Y parece que fue ayer... LAS LEGISLATURAS DE LA EXPO

Se anuncia una exposición universal

Capítulo 1

«Aparte de los pabellones de arquitectura efímera, muchos otros no tenían definido su futuro»

Los fastos de la Expo

Andrés Ollero: «La Expo92 arrojó pérdidas de más de 100.000 millones de pesetas porque se suprimieron las auditorías internas tras la salida de Olivencia»

Vista del lago de la Expo92 ABC

Andrés Ollero Tassara

Sevilla

La legislatura que arrancó a finales 1989 se vió protagonizada por el doble acontecimiento de la Expo internacional celebrada tres años después en Sevilla, conmemorando el centenario de la llegada de las naves españolas a América, y de la olimpiada que tuvo lugar en Barcelona ... en el mismo año.

Contribuyó -para muchos diputados- a realzar tales fechas un peculiar programa titulado Parlamentarios y Empresa, que brindaba a los diputados y senadores una toma de contacto con el mundo empresarial, conociendo de cerca el funcionamiento interno de destacadas firmas y visitando sus instalaciones. Junto a mi buen amigo Miguel Ángel Cortés, tuve oportunidad de llevar a cabo tal programa en contacto con las multinacionales IBM y Ford.

Particularmente interesante fueron las visitas relacionadas con la primera, dada su notable presencia en la preparación de los actos a celebrar tanto en Sevilla como en Barcelona. En el primer caso, con su contribución a la digitalización de fondos del Archivo de Indias sevillano y a la puesta en marcha en la Isla de la Cartuja de muestras de la transferencia -por entonces novedosa- de documentos orales a dichos soportes. Igualmente, la presencia de la informática en las múltiples instalaciones olímpicas catalanas ayudó a descubrir un mundo poco conocido por quienes teníamos una formación más vinculada a lo humanístico.

Recuerdo anecdóticamente, al acompañar a parlamentarios alemanes a visitar los preparativos de la Expo sevillana, su perplejidad ante el no muy previsto destino final de buena parte de las instalaciones en construcción, con un desembolso de fondos públicos espectacular. Aparte de los pabellones de arquitectura efímera, muchos otros no tenían definido su futuro, aunque la infraestructura de telecomunicación que se estaba llevando a cabo prometía la conversión de la isla en un espacio privilegiado -en proyecto atribuido a Castells- para actividades de I+D, aún no demasiado perfiladas.

Tuve la oportunidad de hacérselo notar en una de las comparecencias parlamentarias al principal protagonista del evento. «Creo que en ningún país de nuestro contorno unas inversiones del calibre de las que aquí se han realizado se hubieran hecho sin tener perfectamente definido su futuro; y ese futuro no estaba definido. Usted ahora mismo acaba de referirse a las obras de la Plaza de América. En efecto, nos parece mucho más sensato haber hecho un edificio permanente que no alguno puramente efímero. Ahora bien, usted sabe que la decisión de destinarlo a la Universidad es muy reciente; notablemente posterior a su construcción».

Recientemente he tenido ocasión -años después de mi etapa parlamentaria- de conocer otro programa para parlamentarios, que me hacía recordar al anteriormente aludido. La llamada Oficina C aspira, en efecto, a poner a su disposición de Congreso y Senado el posible apoyo de investigadores, además de abordar periódicamente la elaboración de informes sobre proyectos científicos de particular actualidad. Entre las instituciones que colaboran figura, aparte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Instituto de España, que coordina actividades de las diez principales Reales Academias; tarea que he tenido después ocasión de seguir muy de cerca, en mi calidad de secretario general de dicha institución.

Por lo demás, la actividad parlamentaria me situaba -ya en los comienzos del 93- de modo especial, como adjunto al portavoz correspondiente, en el ámbito de la Educación. Se me había nombrado Vicepresidente de la Comisión correspondiente, ocupándome también –en consecuencia- de la Universidad, la Cultura y la Investigación Científica; dentro, en este último caso, de la Comisión Mixta Congreso-Senado.

Mi interés por lo relacionado con la Expo se produjo tempranamente, motivado sin duda por mi vinculación a Andalucía. Ya en 1988, cuando el resto de los grupos parlamentarios no la tenían aún en su agenda, registré sobre el particular -según mis datos- al menos 9 preguntas escritas, 20 solicitudes de información, una petición de comparecencia en Comisión y 2 preguntas orales en el Pleno. En 1989 fueron 6 las iniciativas presentadas y 9 en 1990. Se constata un aumento en 1991, cuando son ya 24 las preguntas escritas, 2 las solicitudes de información y 3 las de comparecencia en Comisión; mientras, en el resto de los grupos apenas se ocupa de la cuestión Izquierda Unida (2 preguntas escritas y 1 solicitud de información).

Los comienzos del proyecto generaron grandes expectativas en Sevilla, refrendadas por el nombramiento del Profesor D. Manuel Olivencia como Comisario de la muestra. Catedrático de derecho mercantil y abogado de prestigio, había tenido como alumno al presidente Felipe González, lo cual, dotaba al nombramiento de sentido institucional. Sé de lo que hablo pues también tuve -durante el año siguiente al citado alumno- la oportunidad de disfrutar de sus lecciones. Todo contribuía a una espera ilusionada, ante proyectos tan poco habituales como que la primera línea férrea de alta velocidad en España tuviera Sevilla como destino.

No parece que la atribución de tales responsabilidades a una personalidad ajena al partido gobernante fuera recibida con unánime acogida en el PSOE. El control de cantidades gigantescas quedaba al margen del partido, lo que no era precisamente lo usual por aquellas fechas. De probada honestidad y -como buen jurista- muy respetuoso con las formas, vería sin embargo convertidas -para más de uno- en defectos tales virtudes. Fue brotando cierto rum-rum de que la marcha del proyecto era demasiado lenta, como excusa para intentar condicionar su independencia, reclamando de modo alarmista la necesidad de un gestor ejecutivo, que estuviera más pendiente de las fechas que de respetos formales.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Bienal
Dos años por 19,99€
220€ 19,99€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
3 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 3 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios