Memoria de la Sevilla que vivió con sólo siete horas de agua al día

El proceso siempre empezaba tal y como ha ocurrido ahora. Primero, se emprendió una campaña de sensibilización a partir de la declaración de la sequía. Apenas un mes después se decretaba la prohibición de los usos municipales. En 1974, en esta fase, los embalses estaban al 20%; en 1981, al 25%; y, en 1993, al 30%. Ahora, justo cuando se ha tomado la decisión de prohibir el consumo recreativo, los baldeos y riego con agua potable, los pantanos de Sevilla están al 41,9%. A lo largo del verano, han perdido un 7% de su capacidad, es decir, que la situación se ha agravado más que en los otros tres periodos, cuando el descenso apenas era de uno o dos puntos, aunque la situación no es tan grave que en aquellos momentos.

En el periodo de sequía de los años 70 como, sólo un mes después de restringir los baldeos, el riego y el uso de las fuentes, se pasó a las restricciones de hasta diez horas al día. La decisión de cortarle el agua a los ciudadanos se tomó cuando los embalses no superaban el 6% de su capacidad y, apenas dos meses después, en enero de 1976, se decidió que los cortes se ampliasen a más de diez horas. Las reservas estaban a menos del 5%. La normalización del suministro se produjo en diciembre de aquel año, es decir, que durante doce meses los sevillanos vivieron sin agua durante al menos medio día.

A principios de los 80, la falta de lluvia volvió a provocar que se aplicaran restricciones de más de diez horas durante casi un año, en dos periodos: en 1981 y en 1983. La situación de los pantanos, entonces, era considerablemente mejor, con un 21% de reserva. El 21 de noviembre de aquel año, la portada de ABC era impactante: el Guadalquivir, seco, a su paso por el puente romano de Córdoba, y un titular: «Sevilla: sólo siete horas de agua». Según una disposición de Alcaldía, a partir de las dos de la tarde quedaba terminantemente prohibido el consumo de agua procedente de la red de Emasesa en la capital y en Camas. Los sevillanos, entonces, se vieron obligados a cerrar la llave de paso entre esa hora y las siete de la mañana.

A diferencia de los dos periodos anteriores de sequía, en la de los 90 la decisión de cortar el suministro a los ciudadanos se hizo esperar más tiempo. Entre que se prohibieron los usos municipales y se restringió el consumo doméstico pasaron seis meses.

Estos datos, recopilados por el catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla Leandro del Moral, señalan que en septiembre de 1992, hace ahora 30 años, la situación de los embalses era del 15%. Se tomó entonces la determinación de restringir hasta diez horas el consumo general. Apenas tres meses después, las reservas habían descendido hasta el 5%. ABC tituló: «Sólo queda agua para cien días». Era enero de 1993, y la situación de reprodujo en el verano de 1995.

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