EL RINCÓN DE...
Antonio Álvarez del Pino: «La 'Pasión' de Aute es el resultado pictórico del impacto de la Semana Santa sevillana»
Gaditano, pintor, vecino de San Lorenzo y autor del primer libro centrado en la dimensión pictórica de Luis Eduardo Aute, la más desconocida del cantautor
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Antonio Álvarez del Pino
Ha descubierto en Luis Eduardo Aute a un pintor de una excepcional dimensión que, en cuanto a cantidad e intensidad plástica, lo sitúa como uno de los más destacados del siglo XX. Le acaba de dedicar un libro que estudia su obra pictórica.
-Es ... el primer libro que se le dedica a Aute como pintor exclusivamente.
-Sí, sí, es el primer estudio dedicado a su obra pictórica. Con la singularidad de que se trata de un pintor escribiendo de otro y no un historiador del arte, que sería lo más adecuado.
-La idea la dejó caer en una mesa redonda Gonzalo García Pelayo. ¿Es así?
-Fue una mesa redonda celebrada en Cádiz sobre una biografía de Aute escrita por Luís García Gil. Gonzalo dejó caer la idea a los allí presentes.
-Y luego la poetisa uruguaya Mirella Soriano, que lo acompañaba en el acto, lo animó a escribirlo. ¿Qué lo hizo embarcarse en una aventura pionera?
-Eso mismo. Saber que era una aventura pionera. Encontrarme con un autor sin estudiar es una maravilla, una especie de lotería en un mundo donde casi todo está muy trillado.
-El caso es que usted empieza a investigar en el Aute pintor y se da cuenta de su enorme talento.
-Me doy cuenta de que es un niño prodigio de la pintura. Con seis años ya pinta cuadros al óleo, no hace trabajos escolares de niño y tiene conciencia de ser pintor. Lo primero que me sorprende es su precocidad y que pinta con una seriedad tremenda.
-Creo haberle oído alguna vez que el talento plástico de Aute lo hace un pintor de los más prolíficos del siglo XX, tanto como Sorolla o Picasso.
-Es un pintor de cantidad y calidad. Por eso lo asimilo en este aspecto a Sorolla y Picasso. Hay artistas torrenciales y otros no. Aute es un artista río, caudaloso, unido que escribe poemas, componen canciones y hace películas de dibujos animados, estamos ante un nivel de creación extraordinario. Y solo conocemos de él un 25% de su actividad creativa.
-¿En calidad también se acerca a Sorolla y Picasso? Lo pueden despellejar…
-Luis Eduardo Aute es una fábrica creativa. A eso me refiero cuando lo asimilo con Sorolla y Picasso. Es un artista torrencial, río, sin periodos de descanso.
-Lo curioso es que cuando más rompía como pintor compone un canción, 'Rosas en el mar', que frena su carrera plástica.
-De cara al público. Pero él sigue pintando y exponiendo en galerías privadas, en la bienal de Venecia, y no cuadros pequeños. Muchos son de gran formato. Curiosamente, el año que sale 'Rosas en el mar', Aute expone en Palm Beach y en Los ángeles y en Barcelona.
-La canción llegó a ser un himno generacional de su tiempo… en la voz de Massiel.
-Fue así. Sin darse cuenta fue dejando de ser conocido como pintor y lo va ganando como autor. Pero nunca abandona la pintura.
-Usted habla de la gran influencia de la Semana Santa sevillana en la pintura de Aute. ¿Qué quiere decir con eso?
-Aute en el año 70 y 71 visita la Semana Santa sevillana acompañado de Gonzalo García Pelayo. Y queda sorprendido por la dimensión artística de lo que ve. Eso cuaja en su serie de una veintena de cuadros que titula Pasión.
-¿Qué le impacta de la Semana Santa que le enseña Gonzalo García Pelayo?
-Lo que me cuenta Gonzalo es lo impactado que quedó con la visión, no siendo él creyente, de la Quinta Angustia y Santa Marta. Y que yo creo que está en la base de pinturas que luego es el resultado de su serie Pasión.
-Es curioso los guiños del destino. Usted como pintor hizo también una magnífica exposición sobre el Gran Poder, con treinta y tres estudios de la cabeza del nazareno de San Lorenzo.
-A diferencia de Aute, yo jugaba más en casa, porque en Sevilla hice Bellas Artes y tengo más interiorizada la imaginería local que Aute en su momento.
-¿Le llegó a temblar la mano en alguna de sus ejecuciones?
-No me fue fácil conciliar el lenguaje de un pintor del XXI con un escultor del XVII. Fue todo un reto. Y sí me tembló el pulso.
-Usted mantiene que el Gran Poder es una obra tan completa que no pierde sacralidad ni cambiándole el contexto, como ocurre con la versión de las Meninas de Picasso.
-Eso solo pasa con las obras maestras.
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