A prisión por matar a su expareja en Sevilla

Alfredo G. C. llegaba al juzgado sobre las nueve y media de la mañana. Y no ha sido hasta pasadas las dos de la tarde cuando se ha confirmado el auto de la juez instructora que lo enviaba a prisión. Apenas había dudas de cuál sería la medida que iba a acordar el juzgado después de que el detenido confesara a la Policía que había matado a su expareja y después se deshizo del cuerpo, ocultándolo entre unos juncos en la orilla del río Guadalquivir , a la altura de San Jerónimo. Fue él mismo quien indicó a los agentes dónde lo había escondido.

Sin embargo, este viernes y ya en sede judicial ha optado por guardar silencio probablemente siguiendo el consejo de su abogado. Por eso su comparecencia ante la juez ha durado unos minutos. Aún hay aspectos de la investigación por determinar que son claves para el resultado final de este proceso judicial. En esta fase inicial de la instrucción no está indiciariamente claro si cometió un delito de homicidio o si mató a su expareja de manera premeditada . En la primera declaración que ofreció a los policías, dijo que se había producido una pelea porque ella no quería regresar con él y la mató. Ambos compartían piso en la calle Ágata, del distrito Macarena.

Uno de los delitos por los que ha sido enviado a prisión provisional es el de estafa. Como ya informara ABC , además de matar a Virginia le sacó 7.000 euros de la cuenta. Un dato relevante que sirvió al Grupo de Homicidios para cimentar las sospechas que tuvieron sobre Alfredo desde prácticamente se presentara la denuncia por desaparición de la fallecida el pasado 4 de mayo.

Además del detenido, la Policía arrestó días atrás a dos mujeres como encubridoras del crimen. Si bien ambas, de 43 y 49 años, fueron puestas en libertad con cargos y no han declarado aún en el juzgado; el mismo que condenó en 2020 a Alfredo por un delito de lesiones en el ámbito familiar a 40 días de trabajo en beneficio a la comunidad y 16 meses de alejamiento así como la prohibición a comunicarse con ella por un delito de lesiones en el ámbito familiar. Una pena que ya cumplió y que no impidió que Alfredo y Virginia, ambos de origen boliviano, volvieran a vivir juntos.