Condenado un sevillano por abusar de su hijastra bajo la amenaza de que lo meterían en la cárcel si lo contaba
La Audiencia de Sevilla le impone 14 años y tres meses de cárcel; la continuidad de las agresiones sexuales desde su infancia generó que la menor normalizara la situación
Condenado en Sevilla por abusar durante años de su nieta, que no contó nada por miedo a parecer «una guarra»
Jesús Díaz
Con sólo dos años de edad comenzó a convivir con el que a la postre se convertiría en su violador. Su madre había iniciado una relación con un hombre, que hoy tiene 50 años de edad. Era casi un padre para la menor. Cuando ... ella tenía entre nueve y diez años comenzaron los tocamientos y abusos . Una situación que se repitió en el tiempo, lo que hizo que la niña normalizara la situación. Así fue hasta que cumplió catorce años. Entonces sufrió una agresión sexual . La violó. La víctima se lo contó a su mejor amiga. El condenado le había amenazado: si ella lo contaba, él iría a la cárcel y su hermana (fruto de la relación entre su madre y el acusado) se quedaría sin padre.
Estos son los hechos que han sido juzgados por la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla , cuyo tribunal le ha impuesto al acusado una pena de 14 años y tres meses de prisión , quince de alejamiento con respecto a la víctima y diez años de libertad vigilada, así como el pago de una indemnización de 30.000 euros a la menor.
Esta familia vivía en un pueblo de la provincia de Sevilla . El acusado mantenía una relación con la madre de la víctima desde que ésta tenía dos años. Fruto de esta relación nació una niña. La víctima, según la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico, consideraba al acusado como un padre.
Una vez la menor tuvo nueve o diez años comenzaron los episodios de abusos sexuales. Siempre aprovechaba que se quedaban solos en la casa familiar. Empezó por realizarle tocamientos y la obligaba a ella a tocarle. Después dio un paso más y la obligaba a hacerle felaciones.
Una situación «normalizada»
«Estas situaciones se realizaron durante al menos dos o tres veces al mes , de tal forma que se creó una situación normalizada para la menor. En una ocasión, el acusado le dijo a la menor que no dijera nada porque si lo hacía se separarían él y su madre, y su hermana se quedaría sin padre porque iría a la cárcel, lo que creó un temor en la víctima de que ello sucediera, y posibilitó a este individuo a continuar con dichos actos», expone el tribunal.
El 28 de noviembre de 2020 , cuando la niña ya tenía catorce años , aprovechando que la madre se había llevado a su hermana a un cumpleaños, el acusado la violó en su habitación , para lo que tuvo que forzarla. Todos estos hechos narrados por el tribunal constituyen un delito continuado de agresión sexual.
En el presente caso el acusado hizo objeto a la menor de diversos actos de «claro contenido sexual»: tocamientos por encima y debajo de la ropa, sexo oral, felaciones, hasta la agresión sexual. Y usando para ello la intimidación y la violencia, pues doblegó la voluntad de la víctima usando la fuerza.
A eso se une la «intimidación ambiental». Esto es, el acusado era la pareja de la madre desde que tenía dos años. Todos los actos sexuales se produjeron en la intimidad del hogar. Y le amedrentaba diciéndole que si lo contaba se separaría de su madre, iría a la cárcel y su hermana se quedaría sin padre . Así le generó un clima de temor de un mal hacia su familia. El objetivo era que no revelara nada a su entorno de lo que estaba sucediendo.
La víctima y su secreto
La Audiencia analiza en su sentencia la declaración de la menor y recoge que fue « persistente, con detalles, sin ambigüedades ni contradicciones y concreta ». Además en la causa obran informes de asistencia médica y del forense por las lesiones sufridas tras la violación.
La menor, tras la agresión sexual, se lo contó a su mejor amiga insistiéndole en que le guardara el secreto. Pero la amiga, que se negó a guardarse algo así, por su bien, se lo trasladó a un familiar policía, lo que coincidió en el tiempo con el hecho de que la madre vio la conversación de las dos menores en una tablet y ya conoció lo que estaba pasando, acudiendo a los servicios médicos y a denunciar inmediatamente.
La defensa del acusado, durante la vista oral mostró su conformidad con las acusaciones, solicitando la apreciación de la atenuante de confesión tardía. El acusado, en el juicio, reconoció todos los hechos .
Así, el tribunal, atendiendo las peticiones de la Fiscalía y la acusación particular, ejercida por la abogada Valle Montero, condena al acusado a 14 años y tres meses de prisión, quince años de alejamiento y diez de libertad vigilada . Además, deberá indemnizar a la menor con 30.000 euros por el sufrimiento causado, además del profundo sentimiento de angustia y desconfianza generado, difíciles de superar incluso con ayuda especializada.
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