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'Cuando nadie nos ve', la serie de Enrique Urbizu grabada en Morón que fusiona thriller y Semana Santa

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Presentación de la serie 'Cuando nadie nos ve' Raul Doblado
Paula Guerrero

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Hoy llega a las pantallas 'Cuando nadie nos ve', la nueva serie de Enrique Urbizu, un director que ha hecho del thriller su casa, pero que en esta ocasión ha decidido abrir las ventanas para que entren nuevos aires. Ambientada en Morón de la Frontera, con la Semana Santa como escenario y el peso de las instituciones militares y policiales marcando cada paso, la serie mezcla misterio, drama y un retrato minucioso de un pueblo que vive entre la devoción y el secreto. Un relato diferente que, según Urbizu, solo puede contarse desde el respeto y la inmersión total en la realidad que retrata.«La Semana Santa, la Guardia Civil, la vida cotidiana de una base aérea… Eran territorios nuevos para mí, lo fundamental era entenderlos bien. No puedes contar algo así desde fuera, sin respeto. Hubo mucho trabajo de producción para llegar a entender el contexto».

Ese respeto se tradujo en un trabajo codo a codo con los vecinos de Morón y con las cofradías, que no solo abrieron sus puertas al equipo, sino que acabaron formando parte de la serie. «Las procesiones que se ven no son recreaciones con figurantes. Son ellos, los de siempre, los que sacan los pasos cada año», explica el director. «Y eso es un regalo. Es su fe, su tradición, y la cámara lo único que hace es estar allí. Ellos nos dejaron entrar en su mundo». Urbizu es maestro en convertir la tensión en algo cotidiano, casi doméstico. Y 'Cuando nadie nos ve' no es la excepción, es un thriller donde el misterio convive con la rutina, con el día a día, donde las miradas, los silencios, y la soledad de las personas encajan a la perfección para crear un atmosfera que te engancha. Esa incomodidad, ese peso invisible, marca a cada personaje. «Todos arrastran una soledad tremenda», dice Urbizu. «Viven en instituciones jerarquizadas donde mostrar emociones es casi un fallo profesional. Pero nadie puede aguantar eso eternamente. En casa, cuando se quitan el uniforme, es cuando explotan. Y ese contraste es la serie».

En ese universo de jerarquías y silencios destaca Magaly Castillo, interpretada por Mariela Garriga. Su personaje es una investigadora de la Oficina de Investigaciones de las Fuerzas Aéreas (OSI), con una férrea disciplina profesional y un instinto de supervivencia que le viene de mucho antes de ponerse el uniforme. «Magaly es más dura consigo misma que con nadie», explica Mariela. «Es una tía lista de academia, pero también lista de calle. Si no encuentra la información dentro del sistema, la busca fuera. Y no pide permiso». Para llegar a ese equilibrio entre rigor, instinto y vulnerabilidad, Mariela trabajó a fondo. «Construí toda su historia de vida, desde dónde nació hasta cómo es su rutina antes de ir a trabajar», cuenta.

La preparación no fue solo emocional. Durante dos meses, Mariela adaptó su entrenamiento al de una aspirante real a las Fuerzas Aéreas, siguiendo vídeos de la academia en YouTube y practicando rutinas físicas a primera hora de la mañana. «Lo hacía antes de ir al set, aunque fuera a las cinco de la mañana», recuerda. «Necesitaba sentir que ese esfuerzo formaba parte de ella, no solo de mí». Esa disciplina férrea se tambalea cuando Magaly cruza su camino con Lucía Gutiérrez, la sargento de la Guardia Civil interpretada por Maribel Verdú. Lo que empieza como una alianza incómoda —más interés que colaboración real— evoluciona hacia una relación clave para ambas. «Magaly es muy lista», dice Mariela. «Sabe quién es Lucía, conoce su trayectoria y entiende que a través de ella puede llegar a información que de otra forma no conseguiría. Al principio es puro pragmatismo. Pero al final descubren que, aunque son muy distintas, comparten muchas cosas».

Aunque la serie parte de una novela, Urbizu tenía claro desde el principio que no se trataba de trasladar el libro al guion como si fuera un calco. «Entiendes la estructura, las tramas, pero después necesitas que el guion respire por sí mismo». Entre tanto rigor y autenticidad, 'Cuando nadie nos ve' no renuncia a la sorpresa y a lo inexplicable. Una de las escenas más comentadas es la aparición de un grupo de nazarenos levitando en plena procesión que se hizo viral en las redes durante la grabación. Urbizu lo recuerda como un hallazgo inesperado. «Estaba viendo una procesión real en Morón y pensé: 'Si ahora se elevan, sería perfecto'. Y como teníamos una subtrama de experiencias lisérgicas, encajaba. Es una visión, un éxtasis que conecta con las visiones del costalero».

Para Mariela, el rodaje en Morón fue un auténtico viaje cultural. «Recuerdo el primer ensayo de costaleros que vi… me asusté porque no entendía qué estaba pasando. Luego me emocioné al ver el amor y el respeto con el que lo viven. No es por turistas, es porque lo sienten. Y eso lo hace mágico». Esa mezcla de mundos es parte de la identidad de la serie: la base aérea estadounidense, la Guardia Civil, las cofradías, el folclore andaluz… «Es lo que hay. Es Morón. Y eso lo hace creíble». Para la actriz, es esencial que cada personaje hable en su lengua original: «El contraste entre inglés y español no es un capricho. Es parte de la verdad de la serie».

El primer contacto de Mariela con Urbizu fue casi un flechazo. Tras una prueba inicial, la llamaron para comer con él y el productor en Madrid. «Me contaron el universo, el tono, lo que querían de Magaly… Y yo les dije: 'Si aún no me habéis elegido, quiero que sepáis que estoy disponible, porque quiero trabajar con vosotros», recuerda entre risas. «Esa transparencia, esa apertura al diálogo y al detalle, me enamoró del proyecto».Sin desvelar mucho acerca del final, Urbizu deja la puerta entreabierta. «Nos gustaría seguir explorando a la sargento Gutiérrez», admite. «Pero eso lo decidirá el público». Por ahora, Cuando nadie nos ve invita a adentrarse en un thriller que avanza al ritmo de un tambor, donde cada silencio pesa tanto como una revelación.

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