Maribel Gallardo: «En mi próxima vida seré bailaora»
La gaditana tras 44 años como bailarina y maestra, se ha retirado del Ballet Nacional de España interpretando el rol de 'Medea'
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Sevilla
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Iniciar sesiónMaribel Gallardo (Cádiz, 1961), es bailarina, maestra, concertista de castañuelas, el conservatorio de su ciudad natal lleva su nombre y en 2021 le dieron la Medalla de Oro de las Bellas Artes.
Maribel Gallardo ingresó en el Ballet Nacional de España en 1981 ... y su vida ha sido esa casa de la Danza hasta que el pasado 19 de octubre en el teatro Real de Madrid el telón cerró por última vez, nada menos que interpretando uno de los papeles más icónicos del repertorio del Nacional, 'Medea' del maestro Granero.
- Cumplo sesenta y cinco años el año que viene, pero llevo cincuenta años de profesión desde que debuté con Pilar López con 14 años en el Ballet Folklórico Nacional. Pero de alguna manera no había cerrado una etapa como bailarina. En el año 2000, tras nacer mi última hija, no me veía capacitada para estar al cien por cien, entonces éramos así de exigentes. Eran tres hijos y dije, dejo de bailar. Quería estar del otro lado. Pero han pasado 25 años y sigo en los escenarios. Todas las direcciones que han estado en el BNE han contado conmigo para hacer diferentes personajes».
- Hacer 'Medea' ha sido cerrar un ciclo en su carrera.
- Así es. El último personaje que he hecho fue 'La bella Otero', pero hablé con Rubén Olmo, el director del BNE y acordamos retirame con 'Medea'. Es verdad que yo voy a seguir como concertista de castañuelas, estoy haciendo performances en los museos..., retirarme no, porque estoy fuerte y me siento bien.
- Ha trabajado con todos los directores del Ballet Nacional de España, menos el primero, Antonio Gades.
- Cuando empezó el Ballet con Antonio Gades me mandaron una carta para que me presentara a audiciones, pero en aquella época había muchas compañías de danza española, y yo quería rodar un poco más, era primera bailarina con Luisillo y hacía televisión, tenía mucho trabajo. Un año después me entró el gusanillo e ingresé en la escuela del BNE. En tres meses entré en la compañía, y hasta hoy.
- ¿Quien ha sido el director o directora fundamental en su carrera?
- María de Ávila. Para nuestra generación fue un personaje importantísimo. Estábamos en el elenco artistas como Antonio Canales, Joaquín Cortés, Aida Gómez..., y ella creyó en nosotros. Fue una transición personal y profesional. Nos hizo primerísimos bailarines. Con ella se estrenó precisamente 'Medea' del maestro Granero. Tenía un sistema de trabajo muy estricto, buscaba siempre la calidad. Había que currárselo.
- ¿Su maestra ha sido Victoria Eugenia, 'Betty'?
- Si, es una de las grandes maestras de la Danza Española y fue directora también del BNE. Yo la conocí con once años. Hay personas fundamentales en mi vida, mi madre que creyó siempre en mí, Victoria Eugenia, 'Betty' y Juana Taft. Ambas maestras me becaron de por vida. Eramos cinco hermanos, no nos faltaba de comer, pero íbamos justitos, y mi madre me llevó a Betty, ella le dijo que no cogía niñas principiantes, aunque yo ya bailaba en la Casa de Sevilla en la puerta del Sol de Madrid y me presentaban como Carmen Amaya, porque yo quería ser flamenca. Mi madre le dijo a Betty, que por favor dijera si yo valía y que ella me buscaría nuevas maestra. Betty me hizo una audición, y yo me raspé unas alegrías y bailé lo que me pidió. Y Betty dijo: esta niña se queda y becada, pero va a ser bailarina, va a bailar de todo. Y la danza española me cambió la vida.
- ¿En su familia hay tradición en el flamenco y la danza?
- En mi casa se escuchaba flamenco. Mi padre dice que una tía suya fue bailaora, se llamaba Carmen Gallardo y tenía compañía. La tradición en mi casa era el flamenco. Y cuando vinimos a Madrid mi padre me llevaba con él a los tablaos.
- En el Ballet Nacional conoce usted a su marido, Currillo de Bormujos.
- Lo conocí cuando fuí a ver 'Goya' un espectáculo que ganó un premio en Japón con Yoko Komatsubara Estaba sentada y ví a un chico y pregunté quien era, y desde que le ví..., me atrajo inmediatamente. ¿Un flechazo?. Seguro. A los cuatro meses estaba ensayando y de repente le vi por el espejo y dije, ¡es él!. José Antonio el entonces director del BNE lo había fichado. En 1987 ya éramos novios y luego nos casamos.
- Currillo de Bormujos es un bailaor muy flamenco.
- Exacto, el venía de otro mundo, porque el flamenco es otro mundo. Compartir mi vida con él en lo profesional en el Ballet Nacional, y como pareja, ha sido y es maravilloso. Es una persona ordenada, hogareño, pausado..., me ha beneficiado en todos los sentidos y ya llevamos ya treinta años juntos. Yo soy muy inquieta y a mi él me calma, me da paz.
- ¿Recuerda con especial ternura, enfado o alegría alguna función?
- Todas lo son, pero quizás en 1995 cuando estrené como protagonista 'Medea' y la gran suerte que estaba el maestro Granero. Cuando estrené el rol, las directoras entonces me habían dicho que tenía que teñirme el pelo de oscuro por el papel que era muy dramático, y yo que soy tan expresiva... Acabó la función y el maestro Granero vino a mi camerino. Estaba muerto de risa. 'Pareces Joan Crawford', me dijo. 'No te preocupes, vamos a trabajar tu yo'. Y así fue, fuí una afortunada por tenerle para mi sola ensayando y sacándome de dentro rincones que yo misma no conocía. El maestro tenía una varita mágica y te transformaba.
- ¿Qué ha sido lo más duro de su carrera?
- El bailarín de Danza Española tiene una carrera muy exigente, hay que trabajar muchísimo, porque bailas en zapatos, con zapatillas, debes tocar muy bien los palillos..., es muy complicado. Pero trabajar no ha sido un problema, lo más duro era dejar a mis hijos. Recuerdo que hicimos con María de Avila una gira de tres meses por Alemania y yo cuando salía a la calle sólo veía niños. Lloraba todas las noches, y cuando ya se terminaba la gira dijeron que quince días más... Y eso que tengo unos hijos fantásticos que nunca se han quejado de las carencias que estoy segura han tenido. Eso sí, cuando estaba en casa, todo mi tiempo era para ellos.
- Lleva más de veinte años como maestra del Ballet Nacional, ¿cómo son ahora los bailarines?
- Es otra generación. La nuestra vivía por y para la danza, no había nada más. Lo que más me ha costado es el tema del respeto. Yo con Antonio Gades, Antonio el Bailarín, Alberto Lorca..., todos me inculcaron respeto. Te corregían y lo agradecías y decías: 'no me lo dicen más' y ensayabas y ensayabas. A mi me costó muchísimo que tu corrijas y los bailarines lo personalicen, y ahora me sigue doliendo, pero lo tengo que aceptar porque es lo que hay. No todos, porque hay gente que es de la antigua escuela. Mi generación acababa el ensayo y luego nos íbamos a la Escuela de Amor de Dios a seguir bailando porque con seis horas y media por la mañana pensábamos que no era suficiente..., y no, los chicos de ahora tienen otras aficiones o se van a su casa y no a otra clase. A la generación actual que es maravillosa en muchos sentidos, para mi le falta más entrega.
- Usted de Cádiz, su marido, Currillo de Sevilla, ¿Andalucía sigue estando en su vida?
- Siempre. Si añoro algo en la vida es no haber vivido en Cádiz, haber hablado gaditano, haber vivido más en mi tierra, eso no lo llevo muy bien.
- ¿Se ha arrepentido alguna vez de ser bailarina y no bailaora?
- Si, claro, siempre digo que la próxima vida seré bailaora. No me arrepiento de ser bailarina, pero en el flamenco hay más libertad. Ser bailarina es muy duro y muy exigente.
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