SOY DE BARRIO

Polígono de San Pablo: los cinco abecedarios barrios del gran éxodo sevillano

Los primeros pobladores llegaron hace sesenta años tras la expulsión de los vecinos de Triana y la barriada de Laffitte, así como con el realojo de los afectados de la riada del Tamarguillo

De barrio trabajador a población envejecida: «somos una familia, estamos para todo»

Antonio Castaño, Manuel Villagrán y Francisco López, vecinos del Polígono de San Pablo Víctor Rodríguez

Si históricamente eran los vecinos quienes configuraban cada barrio, hoy son sus comercios los que definen el grado de su esencia. Pescaderías, mercerías o droguerías que combaten contra la hegemonía de los hipermercados, gracias también a la querencia de su gente por los comercios ... de cercanía, como ocurre en los cinco abecedarios barrios del Polígono de San Pablo. Aquello, que era el cenit de la modernidad en los años sesenta, esquiva hoy de un lado la gentrificación y de otro la pauperización, siendo ahora uno de los últimos núcleos del desarrollismo que mantiene su primitiva configuración.

«Polígono de San Pablo, barrio de barrios, de costumbres populares y corraleras», que dice la sevillana de los Cantores de una barriada moldeada por los orígenes de sus habitantes, llegados casi de manera simultánea tras la expulsión de tantos trianeros, la reubicación del suburbio de Laffitte por el ensanche de Los Remedios y la liberación de los masificados refugios que atendieron, entre otras muchas necesidad, a los afectados por la catástrofe del Tamarguillo, antesala de este nuevo polígono «del más allá», como lo describían los primeros moradores durante su albor. El clásico «todo aquello era campo».

El Polígono de San Pablo se configuró con una visión desarrollista: tantas viviendas como equipamientos públicos fueran necesarios. Centros de salud, colegios, parroquias, comunicaciones y suficientes locales comerciales como para atender las necesidades de una población mayoritariamente obrera. Un estilo perfectamente definido, con facilidad para adaptarse a los tiempos. Con dos tipos de viviendas principales: las torres, construcciones más señoriales con hasta cinco habitaciones, y el resto de bloques de pisos, construcciones más humildes desde cuarenta metros cuadrados. «Una caja de cerillas era un cortijo para quienes veníamos de aquellos suburbios de los años cincuenta», cuentan los más veteranos.

Galería.

La inauguración oficial del barrio fue en la primavera de 1967, aunque unos años antes ya estaban aterrizando por aquella carretera del aeropuerto de San Pablo sus primeros pobladores. Seis décadas después, durante el desarrollo de este reportaje, sorprende una fortuita situación que describe con nitidez las trenzadas raíces del vecindario: «Yo te conozco, ¿tú eres Manuel Villagrán, no?». Se lo preguntaba Francisco José López González, cicerone de este abecedario viaje al extrarradio, a quien había sido su compañero de aula en la trianera escuela José María del Campo hace más de medio siglo.

El desarrollo urbanístico de aquella otra orilla del río motivó el gran éxodo arrabalero que hoy marca el sustrato de San Pablo. De la estrechez de los corrales trianeros y el suburbio de Laffitte al inmenso mundo de un polígono. La construcción del puente del Generalísimo, hoy rebautizado como de Los Remedios, fue la expulsión definitiva de los primeros moradores de Juan Sebastián Elcano y la glorieta de los Marineros, otrora fábrica de cerámicas Laffitte.

Francisco López lo recuerda con nostalgia, aunque lleve más de dos tercios de su vida viviendo en el Polígono de San Pablo, donde hoy lo consideran toda una institución, como presidente fundador de la emblemática Peña Bética Rafael Gordillo y por haber escrito cuatro libros (ahora termina el quinto y definitivo) sobre la nomenclatura de las calles, plazas y zonas ajardinadas de los cinco barrios que componen San Pablo. La compilación empezó, igual que como arrancó el núcleo residencial, por el Barrio A, al que siguieron las construcciones del B, D y E, dejando para el final, tras el derribo de aquellas «casitas bajas» en las que muchos sevillanos sin hogar fueron realojados temporalmente, el Barrio C.

La antología del barrio no sólo contiene historias de aquel proceso de realojo, de su población arbórea y del sentido de sus calles, sino que en ella aparecen algunos de sus vecinos más ilustres como los miembros fundacionales de Cantores de Híspalis –excepto Pascual González, del barrio de La Calzada–, sus tres futbolistas profesionales (Rafael Gordillo, por un lado, y Curro San José y Antoñito, por el otro), el presidente andaluz Rafael Escuredo, el alcalde Manuel del Valle, el cantante Falete y el simpar Juan Joya 'el Risitas'.

Al Polígono lo vertebran las dos peñas de su barrio A, la bética y la sevillista. Pese a la rivalidad deportiva, la confraternidad es palmaria. El presidente de la primera nos lleva a conocer la segunda. «En este barrio todos tenemos buena relación porque nos hemos criado juntos», dice Manuel Martínez, presidente de la Peña Sevillista, hijo del lechero del antiguo barrio de Laffitte que llegó al Polígono porque «Franco nos dio estos pisos».

«Esto era lo mejor que había en Sevilla durante aquellos años», asegura el cronista de San Pablo. «Fue el primer barrio de la ciudad que tenía árboles y espacios ajardinados, diseñado al estilo de Brasilia». Francisco José López recuerda cómo hubo un proceso de deterioro en los primeros años «porque no estábamos acostumbrados a contar con estos medios, aunque después nos fuimos adaptando». Un barrio que sirve ahora como paradigma de la colaboración público-privada para su conservación. Los vecinos no dudaron en tomar la iniciativa para sembrar nuevas especies arbóreas y subsanar problemas en los equipamientos, al tiempo que solicitaban intervenciones municipales.

La tertulia flamenca de Radio Sevilla constituyó la costumbre de bautizar buena parte de su nomenclátor con palos del flamenco, continuando más adelante con la rotulación de distintos núcleos del Polígono con nombres de leyendas del cante, de la tauromaquia y obras de Velázquez. Un barrio que está delimitado por la avenida de Kansas City, el Greco y la avenida de la Cruz del Campo. Que tiene además las instalaciones deportivas más grandes de la ciudad y dicen que «el museo al aire libre más grande de Europa» tras el paso de cuarenta artistas internacionales que dejaron su impronta con una serie de murales y esculturas en paredes y edificios degradados.

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