Polígono de San Pablo
De barrio trabajador a población envejecida: «Somos una familia, estamos para todo»
Casi un tercio de los vecinos del Polígono de San Pablo supera la edad de jubilación, casi el doble que el número de menores de edad
Polígono de San Pablo: los cinco abecedarios barrios del gran éxodo sevillano
Sevilla
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Iniciar sesiónEn la calle Cantiñas, sobre el espacio que históricamente albergó la guardería infantil de la Fundación Dolores Sopeña (antiguo Oscus), se enclava la Peña Bética Rafael Gordillo, uno de los puntos cardinales del Polígono de San Pablo y primera parada de ... este reportaje. Aquello es mucho más que un bar para ver y hablar de fútbol. Es, digámoslo así, el peculiar centro cívico del barrio A. Talleres de costura, ensayo del coro musical, reuniones vecinales, campeonatos de futbolín, conciertos improvisados de flamenco y todo tipo de eventos culturales que dan vida a este complejo.
Su presidenta es María Victoria López, hija del fundador de la entidad y actual directora del área de ticketing del Real Betis Balompié. Entre sus socios se reparten las tareas de la peña, como Juan Manuel Barcojo, que, mientras lava unos chipirones, cantiñea el popular fandango de José Domínguez 'El Cabrero' para responder a la pregunta periodística sobre los problemas estructurales del barrio: «Muchos prometen la luna / hasta llegar al poder / y cuando arriba se ven / no escuchan queja ninguna / y te tratan con el pie». Fernando Moreno, que sobre el reflejo plateado de la barra va centrifugando el catavino, es más directo en sus lamentos: «El Ayuntamiento ha perdido el control con el tema de los veladores y nos hace vivir con miedo desde que se transformó la avenida del Greco: los coches pasan lanzados y ya han habido varios atropellos».
De todos ellos, Francisco López es el que más tiempo lleva y mejor conoce el barrio. De su boca cuesta extraer un reproche: «No podemos quejarnos, desde que llegamos hace sesenta años no he conocido problemas de convivencia». Aunque en el paseo final se vaya encendiendo con los incívicos propietarios de mascotas que convierten sus calles en un campo de minas: «Ya se han tirado a la poca vergüenza; pensarán que al haber amnistía para todos, nadie los meterá en la cárcel por dejar que se cague el perro».
Mari Carmen Portillo lleva más de cuatro décadas regentando junto a su marido la frutería La Macedonia. Además de comercial, su labor roza lo social y humanitario: «En San Pablo somos como una familia, estamos para todo. Hemos visto cumplir años a nuestros vecinos y muchos de ellos ya no pueden bajar a hacer la compra. No sólo les llevamos gratis la fruta, sino que les vamos a por el pescado o las medicinas». Sobre la seguridad de la zona, asegura que «jamás hemos sufrido un rob, ni teniendo el género en la misma calle. No sólo hablamos de un barrio muy seguro, sino que tenemos todo a mano: Santa Justa, el aeropuerto, Nervión Plaza, Los Arcos, dos ambulatorios... Nunca me mudaría de aquí».
Como esta frutera, el resto de comerciantes. Manuel Domínguez, propietario del Covirán de la plaza de la Toná, insiste en los problemas de envejecimiento de su comunidad: «Donde más lo noto es en las ventas de alimentos; hemos pasado de tener vecinos trabajadores a personas mayores, cuyo consumo es bastante más limitado». Sergio Vargas, paraguayo que llegó hace diecisiete años, está al frente del histórico 'Quiosco de Freno' y recomienda a sus compatriotas venir «por la seguridad que hay y por lo bien que se vive».
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