tiene un toque exótico en sus melenas. Ganas, ilusión y el apoyo de otras amigas latinas la han llevado a poner en marcha este negocio.
Son muchos los latinos emprendedores en Dos Hermanas y pese a que están muy contentos en tierras nazarenos todos echan de menos sus orígenes y sus familias. Algunos piensan en regresar cuando se jubilen; otros, tienen ya a toda la familia aquí y no se lo plantean. Sea como fuere han sido bien recibidos y ya son unos nazarenos más.
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