CRÓNICA PLENARIA
La izquierda se desinfla en Sevilla: menos de cien personas acuden a la manifestación contra el pacto PP-Vox
El intento de embarrar el Pleno de Presupuestos terminó con desalojos y diez animalistas gritando en la calle: «Inversión para castración»
Un concejal socialista, al alcalde de Sevilla: «Parálisis mental la tuya»
Sevilla
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Iniciar sesiónUna manifestación contra el acuerdo con la «ultraderecha» que terminó pidiendo más «inversión para la castración». El resultado de la convocatoria anunciada a bombo y platillo por la extrema izquierda no debió ser el esperado, cuando a las diez de la mañana, ... hora en la que habían citado a los suyos para contraprogramar desde la Plaza Nueva a la sesión plenaria de los Presupuestos, se reunieron apenas unas decenas de manifestantes, menos que la cantidad de cámaras de televisión y policías locales que componían la variopinta escena. Como hacía días que se sabía de la aprobación del Presupuesto municipal gracias a los votos a favor de Vox, la noticia estaba en los detalles de la jornada, que fueron diversos: el himno nacional que reproducían desde la Plaza de San Francisco los policías nacionales que ensayaban para un acto que se celebrará este jueves y que se solapaba con los cánticos animalistas, las feministas disfrazadas de «criadas» en el interior del Pleno, el repleto salón que terminó vacío de tantos desalojos o el ya habitual patinazo del siempre mediático Francisco Páez.
Acompañado de un estrecho grupo de sindicalistas y simpatizantes, el líder comunista Antonio Maíllo se marchó de la Plaza Nueva tras atender a las cámaras de televisión que su formación había convocado en protesta por la entrada del «trumpismo» –Susana Hornillo dixit– en la casa de todos los sevillanos. Tras cumplimentar Maíllo, se fueron con él sus discípulos y solas quedaron frente al Consistorio esas diez animalistas que le chillaban a Sanz que «más inversión para la castración», acompañadas de fotografías de unas colonias felinas. Por pedir que no quede. Arriba, durante la sesión plenaria, se habían ido colocando oportunamente varios de los colectivos indignados por este acuerdo del gobierno municipal con Vox, siendo desalojados por turnos: primero las feministas disfrazadas como la serie 'El cuento de la criada', después unas cuidadoras y por último otras animalistas que también pedían más inversión para la protección animal.
Los «herederos» de ETA
Se perdió la cuenta de cuántas veces se utilizó el término «ultraderecha» durante los esperados reproches de la oposición al gobierno de José Luis Sanz por abrazar a la formación Santiago Abascal. Literalmente, se abrazó o fundió en dos victoriosos besos con Cristina Peláez tras culminar su proyecto presupuestario. Para Sanz, al menos por un día, Vox no es «ultraderecha». Él no veía a ese espectro en la sala, o eso dijo. Pero sí vio claramente en la bancada de enfrente a los representantes de «partidos que pactan con los herederos de ETA, que pactan con los nacionalistas que quieren destruir nuestro país, que cuestionan nuestra Constitución del 78 y que tienen montado en Madrid un laboratorio experimental para desmontar nuestro Estado de Derecho». Rugían en el Salón Colón los suyos, y los otros. Minutos después recibía en su despacho a Melody, la de los gorilas.
Ya acomodado junto a la lideresa de Vox, José Luis Sanz habló de ella con la gratitud del torilero que recibe de manos de los alguacilillos la llave del toril. De Peláez era la llave de los Presupuestos, y se lo agradeció. Eso, y el «esfuerzo» de su grupo municipal «para anteponer los intereses de los sevillanos a sus intereses políticos y personales». Y no como Muñoz, «que ha sido incapaz de hacerlo», dijo el alcalde. Siguiendo la retahíla de reconocimientos, Sanz le dio las gracias a Vox «por aportar su granito de arena para desarrollar muchos proyectos en esta ciudad y resolver problemas que sigue teniendo la ciudad de Sevilla. Hoy ganan los sevillanos y gana Sevilla con un presupuesto para 2025».
Fran 'batallero' Páez
Sin pedir el turno de palabra, de un modo espontáneo, el socialista Francisco Páez, que es el brazo armado del sanchismo en el Ayuntamiento de Sevilla, quiso dejar su impronta durante la intervención de Sanz. El edil socialista, otrora concejal de perfil bajo-moderado, confirmó su nuevo rol de político avinagrado y batallero, sobrepasando, una vez más, las líneas del talante y el respeto en un ataque impropio de un representante de la ciudad de Sevilla. Lleva meses en ese papel de político irreverente que despierta las críticas del Colegio de Enfermería de Sevilla, tras el «tono chulesco» con el que pidió a la delegada de Salud –que es enfermera de profesión– que le diera «una pastillita» al delegado de Urbanismo, o que alude en tono burlón a los exdirigentes de su partido críticos con Pedro Sánchez –«Susanita, Felipón y Guerrita»–. Y este miércoles, «día grande para la ultraderecha», no podía ser menos y por eso no dudó en injuriar al alcalde de Sevilla. Si la intención era robarle los titulares, lo logró.
El que fuera delegado de Economía y Turismo durante el último mandato socialista tiene un «evidente problema de incontinencia verbal», como señalaban algunos en el Salón Colón. Le acababa de decir al alcalde que para «parálisis mental», la suya, replicando así a Sanz tras hablar éste de la parálisis urbanística de la ciudad. Después de esta bronca, desde el PSOE aseguraban a este periódico que lo que realmente había dicho Páez, o había querido decir, era «parálisis monumental». Una confusión que equiparaba al Ayuntamiento de Sevilla con el Congreso de los Diputados, cuando Isabel Díaz Ayuso dijo, o quiso decir, aquel célebre «¡Me gusta la fruta!».
A Cristina Peláez, que debía ser la gran protagonista del día, la interrumpieron las feministas disfrazadas, que también fueron desalojadas. Estaba diciendo la portavoz de Vox que «no es coherente dilapidar nuestro dinero en propaganda feminista». Antonio Muñoz tomó finalmente la palabra en el turno de réplica para interpelar y confrontar directamente con José Luis Sanz: «Ya tiene lo que quería y lleva año y medio persiguiendo: un gran acuerdo con la extrema derecha». «Lo intentó y se lo abortaron sus mayores. Ahora, ha insistido y lo ha conseguido, que sea su socio preferente».
Propuestas repetidas
Muñoz le recordó que en el debate de la ciudad le había ofrecido cuatro acuerdos: «No se ha dignado ni a responder a la propuesta del Grupo Socialista en estos cuatro temas». Sanz le sacó la libreta de aquel borrador que le habían presentado, que al parecer era el mismo que el del año pasado, sin aclarar si al menos habían cambiado la fecha. «Pretende que el Partido Popular, que ganó las elecciones, aplique el programa electoral del Partido Socialista: esto no es negociar», recordándole a su antecesor que tiene una «obsesión con bloquear la gestión del Ayuntamiento».
Cerró el círculo la podemita Susana Hornillo, que señaló que a José Luis Sanz no se le recordará «como el alcalde que cerró la Plaza de España, sino como el alcalde que abrió las puertas de este Ayuntamiento al trumpismo». Apenas reunió en la puerta a un puñado de afines que opinan lo mismo.
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