-¿Cómo acabó un matemático e informático que trabajaba en una empresa privada de Madrid dirigiendo un instituto?
-Yo terminé mi carrera y estuve varios años trabajando en pleno boom de la informática en la época del famoso efecto 2000. Estuve tres años en esta empresa pero me gustaba mucho enseñar y aprobé las oposiciones. Y llegué a Polígono Sur, primero de coordinador TIC, luego de secretario y, por último, de director.
-¿Cómo era su trabajo antes de hacerse docente?
-Era interesante pero muy sacrificado. Yo estaba a gusto en mi empresa pero entraba a las 9 de la mañana y salía a las 9 de la noche. Trabajaba todo el día. Ser director de instituto me genera muchas tardes de trabajo en casa pero es diferente. Lo hago a mi ritmo y en casa, se lleva de otra manera. Soy un profesor vocacional.
-¿No cree que se está perdiendo la vocación entre los profesores? No sólo entre ellos, también en los médicos y otras profesiones tradicionalmente vocacionales.
-Yo creo que te tiene que gustar esta profesión. No son sólo los estudios sino el trabajo, al que vas a dedicar gran parte de tu vida. La docencia debe ser vocacional porque es bonita pero es dura. Es verdad que los maestros tenemos dos meses de vacaciones en verano, Navidad, Feria, pero no es lo mismo cinco horas trabajando con alumnos toda la mañana, de pie, etcétera, que trabajar en un despacho.
-¿No tienen un momento de paz?
-Efectivamente. Como tengas un horario de seis horas una mañana, uno llega completamente agotado a su casa. Y luego tienes que preparar la materia del día siguiente por las tardes. No todo el mundo vale para docente y no sé si vocación pero desde luego te tiene que gustar esta profesión.
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