Jesús Marchamalo y Belén Rubiano, dos bibliófilos en la apertura de la Feria del Libro Antiguo de Sevilla

Recuerda Marchamalo que él ya fue pregonero de esta feria hace unos años, «pero no he visto ningún rasgo de mi pregón, porque no tenía un texto que publicar. Fue como una reflexión-conferencia que creo se organizó en el Alcázar y en la que usé diapositivas. En esta ocasión hemos coincidido Belén Rubiano y yo en el pregón».

Igualmente ha comentado que «Sevilla siempre es una fortuna, una suerte, una especie de prodigio. En esta ciudad tengo buenos amigos, y si estoy por aquí por algo que tiene que ver con los libros, ya sea un pregón, un coloquio en una librería, etc., mil veces mejor. La verdad es que estoy encantado estar junto a los libreros de viejo».

En cuanto a la manera en la que llegó a enamorarse de los libros, ha asegurado que «de las cosas importantes y decisivas en tu vida no te acuerdas. En el mundo del libro te vas metiendo de manera poco consciente. Recuerdo haber leído de niño la colección de Bruguera que tenía mitad textos y mitad cómic. Ahí comencé a leer a Julio Verne, Walter Scott, Emilio Salgari… Los libros han sido algo permanente en mi vida como lector, escritor y periodista cultural (colabora con Radio Nacional de España, Televisión Española y otros medios)».

Además, ha añadido que «no eres tú quien buscas los libros, sino que son los libros los que te buscan a ti. En una librería de nuevo vas orientado y sabes las novedades que te vas a encontrar. Hay algo previsible. Pero en una librería de viejo todo es más azaroso. No sabes lo que te vas a encontrar. Todo es una sorpresa. Tú no buscas los libros, los libros te buscan de un modo mágico. Nunca sé lo que voy a encontrar en una librería de viejo. Hay algo de prodigio».

Este escritor ha reconocido que le interesan mucho «los rastros que quedan en los libros. Me gusta buscar libros anotados, con fotografías, números de teléfonos, etc. Son rastros de los dueños anteriores. También tengo libros con dedicatorias de escritores. En la última Feria del Libro Antiguo de Madrid me regalé las 'Sonatas' de Valle-Inclán en una encuadernación bonita de la colección Opera Omnia». A este respecto, ha añadido que «tengo libros con dedicatorias que me he encontrado en las librerías de viejo. De hecho, hice un libro sobre estos autógrafos. Tengo dedicatorias de Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Juan Gil-Albert, Ramón Gómez de la Serna, Max Aub y César González-Ruano, entre otros».

Asimismo, Marchamalo subraya la idea de que en las librerías de viejo «encontramos a veces las primeras ediciones antiguas de libros que hemos ido perdiendo. Libros que leíste de adolescente, que prestaste y que no te devolvieron o que has dejado en las mudanzas. A veces tienes ocasiones de reponerlos y encontrarlos en una librería de viejo. Yo presté la primera edición de 'El laberinto de las aceitunas', de Eduardo Mendoza, al novio de una amiga mía. Me encantó reencontrarme con esa misma edición que presté hace unos cuarenta años. Se podría decir que se rehízo el orden universal del cosmos».

Respecto a si tiene o no espacio suficiente en su casa con tantos libros que atesora en su biblioteca, el autor de 'Delibes en bicicleta' ha indicado que «a mí me gusta leer, pero con el tiempo he notado que también me gustan mucho los libros. Esa belleza que buscamos en una edición muy bonita o que perdiste. Me encanta leer, pero también me encanta vivir y compartir el espacio con libros. En mi casa, los libros están en montones por el suelo. Tenemos libros para leer el resto de nuestra vida y otra media vida más. Pero aun así, ¿quién se resiste a traer a casa otro libro bonito?».

En su obra 'Tocar los libros' Jesús Marchamalo se preguntaba precisamente cuántos libros tendría en casa, «pero no tengo ni idea. Tengo volúmenes en mi estudio y en las habitaciones de mis hijos. Hace unos años hablé con Juan Eduardo Zúñiga, Premio Nacional de las Letras. Él se planteó sacar un libro cada vez que entraba otro. Tuvo que hacer eso porque no tenía espacio para tantos libros. Yo alguna vez me he planteado eso, pero cada vez me cuesta más desprenderme de los libros. Es una bendita maldición. Tengo un tercio más probablemente de lo que cabrían en las bibliotecas. Están por los sofás, por varios rincones. También en mi casa trabajo con los libros, porque necesito hacer reseñas. Al más mes me pueden llegar más de treinta libros».

Por su parte, Belén Rubiano ha dicho que «mi vinculación con la lectura fue espontánea. El trato con las librerías se inició cuando llegué a Sevilla a estudiar con 18 años. Me encantaban las librerías normales y las de viejo. La palabra que me viene a la mente es vicio. No me he propuesto leer mucho o poco. Los libros siempre han sido un fogonazo».

Tras largos años de experiencia al frente de la librería Rialto —que ya desapareció— Rubiano ha puntualizado que «en una librería te dejas sorprender y los libros aparecen cuando quieren, siempre sales con algo. Tengo muy buenos libros antiguos. Me sorprende la calidad de lo que se publicaba hace unos años. Este año estoy releyendo las viejas ediciones de algunos de esos autores que me fascinaron hace tiempo, con traducciones de los noventa y principios de los dos mil. Me siento abrumada por la calidad de estos autores. Esos libros hablan de cosas que le preocupan a uno desde que está vivo, pero con la autocensura que existe hoy en día, no se podrían publicar. Sólo los encuentras en librerías de viejo. Cuanto más éxito tiene un libro, más fácil es encontrarlo en librerías de viejo».

En abril de 2019 salió publicado 'Rialto, 11' (Libros del Asteroide), obra que supuso el debut de Belén Rubiano como escritora y que se ha convertido en un auténtico fenómeno editorial, pues ya lleva cuatro ediciones. Al respecto comenta que «es un libro muy feliz. La idea la empecé a madurar cuando vi que la librería de verdad se moría. Me interesaba que cualquiera pudiera entenderlo. Para ser un libro que salió a primeros de 2019, está absolutamente vivo. Raro es el mes que no hago un club de lectura, me llegan noticias, etc. Hay lectores que se comunican conmigo contándome qué han sentido al leerlo. Estoy muy agradecida porque ha sido muy feliz. Es una obra paradójica porque se habla sobre una librería vital, la del libro, que se refiere a una librería muerta. Los libros sobre librerías es un subgénero que últimamente está muy de moda, pero siempre han tenido una buena acogida. El título de Rialto es un homenaje a '84, Charing Cross Road', de Helene Hanff. También recomiendo 'Memorias de un librero escritas por él mismo', de Héctor Yanover, que casi con toda seguridad se podrá encontrar en la Feria del Libro de Sevilla».

Preguntada también por algunos libros que le han fascinado, Rubiano asegura que «le tengo mucho cariño a los de Bruguera de la colección Libro Amigo. Hay uno en concreto de Eugene Fromentin que se titula 'Dominique'. También me encanta 'El secuestro de miss Blandish', de James Hadley Chase. De la colección de Bruguera Narradores de Hoy, me interesan 'El mensajero', de L. P. Hartley y 'Música para camaleones', de Truman Capote».