Elly van der Maesen: «La mayoría de los actores que dan el salto a EE.UU acaban siendo camareros»

– Yo sabía que Sevilla es muy peliculera, pero voy a tener que aceptar que también es muy cinematográfica…

– (Risas) Sevilla es una fábrica de hacer actores y actrices, peliculerías al margen.

– De hecho, los Goyas reconocieron, en parte, esa facultad de la ciudad para convertir en cine casi todo lo que toca.

– Es cierto. Y un homenaje también a los grandes directores que han salido de esta ciudad.

– Y esta ciudad que genera más: ¿actores, directores, guionistas, productores…?

– Genera de todo, en calidad y cantidad. El sevillano respira desde pequeñito los dramas históricos y reales con los que convive. Sevilla y su mundo es el primer peldaño de esa carrera.

– El caso es que tenemos actores, directores y guionistas muy solicitados por la industria nacional. Otra cosa es dar el salto internacional. ¿Qué pasa ahí?

– El gran mercado americano es muy difícil. Tienes que tener agente, abogado, representante y todo eso se lleva el cuarenta por ciento de lo que puedas ganar. La mayoría de los actores que dan el salto terminan siendo magníficos camareros.

– Como se entere Antonio Banderas la mata…

– (Risas) Es de los pocos que se salvan.

– Seguro que tiene sus guionistas preferidos, los grandes maestros a los que acudir para resolver una situación complicada. ¿Me los cuenta?

– Willy Wilder hacía los guiones casi en solitario. Y era un maestro combinando el drama con la comedia.

– Si tuviera que elegir un guion perfecto, redondo, museable ¿cuál sería?

– 'Con faldas y a lo loco'. Ahí te encuentras con la crisis del 29, el drama social, la comedia, el transformismo y la homosexualidad.

– ¿Y en español?

– Para mi gusto 'Solas', de Benito Zambrano.

– Usted ha recibido clases de guionización de Scott Cleverdon. ¿Qué aprendió con él?

– Que no se cuenta sino que se muestra. Para contar está la literatura.

– ¿Le dio algún consejo que le haya sido imposible seguir?

– Sí, que lo que se puede contar con diez palabras no necesita utilizar cien.

– Seguro que la meto en un aprieto indeseable si la obligo a elegir entre directores como Alberto Rodríguez, Laura Hojman, Benito Zambrano…

– En el mundo de la dirección femenino hay valores emergentes como Laura Hojman y Paula Romero, esta con una formación muy británica y muy joven. De hecho, me quedo con todos ellos por la maestría demostrada.

– Pasemos a otra secuencia. Usted lleva 35 años en Sevilla y no ha sido capaz de perder su acento. ¿Lo hace en defensa propia?

– (Risas) No, simplemente tengo muy mal oído.

– ¿Por qué no regresó más a Uruguay?

– Me siento muy cómoda en Sevilla. La elegí para vivir y me siento muy satisfecha de la elección. A pesar del calor.

– ¿Han mejorado las cosas por allá o en este mundo globalizado todos nos parecemos a todos un tanto?

– Todos nos vestimos con ropa hecha en Asia y la política uruguaya dejó de interesarme hace tiempo. Me interesa la política española y europea. Aquí es donde vivo, como y obtengo material para mis guiones.

– Jesús Quintero, que lo entrevistó, recordaba a menudo lo que le dijo a Vargas Llosa un amigo que se presentó a la presidencia del Perú contra Fujimori: «Se ha presentado un intelectual y un golfo. Ganará el golfo…»

– Para mí Vargas Llosa es un grandísimo escritor y un buen conocedor de la vida iberoamericana. Y cuando hace uso de la comedia, la sátira y la ironía alcanza niveles muy elevados.

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– ¿Siempre ganan los golfos y por eso el cine convierte en héroes a los buenos que viven solos ante el peligro?

– Para dramas tenemos el informativo de las tres y a la prensa escrita. Por eso siempre escribo finales felices.