José Luis Pérez-Vera, la voz flamenca que ha conquistado Japón
A sus 30 años, el artista de Hinojos ha representado a Andalucía en el cierre de la Expo Mundial de Osaka 2025 con gran repercursión en el país asiático
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Rocío Peralta, Juanma Moreno y José Luis Pérez-Vera
Cantaor, pianista, bailaor y compositor, aunque él prefiera definirse solo como cantaor, José Luis Pérez-Vera representa una nueva generación de artistas flamencos que, sin perder de vista la raíz, se abre al mundo con respeto, sensibilidad y una visión amplia del arte. De Hinojos ( ... Huelva) y criado en una familia de tradición musical, dio sus primeros pasos con figuras como Eva Yerbabuena y el Ballet Flamenco de Andalucía, antes de iniciar una carrera en solitario en la que combina sevillanas, flamenco, bolero y otros géneros, con una voz propia y sincera. Hermano del Gran Poder, devoto de la Virgen del Rocío y orgulloso de su pueblo, acaba de regresar de Osaka, Japón, donde ha sido el encargado de clausurar la participación andaluza en la Expo Mundial 2025 con un espectáculo que fusiona moda flamenca y música. Allí, desde el otro lado del mundo, volvió a tocar sus orígenes.
«Sabía que era un evento importante, pero no imaginé que la respuesta iba a ser así»
«Ha sido un honor, porque es un país muy especial para mí. Fue la tercera vez que fui con el flamenco, pero además Osaka fue mi primer contacto con Japón en 2017. Volver allí ha sido como volver al origen», cuenta. Y esa idea del retorno –no solo geográfico sino emocional– atraviesa toda la conversación. Desde su voz pausada, en la que todavía se cuela el jet lag. La actuación fue compartida con la diseñadora Rocío Peralta, su prima, con la que fusionó moda flamenca y música. «Era más bonito aún, porque uníamos dos lenguajes culturales muy nuestros. Y también conté con músicos japoneses que han aprendido flamenco en España. Fue un crisol de culturas precioso», relata. La experiencia, dice, fue «muy especial, y más en un evento tan importante como la Expo Mundial».
El público japonés, asegura, no solo aplaudía. «Todos los días me escribía alguien. Me buscaban por redes, me decían 'acabo de descubrir el flamenco gracias a vosotros'. Me impresionó mucho». Y no solo se llevaban aplausos: muchos, también, regalos. «Los japoneses son muy detallistas. Nos traían dulces, y lo más raro que me dieron fueron unas tortas de pulpo… había un olor muy fuerte a marea baja ¡cuando las abrí parecía que estaba en una pescadería!», cuenta riendo. «Pero estaban buenas. Al gusto, muy buenas».
El cantaor junto a los artistas japoneses con los que compartió escenario
Cuenta también el reto que ha supuesto esta actuación, no solo por las complejidades de producción, sino también por las adaptaciones que ha sufrido el espectáculo respecto a su propuesta en solitario. «Fui cantando durante la salida de las modelos, pero también entre los cambios. A veces ponían a una bailaora japonesa interpretando una danza flamenca, otras veces cantaba yo, o incluso bailaba también. Tuvimos que ir ajustándonos a las necesidades del desfile». Pérez-Vera presentó de este modo una versión completamente diferente a lo que acostumbramos a ver de él, pero igualmente conquistó al público asiático. Con un evento de tal magnitud, cualquiera podría ponerse nervioso, pero él sabe qué hacer para prepararse «En mis conciertos suelo darme un tiempo para mí. Rezo, doy gracias. Soy creyente, católico a mi manera. A veces invoco al Espíritu Santo porque lo hacía mi abuela. Me conecta con ella. Y también le rezo a la Virgen del Rocío».
Pese a su trayectoria, no esperaba una acogida tan rotunda: «Sabía que era un evento importante, pero no imaginé que la respuesta iba a ser así. Creo que ha tenido eco tanto en Oriente como en Occidente». Y tal ha sido la respuesta del público que ya le han confirmado que instituciones locales quieren contar con él el año que viene de nuevo en Osaka. De Japón también se lleva inspiración. Descubrió más profundamente al compositor Ryuichi Sakamoto: «Lo había escuchado poco, pero en este viaje empecé a valorarlo muchísimo. Tiene una sensibilidad única».
Del niño purista al artista sin fronteras
José Luis no es solo cantaor. También baila, toca el piano y coquetea con otros géneros. «Yo hago flamenco, pero a veces también boleros, baladas… me gusta interpretar otras cosas». Esa apertura ha llegado con los años: «De chico era muy purista. No salía de ahí. Pero con el tiempo vas escuchando otras músicas y eso te abre. Me ha abierto como intérprete, como compositor, como todo. Aunque hay cosas a las que siempre vuelvo, porque son mi casa».
Y cuando se le pregunta por esa «casa» y esos referentes a los que volver, no hay un ápice de duda: «Mi familia. Mi padre, que canta muy bien aunque nunca se dedicó, mi tío Feliciano Pérez-Vera crecí en una casa de compositores. Si tengo que volver a algún sitio para conectarme conmigo, siempre vuelvo a mi casa». Aunque nació en Sevilla y es hermano del Gran Poder por su abuelo, presume de su pueblo: «Yo siempre digo que soy de Hinojos, porque me gusta ser de pueblo». Allí empezó todo, escuchando sevillanas en casa y dejándose tocar por la música. «Lo que queda del niño de Hinojos que escuchaba sevillanas es el hambre de aprender. Las ganas de abrir horizontes, pero sin olvidar nunca cuál ha sido mi cuna».
Ese niño creció. Estudió Geografía e Historia y empezó a cantar para el baile. Su primera gran oportunidad llegó con Eva Yerbabuena, y después se unió al Ballet Flamenco de Andalucía. «Estuve casi tres años en el Ballet Flamenco y acompañando con cante al baile. Luego vino Japón, justo antes del COVID. Y en la pandemia decidí apostar por mí y arrancar en solitario. Ahí aparece Rafa Almarcha, de Siempre Así, y me produce mi primer sencillo».
Ahora, su presente lo ocupa un proyecto familiar. «Estoy grabando una antología de sevillanas de mi familia, en formato directo, como si estuviéramos en el patio de mi casa. Hay guitarras, piano, es algo muy auténtico, sin artificios. Han colaborado los Hermanos Romero de Valverde, pero sobre todo mi padre. Quería que sonara a verdad». No busca protagonismo. «He incluido pocas mías, porque hay que ser justo. El gran compositor sevillanero de mi casa ha sido mi tío. Luego mi padre. Yo soy la nueva savia».
El horizonte próximo
José Luis tiene claro hacia dónde quiere seguir caminando. «He estado en Latinoamérica, pero me encantaría ir a Estados Unidos. Es un país donde creo que también puede encajar mi música». Y aunque parezca que lleva toda una vida en los escenarios, aún tiene mucho por recorrer. Tiene 30 años, y aunque pueda sentir que está empezando, son ya muchos los hitos que ha conseguido en tan pocos años de carrera. Quién sabe si el niño de Hinojos que escuchaba sevillanas en casa soñó alguna vez con sonar en Japón. Pero si algo está claro es que a José Luis Pérez-Vera lo mueve lo mismo que entonces: la música, la raíz, y ese hambre de seguir descubriendo.
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