La devoción a Sor Ángela abre la Cuaresma en Sevilla

Los últimos años de su vida hasta que sufrió la enfermedad que le provocaría la muerte los pasó Santa Ángela escribiendo las cartas de año a todos los conventos, las circulares, las de ayuda espiritual a las Hermanas que le pedían guía y consejo y partiendo el pan para hacer migas y sopas, ya sin ejercer de Madre General .

Y es que en agosto de 1928 se celebró Capítulo para elegir los cargos del Instituto, que presidió don Antonio Lorán , representante del Arzobispado. Como en todos los anteriores fue elegida Sor Ángela Madre General por absoluta unanimidad. Lorán dijo que habría que consultar a Roma y la respuesta fue clara, por la edad de Sor Ángela, las Hermanas debían elegir otra Superiora. En octubre se reunió de nuevo el Capítulo. Al conocer la disposición, las religiosas no daban crédito. Cómo no iba a ser Superiora Sor Ángela. Madre fue la única que reaccionó con aplomo y serenidad. Llena de humildad se arrodilló ante el representante de Palacio, y antes de que reaccionara le besó los pies y le dijo: «Dios se lo pague a Dios» . Ella vio muy claro que era la voluntad de Dios. Hermana Gloria fue elegida Superiora General y Madre creyó que iba a disfrutar de una vida religiosa escondida como siempre deseó. Pero las órdenes fueron muy claras: como fundadora llevaría el título de Superiora General honoraria y conservaría el tratamiento y otros privilegios.

Hermana Pilar, que fue aprendiza de Sor Ángela en el taller Maldonado, murió a los dos días de celebrarse el capítulo. Ella no lo entendió y sintió mucha pena por la decisión de no renovar el cargo a Madre, a quien quería con un cariño antiguo y sincero, anterior incluso a la fundación de la Compañía de la Cruz.

Un año antes de su muerte sufrió Sor Ángela y se disgustó mucho por los incendios de iglesias y conventos que se llevaron a cabo tras la proclamación de la República. Especialmente por los terribles momentos que vivieron las Hermanas de la Cruz de Málaga junto con el obispo Manuel González, el obispo del Sagrario abandonado, santo sevillano beatificado en 2001 por San Juan Pablo II y canonizado en 2016 por el Papa Francisco, cuando el 12 de abril de 1931 asaltaron su convento e incendiaron el Palacio Arzobispal donde se habían refugiado las religiosas.

Los difíciles momentos que vivía España los vivió Sor Ángela con tristeza pero no alteraron su espíritu ni modificaron la misión del Instituto. Se apenó mucho al pensar que quizás obligarían a salir a las Hermanas del convento y según testificó una religiosa en el proceso diocesano de la Beatificación y Canonización: «su oración alcanzó que todas las Hermanas permanecieran conformes en no salir. Fuimos casi las únicas que no salimos». También en otra ocasión dijo a las Hermanas profesas: «A la corta o a la larga nos quitarán los hábitos; pero si eso llega, nosotras nos quedamos en casa viviendo como viuditas y seguimos con nuestra misión que son los enfermos…».

También don Manuel Beca Mateos testificó en el proceso diocesano que la noche del 11 de mayo de 1931, después de quemar la Iglesia del Buen Suceso y una imagen de la Virgen del Carmen, un grupo de revolucionarios llegó a la calle Alcázares donde está el convento y algunos quisieron prenderle fuego, pero otros gritaron: «esta no que es la casa de las Hermanas de la Cruz». Esa misma noche las monjas de Sor Ángela circularon libremente por las calles de Sevilla para asistir a los enfermos , como mandan sus Reglas.

Cuando falleció Sor Ángela tenía 86 años de edad . Cayó enferma nueve meses antes de su muerte. El 7 de junio de 1931 se desplomó en el refectorio a causa de una embolia cerebral muy grave. Quedó privada de movimiento en la parte derecha de su cuerpo, aunque todavía conservaba el conocimiento y podía hablar. El 28 de julio habló por última vez a las Hermanas: «No olviden estos consejos de nuestro venerable Padre Torres: No ser, no querer ser; pisotear el yo si posible fuera…». Desde ese momento hasta que expiró vivió en la Cruz junto a Jesús.

Murió el 2 de marzo a las tres menos veinte de la madrugada. Sevillanos de toda clase social y condición acudieron durante tres días a rendir homenaje a la Madre de los Pobres. Los médicos certificaron que su cuerpo no presentaba rigidez cadavérica ni signos de descomposición y de ello levantó acta el notario don Félix Sánchez Blanco. El día 4 el Ayuntamiento republicano, presidido por el alcalde José Fernández de la Bandera, aprobó por unanimidad rotular la calle Alcázares con su nombre y el día 5 fue enterrada en la cripta de la Casa Madre, pese a que las nuevas leyes de la República prohibían el enterramiento en sagrado gracias a la autorización conseguida por el alcalde, el ministro de la Gobernación y el cardenal Ilundain.

Este año se cumplen 90 años de su fallecimiento en olor de santidad y como siempre sus devotos acudirán a la Casa Madre para testimoniarle su agradecimiento por los favores recibidos y pedir solución a nuevas inquietudes. La Cuaresma se inicia este año con la gran manifestación de cariño anual hacia Sor Ángela y a la labor de sus hijas, las Hermanas de la Cruz.