«Para Paco de Lucía el ingenio gaditano era una de las bellas artes»

Curro Sánchez no ha podido escucharle ese consejo cara a cara. Pero lo ha sentido. Sabe que haber hecho una película sobre la vida y obra de su padre le permitirá hablar con él cada vez que quiera a través de las imágenes que desechó para el documental, de las mil horas inmortalizadas con la cámara de su Iphone mientras el genio de Algeciras andaba en sus permanentes tormentos con la guitarra, buscando falsetas nuevas cuando los demás ni siquiera habían entendido aún las viejas.

A Curro le dedicó Paco una rondeña, la del disco «Siroco», señalado por muchos maestros de la guitarra como el mejor de todos los tiempos, y a partir de entonces abrió todos sus conciertos con ella. Su niño Curro fue su comienzo y su final.

El miércoles se cumple un año de aquella tarde en la playa de México en la que echó su última pachanga con sus pequeños, Antonia y Diego, frutos de su segundo matrimonio. Su otro pequeño, el de Casilda Varela, sigue sin adaptarse. Por eso este martes le rendirá homenaje en el Aula de Cultura de ABC, patrocinada por la Real Maestranza y Renault, revelando mil entresijos de su genialidad y todos los detalles de «Paco de Lucía. La búsqueda», el documental en el que Francisco Sánchez Gómez ha quedado inmortalizado en su más alta acepción.

-Un goya y un año de su muerte. Qué alegría más triste, ¿no?

-Este año ha sido tal remolino que todavía es imposible que se deposite todo el sedimento emocional en el suelo. Todavía hay muchas cosas revoloteando en mi vida porque al hecho siempre traumático de perder a tu padre unes haber ligado tu obra profesional a él. Ahora mismo todo en mí pende de un hilo por muchas cuestiones emocionales. En primer lugar, no es fácil asimilar que tu padre sea quién es ni soportar la responsabilidad del apellido. Y sin haber asimilado eso, ¿cómo vas a asimilar en un año que lo has perdido?

-¿Cómo llevó tenerlo que ver mientras montaba el documental?

-Quieras que no, el documental ha sido una especie de pequeño engaño para tenerlo más presente, más vivo. Pero es cierto que cuando hemos tenido que vivir su ausencia se nos ha venido el mundo encima.

-¿Cómo habría reaccionado al goya?

-Habría estado muy tranquilo y muy satisfecho. Ese momento era de algún modo la confirmación de mi paso definitivo al mundo profesional. Igual eso es lo que más pena me ha dado de todo, que no se haya quedado con la paz de ver como su hijo se confirmaba.

-Lo que emociona del documental es que es usted quien lo gobierna, no Paco de Lucía, por lo que consigue mostrar no sólo al personaje, sino sobre todo a la persona.

-Es cierto. Y ahí es donde se rompe la barrera definitiva, el telón que separa al público. Eso ha hecho que tanta gente conecte con esta historia y se sienta a gusto con él.

-¿Suele escuchar su música?

-Muchísimo. Todos los días me los paso escuchando su discografía de arriba abajo. Por intentar tomar cierto distanciamiento, desde que terminamos el documental he escuchado poco para recuperar esas sensaciones tan buenas que te da escucharlo sin contaminación.

-¿Algún tema le gusta especialmente?

-Sí, yo no sé por qué el tema que más me conmueve es «Tío Sabas», las tarantas del disco «Zyriab».

-Él decía que tiró un montón de falsetas a la basura componiendo esa pieza porque no le recordaban a Sabicas, que era a quien homenajeaba...

-Tal vez por eso, aunque no sea el que tiene más notoriedad, es el tema que más me conmueve.

-Una de las cosas que más pone de relieve en la película es la necesidad que tenía Paco de Lucía de conocer otras artes.

-Sí, y la mejor conclusión que saco es que para él era un arte mayor la gracia andaluza, el ingenio, la rapidez mental. Buen humor hay en toda España, no hay que irse a Cádiz para buscar gente graciosa, pero sí es cierto que es algo muy típico de su tierra. Él necesitaba eso. Para él era un reto mental sentarse con alguien gracioso y responderle con una gracia mayor rápidamente.