Teatro de la Maestranza
¿Cómo se ensaya en Sevilla una gran producción de ópera en tiempos de coronavirus?
El Teatro de la Maestranza extrema sus controles y medidas sanitarias durante los ensayos de «Un ballo in maschera», con la que retoma su temporada lírica en los próximos días

El gran tenor mexicano Ramón Vargas , que debuta en una producción lírica en el Teatro de la Maestranza con «Un ballo in maschera» , se preguntaba días atrás en su camerino por qué embarcarse en una ópera en estos tiempos de ... pandemia.
«¿Es un acto de temeridad, un ejercicio de responsabilidad, de respeto a la música, al arte y al teatro? Menos a un acto de irresponsabilidad, representar una ópera hoy responde a todo eso y, además, es un acto de valentía , y de compromiso social ».
Estas palabras de Ramón Vargas, que encarna a Riccardo —uno de «mis roles favoritos», señala—, resumen el espíritu del elenco artístico y del equipo del teatro a la hora de acometer los ensayos de este título de Verdi , que llega a los escenarios sevillanos en una producción del Teatro de la Fenice en cuya reposición han colaborado el Maestranza y el Teatro Real , donde se pudo ver al principio de su temporada.
El estreno en el escenario del Arenal será en la segunda semana de febrero —el Maestranza está sopesando reducir el número de representaciones en función de la evolución de la pandemia—, pero el montaje de la producción se inició hace dos semanas, siguiendo los más estrictos controles y protocolos de seguridad. El objetivo: garantizar la salud de todos los implicados.
Además, un contagio entre los cantantes, músicos, técnicos, responsables de vestuario, miembros del coro... podría acarrear la suspensión de las representaciones, como lamentablemente sucedió con las que se estaban realizado hace tan solo unos días con el «Falstaff» en el Palau de les Arts de Valencia , tras conocerse varios positivos en el equipo, lo que supone una frustración artística y económica para este tipo de costosas producciones.
El montaje que se prepara en el Maestranza tiene varias ventajas. La primera, es contar con un director de escena como Gianmaria Aliverta , que ya tuvo que adaptar este «Un ballo in maschera» a la nueva normalidad del Covid-19 en el Teatro Real.

«Hice una puesta en escena teniendo en cuenta el distanciamiento social . Los cantantes no pueden abrazarse ni besarse», señala Aliverta, quien trabaja con el objetivo de sacar la máxima creatividad de las limitaciones higiénico-sanitarias. «Todas estas dificultades pueden ser un recurso para probar nuevas soluciones que potencien la acción. Por ejemplo, en el famoso dueto de amor entre Amelia y Riccardo siempre suele haber contacto físico, cuando el texto es de separación y contrario al amor, por lo que al no haber contacto físico entre ellos aportas lo que realmente necesita esa escena».
Gianmaria Aliverta ha planteado una puesta en escena que tiene en cuenta la distancia social
Más allá de utilizar creativamente la pandemia para ofrecer un gran espectáculo lírico , tanto el director de escena como el director de Recursos Humanos del Maestranza, Roberto Alcaín , han trabajado para poder llevar a buen puerto una producción que implica a unas doscientas personas. «El control es rigurosísimo », añade el director del Maestranza, Javier Menéndez , quien recuerda, además, que no se ha producido ningún contagio en un teatro.
En total están trabajando una decena de solistas , sesenta miembros del Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza , más de una docena de figurantes-bailarines, cuarenta y cinco profesores de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) —con el director musical de esta obra, Francesco Ivan Ciampa , al frente— y unos sesenta técnicos y personal de este espacio.
Mascarillas todo el rato
Para empezar, todos los implicados en la producción, cantantes incluidos, deben actuar con mascarilla durante los ensayos, que solo los solistas podrán quitarse durante las funciones . El coro cantará en escena con unas mascarillas especiales que facilitan su labor y que ha diseñado el Teatro de la Zarzuela.
Los figurantes y bailarines llevarán en la representación unas mascarillas que reproducen fielmente sus rasgos faciales . «Ensayar con mascarilla es complicado, es difícil a veces hasta respirar, pero estoy feliz de poder participar en esta producción, cuando hay teatros cerrados en todo el mundo», explica Ramón Vargas.
Pero las medidas de seguridad van más allá. Todos los participantes de la producción, señala Alcaín, se han hecho pruebas PCR en el propio teatro y cada semana se repiten este tipo u otros tipos de test. La cafetería del Maestranza, además, permanece cerrada y se han suprimido las habituales quedadas de los equipos tras la jornada de trabajo.

Hasta que el pasado jueves arrancaron los ensayos en el escenario , cantantes y coro, por un lado, y figurantes, por otro, han ensayado separados en la Sala Manuel García y en la sala de prensa del teatro, respectivamente. «En la Manuel García no ensaya ni siquiera el coro al completo, sino en dos grupos. Hay marcas en el suelo para que haya una separación de dos metros entre cada miembro. Los bailarines-figurantes también tienen que mantener distanciamiento social en los ensayos», detalla Alcaín.
Todo el equipo artístico y técnico pasa tests cada semana para garantizar su perfecto estado de salud
Una vez trasladados los ensayos al escenario, «los equipos de limpieza tienen que limpiar y desinfectar todo lo que haya tocado un artista», indica el director de escena. «Hay también protocolos para los músicos en el foso , además sobre cómo acceder y salir de ese espacio y del escenario», añade el responsable de Recursos Humanos.
Todas estas limitaciones las compensa el equipo artístico con la convicción de que, a pesar de la pandemia, el gran espectáculo de la ópera tiene que continuar con este título de Verdi.
El Maestranza recupera este «Un ballo in maschera» en su versión original , ambientada en Boston, y con una escenografía de finales del XIX plagada de símbolos estadounidenses y donde no falta ni una imponente Estatua de la Libertad . «Es una producción ambientada en ese siglo, pero nos habla de cuestiones muy actuales», mantiene Aliverta.
Porque, a pesar de la pandemia, la ópera genera una emoción y una verdad artística a la que ni intérpretes ni público están dispuestos a renunciar. «Lo más importante de al ópera son las emociones y se pueden econtrar de diferentes maneras e, incluso, sin tocarse se pueden expresar de una manera natural», concluye el tenor mexicano.
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