Pedro El Granaíno en la cárcel de Sevilla I: «Nos ha transmitido el mensaje de que todos podemos llegar a algo»

El cantaor participa en el marco de la Bienal de Flamenco en un encuentro con los internos del centro penitenciario, que cada semana desarrollan actividades culturales de la mano de Solidarios

En su charla con Luis Ybarra, el artista habla de sus experiencias personales y desarrolla una clase magistral por los palos y voces del cante jondo

Y será verdad: Giralda y Alhambra en una ciudad

El encuentro de El Granaíno con los presos y presas de Sevilla I ha puesto varias veces al público en pie Raúl doblado

«Con fatiga un preso decía/ Que cuál era la campanita/

Que impone más/ Las campanas de la cárcel/

Cuando rompen a tocar»

Las sirenas del Centro Penitenciario Sevilla I suenan todos los viernes para avisar de una nueva actividad del Aula de Cultura, que ... desde hace décadas se desarrolla en sus instalaciones gracias al empeño de Solidarios, una organización convencida de la capacidad de las artes y el conocimiento para la reinserción social y como herramienta para aliviar el día a día de los internos. La rutina de esta semana se ha visto trastocada (felizmente) por un cambio en la planificación. Es tiempo de Bienal y al igual que a través del ICAS se ofrecen otras acciones relacionadas con el Festival de Cine o la Feria del Libro de Sevilla, ahora toca flamenco, arte tan vinculado a los que se encuentran privados de libertad que tiene hasta un estilo, el de las carceleras. Conforme avanzamos por los pasillos del pabellón que conducen al auditorio viene el recuerdo de la película documental dirigida por Paco Bech sobre el maestro de la guitarra Rafael Riqueni, quien en 2015 purgó una pena en esta misma prisión por un delito cometido un lustro antes. Justo tenía sobre la mesa un contrato para inaugurar la Bienal de 2016, algo que finalmente pudo realizar, ya libre y recuperado, en 2022. Los «ratitos» de toque y cante que montó el trianero con Estrella Morente durante la reclusión no sólo han quedado reflejados en esa película, sino también en un disco que ha visto la luz este mismo año.

La figura que acompañó ayer a los hombres y mujeres de este centro -desde finales de mayo las internas que se encontraban en Alcalá de Guadaíra pasaron a Sevilla I- viene a dar otro ejemplo, aunque le ha salido de forma tan natural que al final el que se marcha «lleno de paz» es él. Pedro El Granaíno hace apenas unos días que triunfó en esta cita internacional del flamenco, y el domingo volvió a participar en el espectáculo de sevillanas que se preparó en el Alcázar. Llega a la hora fijada al centro, entusiasmado con la velada anterior, perfectamente trajeado. Como para una gran ocasión. Dentro le esperaban casi dos centenares de personas que cumplen condena en la mayoría de los casos desde hace muchos meses. No hay prejuicio en el cantaor, ni en su partener en esta charla/recital que está a punto de producirse, el director de la Bienal de Flamenco de Sevilla, Luis Ybarra. Para el gitano que vendía pijamas en el mercadillo y que hoy es primera figura del arte cabal, la encomienda le viene de arriba: Dios. Está presente en su discurso, de principio a fin, como una fuerza invisible que le motiva, impulsa y da sentido a todos sus actos.

No es la primera vez que acude a la llamada de Solidarios y el centro penitenciario, ya que ha participado en las fiestas de La Merced junto a otros artistas. Pero lo que se va producir este lunes sobre el escenario le va a remover el corazón de forma especial. «Me gustan estas matinales», cuenta al llegar. El artista continúa, si las actuaciones se lo permiten, con la misma rutina que cuando era vendedor ambulante, primero en su tierra natal, luego en Sevilla, cuando se trasladó a vivir con 18 años. Madruga -se levanta sobre las 6 de la mañana- y suele acostarse sobre las 11 de la noche, rendido tras un día fructífero familiar y laboral. Nada más lejos de la imagen de juerguistas y trasnochadores que se les atribuye a los profesionales del flamenco.

Desde hace cuatro años -contará después a los presos- ha incluido en su rutina en ambos momentos del día la oración. El Covid le cambió, fue en ese momento de reclusión -«la palabra dice 'cierra tu puerta y búscame», explica- cuando se aproximó más a Dios, «aunque me llamen loco».

Pedro El Granaíno ofreció un recital que conmovió a los reclusos y le llenó el corazón de paz Raúl doblado

Al igual que cada uno de los presentes está en la cárcel por una causa -en esta actividad ni se pregunta-, la experiencia de este lunes con la Bienal toca una u otra fibra. A Eduardo, que lleva nueve meses en el centro, porque lo que canta Pedro sobre la dificultad de una enfermedad le «hace sentir». A José, dos años en prisión, porque el cantaor, al igual que en todas las actividades culturales que se programan en este penal (36 en un año) porque le «acerca» al exterior. A Fernando, debido a que le ha redescubierto el flamenco que escuchaba en cd junto a su padre. «Me ha puesto los vellos de punta. Es lo mejor que he escuchado en mi vida. Estoy muy agradecido. Ha sido fantástico», le traslada al cantaor al acabar. José remacha: «El Granaíno nos ha transmitido el mensaje del cambio, de que todos podemos llegar a algo».

«Cántate algo ya», le pide tímidamente una reclusa después de escuchar su trayectoria vital y sus comienzos, «tardíos», profesionales. Curiosamente, debutó con Farruquito, otro artista que tuvo que rendir cuentas con la justicia y que hoy día, tres lustros después de su paso por la cárcel, llena teatros exhibiendo su baile por todo el mundo (en esta Bienal ofrecerá una noche única el 27 de septiembre). El bailaor sevillano se lo llevó a «hacer doblete». Primero a San Roque y después al Potaje de Utrera que homenajeaba a Alejandro Sanz. Primero una seguiriya, después una soleá. Los palos puntales del flamenco. En ese momento de la intervención acepta la petición del público y comienza a cantar ante los presos esa metáfora sobre la existencia que es 'Fui piera' aunque con un final cambiado. «Fui piera y perdí mi centro/ al cabo de tanto tiempo/ a Cristo vine a encontrar». No se permite la entrada al centro con móvil y, sin reloj, los minutos, cuando se está tan cómodo, se esfuman con más facilidad. Pedro lo nota -«¡si esto está saliendo tan bien es por el público tan bueno que tengo hoy!», aplaude y prosigue presentándose con su metal prodigioso. «Y en Sevilla me crié y vine a nacer en Graná/ tuve mi cuna en la Alhambra y con la Giralda soñé»; «Dos ríos uní, quise dos río unir/ fue mi corazón el puente/ del Genil al Guadalquivir». La respuesta es un aplauso rotundo y un grito de «ole los gitanos» que retumba el pabellón.

El Granaíno bebe de Camarón, de Enrique Morente, de Chocolate, de Mairena y Caracol. Y se empapa de Tomás Pavón. Un siglo después, otro cantaor gitano instruye a los internos sobre la figura que le «rompió la cabeza» y le dio «la afición necesaria» para dedicarse profesionalmente al arte. Es el consejo que le da a Juan Manuel, un recluso que le pregunta sobre qué tiene que hacer un aficionado que quiera dar el salto. «Ser uno mismo», lo primero. «Estudiar», fundamental. Y, sobre todo, «creértelo». El cambio empieza con la confianza y la esperanza de que es posible. Tamara, otra de las agradecidas internas con todas las actividades y talleres no sólo culturales que se organizan en Sevilla I, sino también en materia de educación, es el vivo ejemplo de la perseverancia. Está estudiando por la UNED y participa en todo lo que se le ofrece en el centro para «que se le abran las puertas» de un futuro cuando cumpla su pena y cruce el umbral hacia la calle.

Vicente Amigo y Haze

En ese surtido de nombres que ha encontrado Pedro El Granaíno en su camino está el de Vicente Amigo, que le descubrió una noche en el Teatro Villamarta de Jerez y le fichó para su disco 'Paseo de Gracia', un álbum lleno de famosísimas colaboraciones. La tríada que formó con el guitarrista cordobés y Alejandro Sanz se convirtió en el mayor éxito del mismo. Se percibe entre el público, que corea: «Y será verdad que en tu soledad me buscabas, y será verdad que en tus sueños no me encontrabas, y será verdad será verdad que tengo un lugar en tu alma».

El artista granadino se encuentra ahora inmerso en la preparación de su primer trabajo discográfico, pese a que tiene una trayectoria de dos décadas, prefiere el flamenco «directo». Como el de ayer por la mañana, ante decenas de aficionados atónitos. Ahora, en el «mejor momento de su vida». «No me arrepiento de nada, pero si tengo que volver a vender en el mercadillo será porque lo ha mandado Dios», explica a su público.

Con Sergio López, que dejó los estudios a los 16 años, los retomó a los 32 y aprobó unas oposiciones a la primera, también ha firmado una canción el cantaor. Sergio López es Haze, el rapero de Los Pajaritos que también saldó cuentas con la justicia y cuyo ejemplo es otro canto de esperanza. El tema 'En esta celda' es un himno carcelario. Y vuelve a notarse entre el público. «En esta celda estoy muriendo por verte, dibujo en las paredes un corazón con tu nombre, en esta carta pido que vengas a verme, porque me siento muy solo y el tiempo aquí se detiene».

El Granaíno, que se confiesa un «cantaor dramático» deja ensimismado al público con su recital enciclopédico. El reniego de Tomás Pavón, para después tirar por su soleá de Cádiz, o el Carmen por bulerías de Paco Paquiro se suceden en su magisterio. Pero si una letra va directa a las entrañas de todo el auditorio es la que le dedica a su madre, fallecida en accidente de tráfico cuando él tenía sólo 16 años. «Desde que encontré a Cristo se me sanó esa herida. Ahora la canto con emoción y gozo, que no es lo mismo que la alegría», cuenta, y hace brotar a más de uno las lágrimas con su media granaína: «Quisiera extender un lazo madre mía para poder darte un abrazo y un beso con un te quiero y dormirme en tu regazo».

La mañana ha volado y la sesión expira entre gritos de «tú sí que vales». El cantaor quiere despedirse como empezó, alabando a Dios. Amén, le responde el público unánime, que le da, ante tanto derroche, el «pase de oro». Como el corazón de un hombre con la garganta de bronce.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Bienal
Dos años por 19,99€
220€ 19,99€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
3 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 3 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios