Se duplica el número de menores con adicciones al hachís, cocaína y alcohol que llegan a Proyecto Hombre en Sevilla

El consumo de alcohol o hachís se ha normalizado a estas edades y se ha perdido la sensación de riesgo que antes se tenía de las drogas. «Se ha ensalzado la parte lúdica de las drogas y se ha tapado la parte siniestra de las enfermedades y muertes que causa. Si tú te fumas un porro siendo adulto, quizá no te pase nada si no tienes alguna predisposición genética pero en adolescentes, en pleno crecimiento neuronal, el cannabis y el alcohol suponen una bomba de relojería que puede desarrollar psicosis. No somos conscientes porque pesa mucho más la campaña de normalización que se ha hecho del consumo de cannabis, diciendo incluso que fumar un porro es menos malo que fumar tabaco«.

El daño que está haciendo esa normalización es «enorme», asegura esta experta, que constata también el aumento de casos de menores que les llegan por adicción patológica al juego, apuestas en Internet, videojuegos y adicción a redes sociales. «Ha crecido mucho en el último año el número de menores que nos llegan con estos problemas. La peculiaridad que tienen los menores son sus familias. Si no consigues hacerles entender que el problema no es sólo el menor y no terminan implicándose en la dinámica de la recuperación, entonces el menor no suele recuperarse«.

Lo habitual es que los padres detecten este problema en sus hijos antes de que la adicción adquiera los rasgos graves que suelen acompañar a los adultos. «Si los padres son capaces de generar un modelo educativo y funcional, el problema se resuelve casi siempre con ayuda profesional. En nuestro programa de Proyecto Joven es imprescindible que los padres entren también en terapia. Hacemos trabajo terapéutico con los padres y con los niños«, explica.

PH cuenta con un programa nocturno de cocaína que los pacientes suelen ocultar a sus familias. Pero no son menores sino adultos y eso sería impensable con menores. «Los padres tienen que hacer ese proceso de darse cuenta, de cómo se mueven, de cómo gestionan los conflictos, de cómo gestionan la comunicación y que se den cuenta de qué cosas tienen que cambiar ellos para que la terapia funcione con sus hijos. Proyecto Joven suele durar como máximo un año, porque es el tiempo máximo para que no se institucionalice una terapia en personas tan jóvenes.

Fernández Morillo lanza, no obstante, un mensaje de esperanza y asegura que «si logramos que los padres se impliquen, los cambios se empiezan a dar ya en el primer mes del programa. Y esto es mucho más difícil que ocurra con adultos. Los progenitores llevan a sus hijos a Proyecto Hombre con la idea de que sus profesionales los curarán, pero para lograrlo  es imprescindible que ellos se impliquen en todo el proceso. «En 2014 teníamos en nuestros programas a unos 30 menores y ahora rondan los 70, más del doble. Pero aún más preocupante que eso son las patologías mentales asociadas con las que llegan. Esto también es bastante nuevo para nosotros«, cuenta.

La heroína, la droga que mató a toda una generación de jóvenes en España el pasado siglo y que está en el origen de la fundación de Proyecto Hombre, producía daños físicos muy importantes (principalmente en el hígado y en la boca, además de VIH y otras enfermedades ligadas a conductas de riesgo), pero no patologías mentales. «A diferencia de la heroína, cuyo consumo hoy es residual y sólo mezclado con cocaína, las drogas más consumidas actualmente son sustancias psicoestimulantes como el cannabis y la cocaína. Y todas producen daños mentales, especialmente en los adolescentes y más jóvenes. Antes de la pandemia un 20 por ciento de los casos que nos llegaban venían asociados a un problema mental (patología dual) y hoy ya son el 70 por ciento. Y en el caso de menores ese porcentaje es incluso superior y puede llegar al 80 por ciento«.

Antes de la pandemia era muy infrecuente que llegara a PH un menor con un diagnóstico profesional de patología mental porque los trastornos solían aparecer y desaparecer durante la adolescencia. Ya no es así. «Hoy nos llegan muchos chicos menores de edad con diagnóstico de patología mental, sobre todo, trastorno límite de personalidad. Está muy ligado a las adicciones, la ansiedad y conductas autolíticas (suicidio). Esto ahora es muy habitual, como lo son los problemas de déficit de atención , hiperactividad y falta de concentración,«, explica la experta.

Es difícil aventurar una causa concreta que explique este fenómeno. «Se están juntando muchos factores, el cambio de estilo de vida, la disminución de relaciones sociales reales y físicas de los jóvenes, que son fundamentales para el desarrollo de la personalidad. El juego, según todos los psicólogos, es fundamental para un desarrollo sano de un menor y hoy día no se juega en equipo. El juego ayuda a desenvolverte en sociedad, a compartir, a generar competencias, y hoy se ha sustituido por un juego virtual no físico en las pantallas en el que no hay respuesta real y uno cuenta lo que quiere contar, lo cual genera un autoconcepto muy endeble, falso, que hace mucho daño a la autoestima«, explica la presidenta de PH Sevilla. Y añade: »El único que sabe que uno no es como aparece en las redes sociales, es precisamente el menor adolescente. Antes eso no se daba porque la realidad te ponía en tu sitio, tu grupo de amigos, etcétera. Podrías querer ser un líder y si no lo lograbas, lo aceptabas. Lo de ahora genera problemas mentales«.

El tipo de consumo de alcohol que se hace ahora en los jóvenes también ha cambiado. «Antes muchos jóvenes se tomaban un cubata a lo largo de toda la noche y ahora el consumo es mucho mayor y en mucho menos tiempo. Se ha adoptado el patrón anglosajón y el impacto en adolescentes es brutal. ya lo estamos empezando a ver pero en los próximos años veremos muchas más, quizá la verdadera dimensión del problema«, dice Fernández Morillo.

Y añade: «Van a ser secuelas físicas en el hígado por el consumo de alcohol que un adolescente no tiene capacidad de metabolizar y que quizá sean irreversibles cuando estos jóvenes cumplan los 40 años. Y con la diferencia de que en los países anglosajones no son tan tolerantes como en España con el consumo de alcohol en menores, de modo que aquí será aún peor,

Esta experta recuerda un informe del Instituto Toxicológico que concluía que hoy se daba en España el mismo número de muertes por cocaína que el de la heroína en los años 70 y 80 del pasado siglo. «El alcohol y la cocaína están presentes en el 80 por ciento de todos los accidentes mortales de tráfico, aunque esas muertes no se suman a las víctimas de las drogas«.

En PH han advertido también la falta de respuesta adecuada a las mujeres con adicciones. «Quizá no hayamos adaptado nuestros programas de rehabilitación a ellas, aunque esto tiene una razón histórica: los primeros programas surgieron con la heroína que apenas la consumían las mujeres y estaban diseñados para los hombres. Intentamos que la mujer se acoplara a eso y ahora nos hemos dado cuenta de que hay cosas que son muy diferentes en el hombre y la mujer, incluso hasta el tipo de consumo«, dice la presidenta de la fundación en Sevilla.

Las mujeres tienen a consumir más alcohol y benzodiazepinas, es decir, sustancias legales, mientras los hombres consumen más sustancias ilegales. Y el alcohol y benzodiazepinas es un cóctel autodestructivo. «El tema de la familia o del concepto de ser educador y a la mujer se le presupone que debe ser buena madre, buena educadora, buena de todo. Y la mujer tarda más en reconocer que tiene problemas de adicciones y cuando nos llega a Proyecto Hombre está en general más deteriorada que el hombre. Toda la familia ayuda a un hombre con problemas de adicciones y remueven cielo y tierra para incluirlo en un programa o internarlo en un centro, da igual que tenga hijos o no; mientras que una madre se resiste por temor a que le quiten los hijos, o pierdan la custodia. Y normalmente la mujer con problemas de droga tiene una pareja consumidora con la que casi siempre se ha iniciado. El caso contrario es raro porque el hombre suele venir con una pareja que no consume drogas y que siempre lo apoya y lo acompaña«.

PH abrió el pasado año un programa específico para mujeres y el número de usuarias se ha triplicado en un año. «Hemos pasado en nuestros seis dispositivos en Sevilla sólo 20 mujeres en tratamiento de los 300 y pico que teníamos, a unas 60. Y nos está llegando cosas nuevas como el «chemsex», drogas químicas que acompañan a prácticas sexuales de riesgo«.