entrevista
Enrique Tomás: «Es imposible crear una marca mundial de jamón sin haber triunfado en Sevilla»
En los siete locales con los que se ha hecho en el aeropuerto de San Pablo espera facturar unos 20 millones de euros al año y tienen planes para abrir otras dos tiendas en la ciudad
«Quien diga en Cataluña que los andaluces son vagos es un paleto»
«Ahora vendemos más bocadillos de jamón con el café que con la cerveza»
«El jamón va a ser protagonista en la gala de los Grammy de Sevilla»
Enrique Tomás
Enrique Tomás nació en Badalona (Barcelona) hace 56 años pero ha convertido Sevilla, una ciudad que conoce muy bien y a la que vino por primera vez con 15 años, en uno de los objetivos estratégicos de su compañía, especializada en la ... comercialización de jamón de alta calidad. Está a punto de firmar un contrato con la organizadora de la gala de los Grammy que se celebrará en Sevilla y apoya a Simof y a otros eventos y certámenes que salieron de la capital andaluza, donde realizó en 2015, en el Instituto San Telmo, un máster en alta dirección de cadenas alimentarias. Su empresa, que tiene más de cien tiendas repartidas por España, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, México, Puerto Rico, República Dominicana, Argentina y Perú, atravesó momentos críticos en 2020 a causa de la pandemia pero logró recuperarse y espera facturar este año más de 180 millones de euros.
-Facturó más de 107 millones de euros el pasado año pero se define como un tendero...
-Es que soy un tendero. Hace pocos días estuve a punto de firmar un contrato para mandar cien mil bocadillos de jamón a Portugal con motivo de la visita del Papa Francisco a Lisboa. Al final no se pudo cerrar pero le aseguro que estaba dispuesto a hacerlo a pérdidas. Porque un tendero pone la venta por delante de todo lo demás. Vender es un triunfo, incluso aunque no ganes dinero; no obstante, eso sólo lo puede entender un tendero. Cuando me llamaron para este contrato estaba con Pedro Robles y parte de su familia, y ellos, que son restauradores de toda la vida, me entendieron. Eso sí, les dije, si voy a perder dinero con este negocio, que sea, al menos, con mi marca.
-¿Hay que empezar perdiendo dinero para poder ganarlo después?
-A veces, sí. Si hubiera podido mandar los cien mil bocadillos de jamón a Lisboa, lo hubiera hecho, por supuesto, con mi marca (Enrique Tomás) para que se conociera allí y lo conocieran las personas de todo el mundo que han ido a ver al Papa..
-Empezó a trabajar con 12 años, eso ahora se vería mal...
-Yo soy el menor de once hermanos. Mis padres, que nacieron en Orihuela, emigraron a Barcelona. Mi padre montó una lechería cuando tuvo su tercer hijo porque el trabajo que tenía no le daba para vivir. Aquella lechería se fue convirtiendo en una tienda de ultramarinos y con 8 años yo ya tenía que echar una mano en casa. Pero eso era lo normal en aquella época. Mis amigos hacían lo mismo con sus padres, no es que yo fuera especial. Yo fui el que más estudió en mi casa pero con 12 años, cuando acabé la EGB, nadie me preguntó qué quería estudiar porque había que trabajar. Yo entendí que mi padre en aquel momento quería seguridad para su familia y dejé el colegio y me dediqué a tiempo total a la tienda.
-¿Y qué fue lo primero que aprendió?
-Aprendí de todo, a ser tendero, pero de lo primero que me di cuenta es de que el jamón no estaba en su sitio. La gente venía a comprar jamón serrrano, como se llamaba entonces al ibérico, y no se les atendía como es debido. Me di cuenta de que el jamón tenía mucho recorrido.
-Han pasado 44 años y el recorrido ha sido enorme.
-Pues el jamón aún no está en su sitio. Estoy convencido de que tiene mucho más recorrido por delante. Hoy hemos pedido jamón en un restaurante que no voy a citar, camino de Zahara de los Atunes, y nos han puesto paletilla. Además, estaba más curado de la cuenta y tenía un sabor demasiado fuerte. Por decirlo de una manera coloquial, estaba oxidado. Y encima estaba mal cortado. Aún así, a pesar de todo,estaba bueno y nos lo hemos comido. El jamón es un producto tan agradecido que soporta todo eso. Pero yo me pregunto por qué no lo hacemos bien.
-En Andalucía se hace muy buen jamón.
-Sí. Especialmente el del Valle de los Pedroches, en Córdoba, y el de Jabugo, en Huelva. En las catas ciegas que hacemos por toda España suele ganar el primero, que es muy sabroso, pero el de Jabugo también está buenísimo. Tiene un sabor más intenso y es el que más gusta en Sevilla.
-Va a ser patrocinador de los Grammy en Sevilla y se ha hecho con la concesión de varios espacios en el aeropuerto de San Pablo. ¿Por qué ha decidido apostar por la ciudad?
-Porque para triunfar en el tema del jamón tienes que hacerlo en Sevilla. Es imposible crear una marca mundial de jamón sin haber triunfado en Sevilla. Sevilla es al mundo del jamón como la plaza de la Maestranza al mundo de los toros. En 2015 hice un máster aquí de cadenas alimentarias, en el Instituto San Telmo, por el que han pasado todos los grandes mandatarios españoles del sector de la alimentación. Nosotros hemos cogido siete locales en el aeropuerto de Sevilla, cuatro ya están abiertos y tres a punto de abrirse. Si Dios quiere, todos ellos facturarán unos 20 millones de euros al año. Yo llevo años y años comprándole a grandes fabricantes de Sevilla como Romero Álvarez y a Sierra de Sevilla, que antes era de Barbadillo.
-Lo que iba a ser un caso de un negocio de éxito que le pidieron que escribiera para el Instituto de San Telmo se va a convertir en un libro. Hábleme de eso.
-El libro va a salir en febrero con la editorial Planeta. Ese caso me pidieron que lo escribiera en 2015 pero yo sabía que era pronto. En 2022 me lo pidieron de nuevo y entonces ya sabía que íbamos a tener un crecimiento internacional muy fuerte en los años siguientes y les propuse contar cómo había afrontado el Covid. Entonces me di cuenta de que la historia de mi compañía podría interesar a otros empresarios y a mucha otra gente. Eso lo he aderezado con cosas de mi vida (ya tengo dos nietos) y de ahí sale el libro.
-¿Se puede extraer alguna conclusión de su libro?
-Que no es tan listo el que acierta ni tan tonto el que se equivoca. El título original del libro es «De crac a crack» y alude a que en 2020 mi empresa estuvo a punto de cerrar. Ni yo era tan tonto en 2020 ni soy tan listo ahora. Tomé una serie de decisiones que son las que yo comparto en el libro. En el caso de muchos empresarios, cuando llegas a una encrucijada como la que me sucedió a mí con la pandemia, te sientes muy solo, no sabes bien por dónde tirar y a veces tiras a cara o cruz. En mi experiencia, si sale cara, tienes que ir a cara a muerte; y si sale cruz, igual, a muerte también. Cuando piensas en la competencia, no te das cuenta de que lo más probable es que ellos tampoco sepan bien por dónde tirar. He comprobado que una idiotez o una genialidad se parecen mucho y que la única diferencia muchas veces está en el resultado.
-¿Y de qué depende el resultado?
-Depende más de la ejecución que de la idea en sí misma. La idea puede ser buena pero como la ejecutes mal el resultado será un desastre. Si la idea no es tan buena sino simplemente regular, pero la ejecutas bien, el resultado es mejor y puede ser bueno.
-¿Cuál fue el «clic» que le ayudó a evitar el cierre de su empresa en 2020?
-En noviembre de 2020 no le veía salida a esto. Y pensé hasta aquí hemos llegado. Pero nunca llegué a bajar los brazos. Y logramos salir. Eso lo cuento en el libro.
-En algunas zonas de España se sigue viendo a muchos empresarios como unos explotadores o se piensa que muchos acabarán siéndolo. ¿También se tiene esa imagen del emprendedor en Cataluña?
-Aquí pagan justos por pecadores. Es cierto que hay empresarios que son niños de papá, o herederos, y que por tener dos reales más miran a los demás por encima del hombro. Pero la mayoría de los empresarios no es así. También hay gente que no le da un palo al agua y se cree con derecho a todo y que quiere tener lo mismo que aquel que se está deslomando de trabajar como El Turronero.
-Estuvo en la celebración de su 60 cumpleaños, que tuvo lugar en Sevilla.
-Sí, somos buenos amigos. El éxito del Turronero es trabajo, trabajo y trabajo. Tiene dos frases que me hicieron llorar: una, que me tengo que comer langostinos por ahí para traer las lentejas a mi casa; y otra, la de su mujer, que le dijo: «Cariño, en casa no hablas», y él le dice «es que fuera de casa no puedo dejar de hablar». Me siento tan identificado con esas dos frases porque yo también tengo que defender mi empresa y a mis trabajadores.
-¿Hay mucho miedo al fracaso en España?
-Sí, y se estigmatiza mucho el fracaso, cosa que no pasa en Estados Unidos y otros países. Allí se valora que lo intentes y si has perdido mucho dinero, no te echan porque saben que la próxima vez habrás aprendido y no te pasará. Muchas veces funciona la prueba-error y no te echan salvo que hayas sido negligente. Se valora haberlo intentado y jugársela de verdad. En realidad todos fracasamos y hay que saber que el fracaso forma parte del éxito.
-En Estados Unidos se realizan muchos talleres sobre el fracaso para normalizarlo...
-Sí. Y yo voy a hacer charlas sobre el fracaso con un amigo mío de Sotogrande para hablar abiertamente de este tema.
-¿Es difícil ser empresario en España?
-Muy difícil. Si fracasas, dicen que no vales para nada. Antonio Banderas estaba asustado de que en España todo el mundo quisiera ser funcionario y casi nadie empresario. Esto es muy malo para un país porque los empresarios son los que crean riqueza y empleo.
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